Desde el principio no tenía muchas opciones.

Una recomendación y algún halago de muy arriba, y la caza estaba servida.

Sólo era cuestión de encontrar los puntos débiles. Algún roce. Una opinión. Incluso nada.

Poco a poco, Los Favoritos dejaban caer un comentario, se irritaban si “El Nuevo” se mostraba complaciente, retrasaban informes, pedidos. Murmuraban. Miraban. Observaban. Vigilaban.

Bultos que caminan.

Hasta que el más cobarde, El Babas, el que le decía al informático cómo “hacer” un hijo varón y preguntaba a cualquier voz femenina –por teléfono, claro- si le iba bien con su marido, hizo amago de golpearle. Justo cuando la puerta de los jefes se abría. Justo cuando no había nadie más. Justo cuando “El Nuevo” le retó a salir a la calle, a gritos.

El Babas no salió, por supuesto. Lloró como una nenaza a solas con un  jefe boquiabierto, lanzando acusaciones veladas. De pronto, citaba a su familia, y se hundía en aquella interpretación que tan buenos resultados le había  proporcionado  en los últimos años, a la par que recordaba oscuros favores.

Cuando “El Babas” -¡un inconsciente!- amagó contra “El Nuevo” (30 años menos, 1,85 de altura y unos 95 kilos), y luego se dieron la mano,  el episodio nos resultó tan incomprensible como el funcionamiento de un frigorífico. 

Pero la cosa empeoró cuando “La Marquesa” propuso celebrar su Santo, y “El Nuevo” no fue invitado.

“El Nuevo” se comió el “coco” durante días, preguntándose y preguntándonos qué había hecho mal, y la razón por la que no había sido invitado. A nosotros también se nos escapaba; sólo acertamos a decir que no le diera vueltas ni hiciera preguntas;  que no merecía la pena,  cosas de los trabajos. Otro día podía ser cualquiera el que no fuese invitado. Nos dijo que sí, que era verdad, que estaba de acuerdo.

Pero no lo estaba y sí preguntó.

VOCABULARIO

LA MARQUESA:

“Vamos a ver”

“Ya …”

[Susurros]

MARIBADESA:

“De acuerdo”

“Yo se lo digo”

“Vale”

“¡Pues sí!”

BECKHAM:

“Sí”

“No”

“Es que no me ha dicho nada”

BABAS:

“¿Quieres un caramelo?”

“¡Si tú supieras!”

“No te lo puedes imaginar”

“Esto se vendría abajo sin mí”

“Son unas brujas”

EL NUEVO:

“¿Yo?”

“No sé”

“¿Tú crees que le gusto?”

“Tenéis razón”

[Chiste]

[Otro chiste]

El vocabulario es muy importante. 

Ha llamado “El Nuevo”llorando como una Magdalena. Almudena ha intentado calmarle; está super preocupado por su trabajo y porque le han impuesto una sanción;  jura que “no ha hecho nada” y que “no entiende  lo que está pasando”. Que el instructor le había asegurado que “no tenía motivos para inquietarse”  y que “llegarían hasta el fondo”…  

No nos lo podemos creer; pero, ¿qué ha pasado?

El acosado debe permanecer en la ignorancia.

(Véase “Trucos”; en la ignorancia, todo se amplifica; no hay certezas; la desorientación es la conclusión. La reacción es el pánico o la autoinculpación).

“El Nuevo” ha reconocido la comisión de la falta.

 Sí era cierto.

Suele excluirse al acosado de conversaciones comunes, muy especialmente de aquellas que simulan camaradería o sucesos coloristas; en realidad, otro modo de utilizarse unos a otros para sus fines, mezquinos, pequeños y sin relevancia.

Es el momento dedicado a Cómo Crear Buen Ambiente, coexistiendo medias verdades con medias mentiras (ver si se puede escribir junto), y otras técnicas.

Merecen un apartado especial, por su simplicidad, perversión e indignidad (del acosador/es) los “Trucos”: consiste en atribuir a la persona a acosar  justamente aquellos comportamientos que realiza el acosador.

Por ejemplo:

Que tú te quejas de él; pues precisamente: entrará en el despacho del jefe diciendo que NUNCA le cuentas nada. Luego, si le llama el jefe delante de ti, lo irá matizando.

Si pides un traslado y te lo dan, aducirá que es disciplinario y que por fin “han” conseguido echarte.

Después de maledicencias, quejas a  supervisores,… se trataba de retener su atención hasta que explotara cuando alguien, tras mirarle con intención, se dirigiese al despacho de los jefes con aplomo y cara de pocos amigos.

Fue entonces cuando “El Nuevo” interpretó erróneamente la representación y gritó, dos veces, bien alto: “¡Hijo puta!”.

El vocabulario es muy importante.

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