¿No le pasa a usted que a veces las cosas que son demasiado simples le parece que, en realidad, no las ha entendido bien y merecen ser pensadas y repensadas para encontrarles la trampa? Esas circunstancias en las que uno piensa: «no puede ser cierto, no puede ser tan simple… Algo debe haber aquí que se me escapa. ¿O es que piensan que soy idiota?»

Esta sensación se me ha quedado tras escuchar el discurso de Susana Díaz. He tenido que buscarlo y verlo de nuevo porque la primera vez me dejó un vacío extraño, una sensación de no saber bien quién estaba traspasando la frontera: o ella se pasaba de lista o yo de tonta. Así que bolígrafo en mano, tomando notas, he prestado atención de nuevo a las intervenciones del Comité Director del PSOE de Andalucía celebrado ayer.

Lo primero que me llama la atención es la escenografía de lo que se supone debería ser una mera reunión de trabajo entre compañeros de partido. Parecía más bien un plató de televisión, un show, donde una vez sentado el público aparecen las estrellas saliendo cual equipo de fútbol por una puerta lateral para subirse al estrado. Ese caminar de nalga apretada y mentón levantado, orgulloso por sentarse «allí» y no «aquí». Las cámaras que hacen un barrido que permite ver que, a su vez, también hay rangos entre «el público» (perdón, «los delegados»). En las primeras filas siempre los que se supone que son más «importantes», donde hoy estaba la autodenominada «autoridad máxima», aquélla que se llenaba la boca apelando a la militancia e insinuando el secuestro por parte de la actual dirección, pero que seguidamente argumentaba ante la prensa que no tenía previsto llamar a Pedro Sánchez porque ahora era un «simple militante». Esos son los que se sientan en primera fila y adoptan una pose muy digna mientras les enfocan las cámaras.

Micaela presenta la propuesta de la mesa que ha de regir el Comité Director. Seguramente el lector no sepa de qué va esto, y si lo ha visto en el vídeo se habrá llevado una impresión bastante lejana de lo que en realidad es: una mesa en estas reuniones no es más que un pequeño equipo de trabajo para el correcto funcionamiento del encuentro. Su acometido es velar porque se cumplan los estatutos durante el transcurso del Comité, así como tomar acta de todo lo acontecido. Sin más. En los sitios más sanos (democráticamente hablando) la constitución de la mesa suele hacerse por sorteo, en los más oxidados por las tretas sin embargo, suele ser de vital importancia la composición de la misma porque ésta es la que controla los turnos de palabra y la que dejará constancia de lo que supuestamente se ha dicho y de lo que no. Por eso suele decirse que «quien controla la mesa controla la asamblea». Discúlpeme el lector este cursillo fugaz sobre experiencia asamblearia, pero es muy significativo tenerlo en cuenta para comprender el teatro miserable que nos venden. Sobre todo estos días en el PSOE.

Ante la propuesta de la mesa, lo primero que llama la atención es que, algo que normalmente debería ser un mero trámite (donde se nombran los nombres propuestos de manera totalmente llana y sin ornamentos),esta vez se ha convertido en la excusa para aplaudir sin sentido a sus integrantes. Como si eso fuera algo especial o a tener en cuenta. La verdad de todo esto era el baño de masas que Pradas necesitaba darse después de lo sucedido estos días. Al fin y al cabo este señor está siendo una de las voces principales del golpe de Estado contra Pedro Sánchez y hace tan sólo dos años era quien se encargaba de dirigir el equipo del actual Secretario General en la campaña de las primarias.  Las vueltas que da la política.

Era evidente que había que premiarle de algún modo por su lealtad a Susana y su papel tan bien jugado. Y aunque usted no lo comprenda, para algunos tiene mucho valor que les hayan puesto dirigir la mesa del Comité Director. No vaya usted a pensar que este «premio» tiene algo más que el hecho de estar sentado en una mesa junto a dos personas más, pasándose toda la reunión dando turnos de palabra y tomando notas sobre o dicho. Pero Pradas ha agradecido emocionado este gesto y ha aprovechado la ocasión para soltar un discurso que estaba totalmente fuera de lugar. No le corresponde a un presidente de mesa tomar la palabra de ese modo y al comenzar una reunión. digamos que ha sido muy evidente que le han colocado para que sus palabras rebotasen por todas las agrupaciones.

Llama la atención el hecho de que se aplaudiera a los integrantes de la mesa, siendo algo meramente formal y práctico. Es sorprendente montar semejante espectáculo. Un panorama que ponía los pelos de punta: al más puro estilo estalinista. Nadie puede atreverse ante semejante situación a proponer una lista alternativa. Nadie en su sano juicio tendría agallas a plantar cara al gigante.

Un escenario montado para que Susana Díaz diera un discurso que analizaremos en una pieza posterior. Porque no puede entenderse sin el contexto que aquí se describe: todo preparado, utilizando la imagen de un partido para hacer pensar que hay pluralidad y una masa de gente dispuesta a «meter el hombro», cuando en realidad todo está perpetrado milimétricamente. Ayer se inició el teatro: se marcó el guión y los argumentos. Ahora veremos quiénes siguen el dictado.

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