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Desobedece o muere

David Márquez
David Márquez
Escritor de artículos y ficción. Colabora con diversas publicaciones periódicas y ha publicado: ¿Y? (microrrelato) y DAME FUEGO (el libro) (microrrelato, poesía y otros textos), ambos trabajos inconfundiblemente en línea con el pensamiento y estilo que manda en sus artículos, donde muestra su apego a la libertad total de ideas, a lo humano y analógico, siempre combativo frente a cualquier forma de idiotez. amazon.com/author/damefuego
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análisis

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Paralelamente a la proliferación de aseguradoras especializadas en medicina digital y otras sustituciones por el estilo, detecto un vertiginoso deterioro de servicios públicos, más el consiguiente y necesario cabreo de usuarios a las puertas de centros de salud, oficinas y delegaciones varias.

El ciudadano obediente, bien vacunado, enmascarado y limpio, tras seguir al pie del decreto las obligadas “recomendaciones”, habiendo comulgado con aislamientos, cuarentenas, confinamientos y facturas de electricidad, fija su atención, veinticuatro horas, en la pantalla que lo mantiene al día en cuanto a restricciones, prohibiciones y clavadas, encuentra agujeros, precipicios entre lo que debería esperarse y lo que le ofrece su Estado de Derecho amparado en una Constitución ultrajada, de risa, donde solo brillan obligaciones que en dureza parecen de chiste comparadas con las que ni siquiera allí figuran, esas que se dan a conocer por “los medios”.

Y es que la tele y el Internet conforman un nuevo dispensario, la nueva Carta Magna “en vivo”, elástica, participativa y caótica, donde cada “experto” interpreta y despacha derechos y obligaciones que sorprendentemente van a debate y se aprueban. Esto ocurre cuando los políticos mutan definitivamente a marionetas colaboracionistas, cuando los medios de confusión y neurotización se venden a la “última noticia” y los empleados con suerte, privados o públicos, obedecen y callan, pensando que a ellos no les va a tocar.

Pero ellos, ahora lo ven, son los siguientes en la lista. Y lo siguiente, por qué no (ya todo es posible), puesto a imaginar, podría ser privatizar la Justicia, inventar prisiones de pago, un nuevo Tribunal de la Inquisición “inteligente”, que “piense por ti y los tuyos”. A un paso nos veo de la realidad futurista de aquel “viejo film” (etiqueta esa de “viejo” muy práctica para mandar cultura, arte y conocimiento al olvido) titulado “The time machine” (Estados Unidos, 1960), basado en la novela de H.G. Wells.

Todo encaja: los habitantes de un futuro mundo ignorante y apático, donde los libros se pudren, dejan ahogarse a la chica, Weena, heroicamente rescatada por un “humano a la antigua”, Rod Taylor, en tanto obedecen la señal hipnotizadora de los Morlocks, para someterse a sus látigos con total mansedumbre.

Ya va siendo hora de apagar la tele, neutralizando su poder hipnótico, de salir a la calle sin bozal y consumir todas las hojas de reclamaciones que hallemos en nuestro duro camino por la supervivencia, digo yo, y muchas.

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1 COMENTARIO

  1. «Y mientras las cosas caían a pedazos, nadie prestaba demasiada atención» (Talking Heads).
    La sociedad no solo ha demostrado obediencia, sino una fe ciega de aquellas anitguas, supersticiosas. Y sí, la televisión y los grandes medios informativos multimedia (las redes sciales son una clase de catecismo constante), han sido el prostíbulo de una Nueva Normalidad Neonazi, aunque de nueva no tiene nada, solo han seguido las consignas ya dictadas en el siglo pasado con medios más potentes para el adoctrinamiento del miedo y el amén. El ser humano pensante, es ya solo un zángano en una colmena que rige una reina voraz.
    Ya va siendo hora… Sí, estoy de acuerdo.

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