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Dylan y Scorsese juegan con la memoria del rock

En el documental producido por Netflix ambos artistas combinan realidad y ficción para evocar el espíritu de una de las grandes giras de los 70.

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análisis

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El nuevo documental de Martin Scorsese con Bob Dylan de protagonista no ha sido del gusto de todos. Y de hecho, ha gustado a muchos que no han terminado de enterarse en realidad de lo que estaban viendo. En 1975 el bardo de Minnesota se embarcó en una de las giras más singulares de aquella, por otro lado, ya singular década de la historia del rock. Una gira que tuvo más de experimental, artística y teatral que de meramente musical, aunque sobre el escenario pudiesen escucharse algunas de las mejores versiones entonadas por Dylan de muchas de sus piezas; y eso, teniendo en cuenta que el cantautor lleva alterando versiones cada año poco más o menos, es decir mucho.

“Gustará a unos y disgustará a otros, pero lo que nadie debería obviar es que ofrece algunas grabaciones memorables del mejor Dylan en directo”

Sin una banda fija, con nombres muy atractivos que iban y venían sobre el escenario –Joan Baez, Roger McGuinn, T Bone Burnett, Ramblin’ Jack Elliott, Ringo Starr, Patti Smith…-, y con el propio Dylan conduciendo en muchas ocasiones el autobús del elenco de un pueblo a otro, tocaron para pequeños aforos en una época en la que los grandes nombres comenzaban a llenar estadios. No es que ellos no pudieran, sencillamente buscaban otra cosa (y tal vez por ello la gira acabó siendo una ruina económica).

En aquel tour, naturalmente, hubo muchos sexo, droga -más cocaína que leche en una clínica de maternidad- y el mejor rock’n’roll. Dylan no fue bueno con su esposa de entonces ni con un par de mujeres que bebían los vientos con él. Y esa verdad no se adorna en el documental, porque ni siquiera llega a tocarse, al igual que tampoco se habla de la coca, ni de otros episodios oscuros, ni de otros muchos brillantes.

Sí que se habla de cuando Sharon Stone se embarcó como groupie, y se muestran algunas fotos, aunque todas son un montaje. Como lo es, entre otras, el hecho de que el documentalista Stefan van Dorp grabara todo ese material de archivo, porque el señor que sale en pantalla es en realidad Martin von Haselberg, un actor que sí que es marido Bette Midler, que sí que aparece igualmente en el metraje histórico. También es fácil imaginar a Dylan y a Scorsese divirtiéndose al imaginar una improbable anécdota alrededor de Kiss para explicar por qué el cantante decidió salir a escena en esta gira con la cara pintada de blanca (gesto deudor en realidad del teatro kabuki japonés).

La Rolling Thunder Revue, que así se bautizó la gira, y a su imagen y semejanza el documental producido por Netflix, fue una experiencia que desbordó lo meramente musical, y por ello, recurriendo al mismo impulso creativo, la obra de Scorsese busca desbordar el documental al uso. Cuenta lo que fue aquella experiencia, desde luego, pero no exactamente cómo fue. Porque, en esencia, parece que en su ímpetu creativo al italoamericano no le interesa la mera crónica -como ya hiciera magistralmente años atrás, por cierto, en No direction home-, sino aportar algo más y concebir una pieza artísticodocumental que, más allá de clavar detalles, transmita el espíritu de lo que fue aquella experiencia itinerante.

La cinta comienza con un juego de magia de los comienzos del cine. Y eso ya, conociendo a Dylan, es una pista destacada. A continuación, en sus primeras declaraciones, el cantante insiste en que no recuerda aquella gira, que ocurrió hace mucho tiempo; “¡Yo ni siquiera había nacido!”. Más allá de un guiño sobre el paso del tiempo, es una forma de preparar al espectador para lo que va a ver. Todos somos conscientes de que la memoria no es exacta, olvidamos cosas, las dulcificamos, a veces, incluso, confundimos, cruzamos o directamente inventamos recuerdos de manera inconsciente… Y eso es lo que han hecho Scorsese y Dylan en esta producción: crear la memoria personal de aquella experiencia artística.

Por otro lado, ya existe varios y muy destacados libros consagrados a analizar a fondo aquella gira de Bob Dylan, y Sony Music edita estos días una exhaustiva caja de 14 CDs que recoge los momentos más variopintos del músico y sus secuaces sobre las tablas. El tour está tan documentado que muchas voces autorizadas han podido señalar con precisión ‘jackdestripadora’ las muchas inexactitudes históricas del metraje. Así pues, ¿para qué un documental que cuente de nuevo las historias que ya son fácilmente accesibles?

The Rolling Thunder Revue. A Bob Dylan story by Martin Scorsese es un ejercicio de crónica creativa que podrá deleitar a unos y provocar a otros, pero lo que nadie debería obviar es que ofrece algunas grabaciones memorables del mejor Dylan en directo. Solo por eso, ya merece la pena. La cuestión es saber si existe suficiente metraje como para editar total o parcialmente alguno de aquellos conciertos. Sería el complemento perfecto para la edición en blu-ray del documental.

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