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Diagnóstico: esquizofrenia. 50 años después

Ricard Mira
Ricard Mira
Con 17 años me diagnosticaron esquizofrenia paranoide precoz, y de los 17 a los 21 me hicieron electochoques, además del tratamiento farmacológico. Después de 50 años medicándome con antipsicóticos, ahora llevo más de 2 sin tratamiento por consejo del psiquiatra. Cada semana recibo seguimiento psicológico y psiquiátrico por teléfono. Con los años he mejorado poco a poco y he ido aprendiendo a detectar la subida de adrenalina en sangre que precede a los brotes psicóticos.
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análisis

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Me diagnosticaron esquizofrenia a los 17 años. Yo, que era muy sociable,
pasé a relacionarme solo con mi familia y los compañeros del trabajo. No
salía de casa más que para ir a trabajar, y los amigos dejaron de venir
a verme. Ni mi familia ni los demás sabían muy bien cómo tratarme y,
como es lógico, me sentía muy solo, incomprendido y excluido. De eso
hace ya más de 50 años, pero algunos de los prejuicios que sufrí
entonces aún siguen estando bien arraigados en la sociedad. Por eso
quiero hablar del estigma en contra de los enfermos mentales.

Personalmente lo he sufrido durante décadas y conozco a mucha gente que
también. Hay un clima social que hace la vida todavía más difícil a
personas que ya sufren bastante. En mi opinión, esto pasa porque la
información que tiene la sociedad sobre este tema es poca y errónea.
Considero que los periodistas y los cineastas han hecho mucho daño,
porque suelen presentar a los enfermos mentales como personas muy
peligrosas. En realidad, los estudios de los expertos dicen que la
incidencia de la violencia es igual en las personas con enfermedad
mental que en las sanas, pero la sociedad no lo ve así. Y es un círculo
vicioso: como hay estigma, los enfermos no hablan abiertamente de lo que
les ocurre, lo que provoca que la sociedad no pueda entender al
colectivo y el estigma aumente. Yo siempre, desde que a los 21 años tomé
conciencia de lo que me había pasado, he explicado mi situación porque
quiero que se normalice en la sociedad. Nunca he creído que fuera algo
que hubiera que esconder. Es verdad que, como lo cuento en cuanto
conozco a alguien, mucha gente deja de relacionarse conmigo de repente.
Pero eso me anima a seguir diciéndolo porque así no tengo disgustos más
adelante. Los diferentes estudios dicen que hay diferentes porcentajes
de enfermos mentales que han sufrido estigmatización, pero basándome en
mi experiencia y en la de muchos conocidos, creo que la proporción real
es el 100%.

Hay algo que todos podemos hacer para mejorar la situación. Algunas
expresiones simplemente no son correctas. Por ejemplo, un día que estaba
hablando con un vecino de toda la vida, cuando la mujer le preguntó qué
le había dicho, él le respondió: «no hagas caso, que está loco». Me
sentó muy mal, claro. Otro día, estaba hablando tranquilamente en la
calle con unos niños que conocía y cuando su madre lo vio les gritó
diciendo que volvieran a casa porque había un loco fuera del manicomio.
Muchas veces se han hecho comentarios de este tipo («aquí corremos
peligro») referidos a mí, conmigo delante. Se puede ser más considerado.
Esas reacciones las suelen tener personas que no me conocen mucho. En
cambio, cuando se me conoce, se me trata bien. O sea que lo que hay ahí
es un prejuicio que desaparece cuando se sabe más.

Y también en general, cuando se habla de otros temas, se puede hacer
mejor. Según cómo se dicen las cosas, se puede cambiar la percepción
sobre algo, tanto de la sociedad en general como de los afectados. Por
ejemplo, si un afectado por un problema mental oye la frase «que no
estoy loco» en los contextos en los que se suele decir, luego puede
tener reparos a la hora de decir en el trabajo lo que le ocurre. Eso
está pasando, y añade un problema al problema. Antes se decía mucho «que
no soy maricón», y eso ahora ya no está nada bien visto entre muchas
personas. Pienso que somos uno de los colectivos más estigmatizados y
que, mientras otros colectivos han ido consiguiendo más consideración,
la sociedad aún no ha rectificado la discriminación que sufrimos los
enfermos mentales. Pero nosotros también merecemos respeto. Además, las
enfermedades mentales le pueden afectar a cualquiera, por ejemplo si se
sufre mucho estrés durante demasiado tiempo o por una pérdida inesperada
de alguien querido. Nadie está a salvo de esto. Entiendo que si no se
sufre este problema no parezca importante evitar esas expresiones. Yo
mismo, antes de que me diagnosticaran, hablaba más a la ligera. En ese
sentido, la esquizofrenia me ha hecho mejor persona.

Otro error que habría que evitar es el de utilizar terminología de salud
mental para hablar de otros temas que no tienen nada que ver. Por
ejemplo, cuando alguien es contradictorio, los periodistas suelen decir
metafóricamente que tiene una actitud esquizofrénica. Ir oyendo la
palabra en esos contextos va cargándola de negatividad añadida y
entonces cuando se utiliza con su sentido propio provoca un rechazo muy
fuerte.

En cualquier caso, hay que hablar más de salud mental, dejar de
considerarla un tabú. Y más ahora que hemos pasado por una pandemia y
tenemos una de esas situaciones mundiales que propician la aparición de
problemas mentales, además del consumo de drogas que cada vez está más
extendido y últimamente es uno de los desencadenantes principales. Sé
que corregir la mala información es difícil, porque cuesta más revertir
que partir de cero, pero hay que hacerlo y entre todos lo conseguiremos.

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