Según Naciones Unidas dos de cada diez niños sufren acoso escolar. En cifras más contundentes, estaríamos hablando de unos 250 millones de niños y adolescentes que padecen este hostigamiento a nivel mundial.

En España estamos hablando de una lacra que afecta al 4% del alumnado según ha informado el Ministerio de Educación (cifras con las que hay que tener en cuenta que muchos de los casos son desconocidos). Los datos, lejos de disminuir, han ido aumentando de manera exponencial en los últimos años. En el año 2016, según la Fundación ANAR de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo, se duplicaron respecto a 2015.

Lo cierto, tal y como señala el informe realizado por esta fundación junto con Mutua Madrileña, es que la sociedad española se ha hecho más consciente del problema que, hasta ahora, no tenía atención mediática ni institucional.

Pero no todos los datos son negativos. También se observa cómo hay una tendencia positiva: cada vez más las víctimas de acoso piden ayuda, son conscientes de su situación y tratan de solucionarlo. Por su parte, los responsables de los centros educativos están recibiendo formación y conocen cada vez más las medidas a tomar en estas circunstancias. Aunque el punto fundamental sigue siendo el papel que juegan los profesores en estos casos.

Desciende la edad de las víctimas de acoso escolar, situando la media en torno a los 10 años, aumentando de manera significativa la franja de edad de los 7 años (cuando antes estaba en los 11), y llama especialmente la atención el uso de las redes sociales para causar daño a los más pequeños. Los tipos de ciberacoso más frecuentes son las agresiones verbales, seguidos de amenazas y la difusión de imágenes y videos comprometidos.

El perfil de los agresores también queda perfilado en este informe. Las agresiones físicas son, mayormente cometidas por barones (55,7%) con una edad media de 11 años y normalmente van a la misma clase que el acosado. Sin embargo, en el cyberbulling (acoso a través de internet), el perfil de las agresoras es eminentemente femenino, suelen actuar en grupo y tienen una edad de 13,8 años. También suelen ser de la misma clase que su víctima.

Ante los casos de ciberacoso (cyberbulling) los expertos recomiendan tomar una serie de medidas de manera inmediata: no responder ni reenviar los mensajes, conservar la evidencia del acoso (anotando fechas, horarios y descripciones de las ocasiones en que se han producido los hechos), guardando e imprimiendo toda prueba. El bloqueo a los acosadores debe ser también inmediato.

Conocer las señales es fundamental para poder establecer de manera inmediata mecanismos de ayuda:

Víctima de acoso

  • lesiones inexplicables
  • ropa perdida o destruida, libros, objetos de valor desaparecidos
  • frecuentes dolores de cabeza, estómago, sensación de mareo o fingimiento de enfermedad para ausentarse del colegio
  • cambios en los hábitos alimenticios (saltarse comidas o comer de manera compulsiva)
  • dificultad para dormir o pesadillas frecuentes
  • pérdida de interés en las tareas escolares, incluso pérdida de ganas de ir a la escuela
  • pérdida súbita de amigos, evitando situaciones habituales de encuentro con otros niños
  • sentimientos de impotencia, disminución de la autoestima
  • conductas autodestructivas: fuga del hogar, comentarios sobre suicidio

Acosador

  • Se involucra en peleas físicas o verbales
  • tiene amigos que intimidan a otros
  • es cada vez más agresivo
  • acude con frecuencia a la oficina del director del centro de estudios
  • tiene dinero o pertenencias sin razón conocida
  • culpa a otros de sus problemas
  • no acepta la responsabilidad de sus acciones
  • es excesivamente competitivo y se preocupa demasiado por su reputación

Es fundamental prestar atención, establecer comunicación con los menores, un vínculo de confianza  (para lo cual es imprescindible no mentirles y en caso de recibir denuncia por su parte, explicarles con claridad la situación y los pasos a llevar a cabo, dándoles seguridad y reforzando su comportamiento de denuncia). Jamás resten importancia a un aviso, por leve que este sea. Es preferible pecar de exceso de celo que desatender una llamada de auxilio.

Los padres o tutores de los menores deben ponerse en contacto de manera inmediata ante cualquier señal con organizaciones especializadas, que les indicarán en todo momento la forma adecuada de proceder (tanto con los centros educativos como con la policía llegado el caso).

Explique a sus hijos o menores a su cargo la importancia de denunciar este tipo de hechos, tanto cuando puedan ocurrirles a ellos mismos como a cualquier niño de su entorno. 

Tengan siempre visible el teléfono gratuito de ayuda ante el acoso escolar: 900 018 018

 

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