Ya habían comenzado las voces a crecerse y encresparse. «Marozsan es un nuevo Alcaraz» ladraban los comentaristas de medio mundo tras ver como Marozsan derrotaba en el primer set con cierta facilidad al correoso Coric (el verdugo de Davidovich Fokina en el anterior Open, en el de Madrid).
Coric es un tenista de una solidez y tenacidad sorprendentes. Al final del partido su camiseta parecía una bayeta de fregar de lo mojada que estaba, y siempre le tiembla una pierna antes de sacar, de hecho está en tal tensión antes de sacar que tiembla todo él. Y esa tensión es capaz de aguantarla el tiempo que haga falta: tres sets lo más largos posibles sin desfallecer. Esa capacidad de sufrimiento y aguante fue la que desmontó a Marozsan, que en absoluto es el nuevo Alcaraz. Comparado con el Muro del Palmar Marozsan es una abuelona de veintitrés años que, por edad, ya nunca podrá igualar los récords que tiene Carlos Alcaraz.
La derrota del tenista que derrotó a Alcaraz puso en su perspectiva real el partido que perdió el murciano. Cierto que Marozsan estuvo espléndido contra Don Carlos, pero no es menos cierto que en ningún momento durante el duelo vimos al mejor Alcaraz, ese que es capaz de prever las jugadas de sus rivales y los está esperando -casi tranquilamente- en su lado de la pista . Y, por el placer de exagerar, se podría decir que parece que Carlitos en esos momentos tendría tiempo hasta de bostezar.
El tenista que le derrotó ha sido derrotado. Sus millones de seguidores ya están en paz y esperando Roland Garros.
Roland Garros…, este año en el torneo francés va a haber mucha tela que cortar.
Tigre Tigre
