El magistrado de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón dictó ayer un auto de libertad provisional para el excomisario de Policía José Manuel Villarejo, nueve meses antes de que se cumpliera el plazo máximo de prisión preventiva.

La razón de esta puesta en libertad fue que sólo se solicitó la prisión preventiva en la causa principal y no en las 31 piezas separadas ni por parte de las acusaciones particulares, como la de Unidas Podemos, ni por la Fiscalía, hecho que provocó que tanto el juez instructor como la Sección Cuarta de la Audiencia Nacional censuraran la actitud del Ministerio Público al estar en desacuerdo con «el tratamiento estructural que realiza el Ministerio Fiscal de la causa, a la hora de mantener la situación personal de José Manuel Villarejo Pérez, entendiendo que no puede pretenderse bajo ningún concepto una proyección expansiva de la gravedad de las conductas que se persiguen en la principal, a todas las piezas, y menos aún a los efectos del mantenimiento de una situación de prisión provisional».

Mientras Villarejo salía a la calle, la Fiscal General del Estado se encontraba en un despacho del exjuez Baltasar GarzónBalta» para los amigos, entre los que está incluido el excomisario) reunido con un periodista también muy cercano a Villarejo, Eduardo Inda, para, en principio y según la versión oficial, conceder una entrevista que fue publicada.

Este hecho sorprende por varias razones. En primer lugar, las relaciones de amistad entre Baltasar Garzón («Balta») y Dolores Delgado con Villarejo son evidentes y se pueden comprobar en las grabaciones hechas públicas en las que, por cierto, la actual Fiscal General del Estado calificó de «éxito garantizado» el negocio de alta prostitución que había montado el excomisario para sonsacar «información vaginal» a gente «dura, correosa, en los Consejos de Administración, le ponías una «chorbita», se la tiraba y a ese tío que iba a tomar… y muerto. Pero la gente es más simple. No he visto gente más tonta. Además, es que es lo importante y contaban las cosas para que las chicas se sintieran cautivadas», como se puede escuchar al excomisario en las grabaciones que se hicieron públicas.

En segundo término, Dolores Delgado tiene que dar muchas explicaciones, ante la prensa, el Gobierno o ante el Congreso de los Diputados, sobre lo que habló y se trató en su reunión con Eduardo Inda porque la versión dada genera muchas especulaciones y sospechas.

Por otro lado, Dolores Delgado ejercía como fiscal en la Audiencia Nacional cuando se inició la causa y, aunque no tuviera una relación directa con el caso, puesto que ella era experta en terrorismo internacional, estaba allí, del mismo modo que lo estaban otros amigos y amigas como Fernando Andreu o Santiago Pedraz.

También resulta sorprendente que la reunión se haya producido con un periodista condenado por atacar al vicepresidente segundo, Pablo Iglesias Turrión, y que éste no haya hecho una condena expresa de la reunión más allá de un tuit muy metafórico:

Dolores Delgado debe dimitir porque una Fiscal General del Estado no puede estar «marcada» por la sospecha, sea fundada o no, de que algo haya presuntamente podido tener que ver con los errores de la Fiscalía en el caso de Villarejo, sobre todo cuando hay documentación del propio excomisario en la que se pueden comprobar las buenas relaciones y la familiaridad con la que se trataban.

Si la Fiscal General del Estado no toma esa decisión, el presidente del Gobierno están en la obligación moral, política y democrática, de cesarla de su cargo porque la Justicia española ya tiene el suficiente volumen de desprestigio como para que se incremente con casos como el de Villarejo o la protección a la banca, principalmente a Banco Santander, por parte de los tribunales españoles.

Este es otro punto que hace insostenible la permanencia de Dolores Delgado al frente de la Fiscalía General del Estado. Las amistades o las relaciones personales cercanas al entorno del banco cántabro hacen muy difícil creer en la imparcialidad, la independencia o la buena praxis, sobre todo cuando recientemente la propia Fiscalía ha sido la que, a pesar de haber suficientes evidencias, solicitó el sobreseimiento de una causa por blanqueo de capitales en la que estaba implicado el Santander. Todo ello a pesar de reconocer que existían pruebas suficientes como para determinar que sí existieron esas prácticas.

Hay que recordar que Dolores Delgado, además de pareja del exjuez Baltasar Garzón, es amiga de los magistrados Fernando Andreu y Santiago Pedraz y del abogado Manuel Medina, un hombre que trabajó como asesor y lobista del Santander. Este letrado, además de su trabajo como abogado, escribe libros. En uno de ellos, El éxito de la humildad, le dedica un capítulo completo a Dolores Delgado, donde se cita su amor por correr «entre los olivos, monta a caballo, torea al alimón con Enrique Ponce sin temer al toro. Lo suyo es aprender algo nuevo cada día». Más adelante, en el mismo libro, se señala que la vida profesional de «Lola es admirable, pero no lo es menos su personalidad en la vida privada, la que dedica a la familia y a sus amigos y compañeros de profesión, hacia todos los cuales profesa una admirable lealtad». Las coincidencias entre la reunión con Inda y la salida de Villarejo de la cárcel hace que muchas personas se pregunten, lícitamente, ¿esa lealtad también es aplicable al excomisario? Si así fuera, sería muy grave.

De izquierda a derecha: Santiago Pedraz, Manuel Medina, Dolores Delgado, Baltasar Garzón y Fernando Andreu en la presentación del libro «Se vende banco por un euro»

Por esa razón, Dolores Delgado tiene que dar muchas explicaciones. Primero al Gobierno y, posteriormente, al Congreso de los Diputados, donde ya se ha pedido su comparecencia por parte de ERC, Unidas Podemos y Bildu. Sería muy sorprendente que el bloque de la Transición se opusiera como ya ha hecho a que se inicie una comisión parlamentaria sobre la presunta corrupción de Juan Carlos I.

Respecto a Villarejo, ¿qué decir del hombre que tuvo en sus rodillas a Grace Jones? Sus declaraciones a la salida de la cárcel no dejan en muy buen lugar a su amiga Dolores Delgado, sobre todo cuando, en referencia a su puesta en libertad, afirmó que «Le he agradecido a la Fiscalía su petición y al tribunal por la decisión tomada ayer». Tampoco ayuda a Dolores Delgado que el excomisario dijera que «Me lo han robado todo menos mi confianza en la Justicia».

Muchos ciudadanos y ciudadanas de este país gustarían de tener esa confianza de Villarejo en la Justicia. Sin embargo, los abusos que los tribunales o la propia Fiscalía permiten con sus decisiones incomprensibles hacen que más de 70% de la ciudadanía en España desconfíe del tercer poder de la democracia, sobre todo cuando se trata de asuntos en los que se ven obligados a enfrentarse a los poderosos que tienen la capacidad de contratar a los despachos de abogados más importantes que lo son, sobre todo, por su capacidad de influir o presionar para que las decisiones de los tribunales sean siempre favorables a sus clientes. No en vano hay quienes, presuntamente, van presumiendo de que ellos tienen la capacidad de decidir lo que ganan y lo que pierden.  

3 COMENTARIOS

  1. ¿Qué pasa con las mujeres del PxxE? Dolores en contacto estrecho con las cloacas, Nadia contra los trabajadores y pensionistas, Carmen menos feminista que las del PP, la Margarita con los pétalos caidos ante este ejército nada parecido a otros como por ejemplo el portugués, María Jesús sin enterarse(¿?) de las declaraciones del IRPF del Demérito.
    No es extraño que el Pp no levante cabeza, el extremo centro derecha ya se esta rearmando a velocidad de crucero.

  2. Éso sería lo más lógico y razonable, que esta señora dimitiera o la «dimitieran». Pero ya sabemos que en este país las dimisiones tienen que ser casi a punta de pistola. En cuanto a que la cesen, es complicado, porque Pedrito ya sabía a quien colocaba ahí, al igual que sabe del palo que van Marlaska, Calvo, Calviño, etc. El Psoe sólo es de izquierdas en campañas electorales, a la hora de gobernar es un partido más de derechas.

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