La mala educación

Taylor siempre fue un niño acomplejado. En la escuela era diana de todas las jugarretas de sus compañeros y el saco de boxeo en el que, hasta los más débiles,  desahogaban iras y frustraciones. En casa no había comprensión. Sólo palizas y reproches. Y sobre todo enseñanzas sobre el uso de la violencia como forma de protección y de desahogo. Cuando llegaba llorando del colegio,  su padre le llamaba inútil, le reprochaba que no supiera defenderse y le contaba historias de su juventud. Una de ellas, que repetía constantemente, trataba de cuando él iba a la secundaria y tuvo que llevarse un bate a clase el día después de que le colgaran de los calzoncillos en una percha del baño.  Se jactaba de haberse empleado a fondo, rompiendo un par de brazos y dejando algunos moretones en costados y piernas, pero, [y se pavoneaba], nadie volvió a tocarle. Le costó la expulsión durante dos semanas pero su fama de matón le protegió el resto de la secundaria. Su padre sólo era compasivo cuando le llevaba a tiro. A Taylor no le gustaba nada pero no podía decírselo. Durante la hora que pasaban practicando, su padre era un padre de verdad. Cariñoso, comprensivo, un padre que enseña con paciencia y cariño. Taylor se sentía entonces como un niño normal.

Por fin reinaba la quietud. Todo era ya un mal sueño. Ya nadie se reía. A su alrededor, todo era una gran charco de sangre y una veintena de personas inmóviles sembradas sobre las baldosas del centro comercial como el que siembra judías en una huerta sin criterio ni selección. El cañón del subfusil estaba caliente y humeante. La policía estaba fuera y no tardarían en entrar. Debía decidir si salir con las manos en alto o intentar llevarse a la tumba algún reidor más…


 

Deriva peligrosa

La UE lleva, con sus políticas de austeridad, años sembrando nacionalismo, odio y fanatismo. Sus políticas contrarias a los derechos, servicios públicos y la igualdad, que crean paro y pobreza, están hartando a sus ciudadanos que ven en la vuelta al nacionalismo más rudimentario y a la exclusividad de lo patrio, la única solución a este mal endémico de un sistema creado para sostener a ese 1% que posee el 99% de las riquezas.

Esas mismas políticas están llevando directo a esos hijos y nietos de emigrantes que se sienten excluidos y rechazados, a los brazos del fanatismo religioso que nos condena a la muerte indiscriminada en atentados destinados igualmente a hacer resurgir el miedo y que, del mismo modo que las políticas antisociales, sólo crean más fanáticos, mas nacionalistas y más xenofobia en un eterno bucle.

Los británicos, han sembrado a lo largo de su historia un sentimiento de superioridad hacia el resto del mundo que, junto con las miserias de la actual UE, ha sorprendido a todo el mundo con el triunfo del Brexit. Ahora intentan poner en evidencia a Cameron por haber convocado un referéndum que, según los medios interesados, nadie le había pedido, pero al que los británicos han respondido votando en conciencia (seguramente engañados) sobre unas enseñanzas equivocadas. Si siembras truenos recoges tempestades dice el refrán castellano.

En España, a esos lodos antisociales de la UE, se suman las actitudes conscientes e interesadas de unos grupos de comunicación que ya no hacen información sino adoctrinamiento, deformación y catecismo liberal. Medios que engañan y le meten el miedo en el cuerpo al paisano con supuestas financiaciones venezolanas, con manejos terroristas de un par de muchachos aprendices de actores, y que precisamente dos días después de las elecciones se quedan en nada. Ni los titiriteros hacían apología del terrorismo ni el informe PISA con recortes de periódicos sobre PODEMOS tenía ningún fundamento. Esta misma prensa indecente pasó de puntillas sobre la sanción de la UE al gobierno español por contaminar el Tajo. Ninguna incidencia en el escandaloso asunto de contaminación del Ebro, por una empresa dependiente del Ministerio de Agricultura que vertió ácido al río para que otra empresa concesionaria de la limpieza de aguas, ganara más. A los enfermos que han dejado morir por falta de medicamentos, tres segundos o un titular en páginas interiores y el informe de UNICEF sobre millones de niños en riesgo de pobreza que sitúa a España por detrás de Hungría o Rumanía, para después de las elecciones y de pasada. Todos los días la policía detiene a alguien por casos de corrupción. El último en la construcción del AVE a Barcelona. Como mucho, todo eso queda oculto en páginas interiores o se despacha con diez segundos en un telediario. Los atentados de ISIS, si provocan muertos europeos son una gran tragedia. Si no, treinta segundos y a otra cosa.

Me temo que, la desvergüenza es tanta, la impunidad de tal calibre, que algún día, cuando mueran cientos de personas en uno de esos casos impunes de intoxicación de las aguas de algún río, se llevarán las manos a la cabeza, y esos mismos medios preguntarán cómo ha sido posible. No digamos los irresponsables, dañinos y perniciosos votantes de un partido, encausado hasta el aburrimiento, por cientos de casos de corrupción. Esos ni preguntan, ni quieren saber. Cuando no haya hucha para pagar las pensiones, ¿qué preguntarán?

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Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.

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