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«Desde la rasmia, vengo de propio»

Isabel Bailo Domínguez
Isabel Bailo Domínguez
Profesora de educación infantil, técnica fitosanitaria cualificada, técnica medioambiental y forestal, madre a tiempo completo, actualmente estudiante de grado de historia y Rebelde con causa.
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análisis

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<<Cuando hay un tumor, hay que extirparlo antes de que se extienda>>

Vociferaba un triste varón,  con ínfulas  de  creerse caballero  andante, más  era tan mentecato y bergante que  no alcanzaba ni a ser bufón, ni  a colocarse las calzas llegaba, en virtud de su panza prominente y exacerbada.

Cuál era su fatuidad,  que utilizaba fingida humanidad y honor para valerse en su propósitos.

Daba igual quién se cruzase  en su periplo: Dama, vagabundo, corcel, letrado, un queso semi curado y hasta con «el clero hemos topado».

Todo era bien hallado, utilizado, sangrado y hasta descabezado.

«No entro en debates», remataba el traidor, cuando cercenaba a sus víctimas cual Jack el destripador.

El muy canalla embelesaba a la orbe con su charlatanería y verborrea, pronunciándose  como: filósofo, historiador, versado en letras, fontanero, alquimista, almendrero.. pero si  y  hasta  de   masonería, cursaba el quinto curso del máster, decía.

En fin, jornada tras jornada transcurrían los años, sabiéndose indubitable ante los acaecimientos  que provocaba el infastuo.

Topase un día con una  doncella en apuros, a lo que el bellaco rumiò hacia  sus adentros  <<esta es la mía… otra  pá mis aposentos>>  La embaucaré, utilizaré y  luego, la tiraré.

 ( imaginad,  todo esto, propendiendo tres  flatulencias altisonoras y hediondas, mientras se preparaba el presunto marqués.) 

Lo que no sabía el depositario de mentiras, almario de embustes, silo de bellaquerías, publicador de sandeces, enemigo del decoro,  harto de ajos, corazón de mantequillas, pan mal empleao y prevaricador del buen lenguaje, era que aquella , no era una simple damisela, era una dama  del reino de Aragón, llevaba en su sangre nobleza por obligación.

Desde bien pequeña la instruyeron en el arte de la justicia,  la honradez, probidad, honor, la razón y la verdad en el corazón.

 Más cuando el bufón quiso darse cuenta del agravio que intentó, ya fue tarde, ella sola lo desarmó,  le insertó una patada en su línea de flotación.

  Profirió, donde más le podía atormentar, en su altivez  y su baja nombradía,  cayó. Proclamó a los cuatro vientos, la verdad de su acción.

Por ello… «Con la venia» dedico estas letras versadas,  a todas aquellas almas que han sido agraviadas por este truhán moderno y majadero  antiguo.

Epílogo:

Muchos  son los andantes dijo Sancho.

 Muchos, respondió don Quijote, » pero  pocos los que merecen nombre de caballeros»

CAP VIII  ( Don Quijote de la Mancha)

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