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¿Dónde quedaron las buenas intenciones?

María José Sánchez Soria
María José Sánchez Soria
Mujer y socialista. Activista social y curtida por mil frentes en la vida. Optimista vital en cada lucha y animosa en la dificultad. Hija del 64 y heredera de todas cuantas me precedieron en la búsqueda de justicia.
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análisis

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Hoy, mientras escuchaba las canciones que tanto nos animaron y que todos en algún momento tarareamos, en la maldita pandemia me preguntaba ¿dónde se fueron todas esas buenas intenciones?¿Es el hombre el único animal que no es capaz de aprender, de sus malas experiencias, de verdad somos tan brutos?

Reflexionando, entendí que las ideas del tardofranquismo vuelvan a estar “de moda”, después de sufrirlas durante 40 años de dictadura, que en otros países no sean conscientes de que el comunismo cuando se transforma en dictadura, deja de ser comunismo para convertirse en hostigamiento, acoso, falta de libertades, etc…

Tendremos que sentarnos a pensar concienzudamente en que quizá las formas de gobierno, que hasta ahora hemos conocido, no son efectivas, ni son lo que la mayoría de la población necesita. La democracia, que hasta ahora parecía la mejor forma de gobierno, no está pasando por su mejor momento. A la vista está lo que está ocurriendo en Gran Bretaña, en Brasil, en USA, donde si ganan los Bolsonaro, Trump o Boris Johnnson, la victoria es válida, y en España otro tanto de lo mismo, si gana la derecha es un gobierno válido, si no son ellos los que ganan: “nos engañan”.

El periodismo se vende al mejor postor, osea a quien les paga, sin importar que lo que vierten en sus medios de comunicación, sea cierto o no; la corrupción campa por todos los lados, y lo que es peor a los ciudadanos les da igual, se han habituado a que nos roben, nos estafen, nos engañen.

Hemos perdido la noción de lo que es realmente importante, nuestra familia y amigos, que son la mayor riqueza que pueden tener los hombres, junto a la salud que nos permite alcanzar nuestras metas y la cultura que nos hace personas libres. Por encumbrar la riqueza en los bancos, tener más, y más grande, no ser menos que nuestros vecinos, atesorar el vellocino de oro, ese mismo que dejaremos aquí cuando nuestra vida llegue a su fin.

Cuando una tarde charlando con amigas o amigos, nos reconforta el alma, nos alienta y alimenta, nos hace perder el desasosiego, la ansiedad, el estrés; pero lo posponemos por estar tan atareados, que muchos días nos falta ¡hasta respirar!.

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