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Delitos del tabaco

El contrabando multiplica cifras y sus redes las apadrina el crimen organizado ante la presión policial sobre el tráfico de alcohol y drogas

Juan-Carlos Arias
Juan-Carlos Arias
Agencia Andalucía Viva. Escritor
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análisis

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El masticar o fumar hojas secas del tabaco es ancestral para los humanos. Aspirar humo mediante pipas se practica desde la noche de los tiempos. Aunque Herodoto relató que los babilonios fumaban cáñamo, en Pompeya ramas de arbustos y los celtas lo hacían en pipas triangulares de bronce, está contrastado que el tabaco viene de América. Allí era un elixir.

Fue Rodrigo de Jerez, Capitán de ‘La Niña’, el primer europeo que relató la existencia del tabaco. Lo fumó tras ser invitado a ello por indígenas Guanahaníes eufóricos en rituales purificadores. Rodrigo fue, también, el primer contrabandista del tabaco. En 1497 trajo de matute, sin constar en el manifiesto de carga, tabaco para autoconsumo. De inmediato ‘sabios’ de la corte de Carlos V atribuyeron al tabaco virtudes medicinales, pero el Santo Tribunal declaró que fumarlo era pecaminoso. Sentenció que ‘solo Satanás confiere al hombre la facultad de expulsar humo por la boca’. ¡Cuántas paradojas, hipocresías e intereses engendró, hasta nuestros días, el tabaco!

Fumar tabaco, andando el tiempo, hizo que las élites cortesanas de toda Europa acabaran popularizando un hábito que desembocó en negocio. Esa realidad la acotaron desde diferentes metrópolis de imperios coloniales. El tabaco maridaba placer, escala social y unos efectos terapéuticos que entonces se le atribuyeron. Los primeros ‘estancos’ los controlará el estado vía monopolios e inspectores en diferentes países de la Vieja Europa. El ‘mercado negro’ fue parejo a dicho control oficial desde el siglo XVII.

Hoy en día sacan tajada del macro negocio mafias, el crimen organizado, recaudadores tributarios y miles de manos que cobran de una fechoría basada en obtener máximo beneficio con mínimo riesgo e inversión. Estadísticas de OMS e Interpol establecen que el contrabando de tabaco genera un negocio mundial que sobrepasa los 180.000 millones de euros.

La mitad del 28% de españoles que aún fuman morirá prematuramente considerando expectativas vitales actuales

Las cifras españolas del contrabando se explican mejor sobre el 80% del PVP de impuestos que se paga por cada cajetilla al fisco. La Agencia Tributaria estima que no recauda casi 2.000 millones de euros/año por culpa del mercado ilegal del tabaco.

El siglo XX y el presente demostraron científicamente que fumar tabaco -bajo cualquier soporte- es, para hombres y mujeres, letal, pernicioso, contamina a los no fumadores, causa y acelera el cáncer, incrementa la hipertensión y cardiopatías, obesidad, diabetes, etc… La mitad del 28% de españoles que aún fuman morirá prematuramente considerando expectativas vitales actuales. Entre fumadores encontramos más compulsivos y jóvenes que antaño. Entran, con preocupantes números, las mujeres. Sirvieron las campañas antitabaco pero parecemos incorregibles. Las estadísticas españolas sobre el tabaquismo inquietan. El gasto a la sanidad pública por patologías que deriva el tabaquismo galopa sin freno.

De tan maligno hábito patrio hacen caja las tabaqueras, Agencia Tributaria –recauda el 80%, repetimos, del PVP del tabaco vendido legalmente– y contrabandistas. Los últimos eligieron España como mejor plataforma europea para fabricar, distribuir, importar y exportar el tabaco sin control oficial y sanitario. Estudios e informes del Comisionado del Mercado del Tabaco (CMT)-Ministerio de Hacienda, estanqueros, etc., alertan, año tras año, que el contrabando de tabaco multiplica cifras y sus redes las apadrina el crimen organizado ante la presión policial sobre el tráfico de alcohol y drogas.

Mercadear con tabaco ilegalmente no es delito hasta que el valor de lo aprehendido no supera los 15.000 euros. A partir de ahí las penas varían entre 1 y 5 años de cárcel que no se pisa si carece el condenado desde dos años de antecedentes. Es decir, la mayoría de capturas por contrabando son desorbitadas multas que, usualmente, recaen en extranjeros sin domicilio español o compatriotas insolventes que jamás pagarán un céntimo.

La lucha contra el contrabando de tabaco fue genuina tarea del hoy extinto Cuerpo de Carabineros; también vigilaron costas y fronteras. Creado en 1829 lo absorbió la Guardia Civil en 1940 por sus filias republicanas. Desde entonces, la batalla contra los piratas del tabaco la protagonizan la Benemérita junto al Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA)-Ministerio de Hacienda. Esta verdad es relativa pues parece dogma mediático y popular que el Cuerpo Nacional de Policía (CNP) está al margen de la represión del contrabando de tabaco. Pero es sustantivo para aplacar este ilícito.

Agentes de inteligencia, operativos y uniformados del CNP analizan, investigan, persiguen y detienen a capos, redes y actores del tabaco ilegal a través de la UDEF (Unidad contra Delincuencia Económica y Fiscal) fundamentalmente. El documentado libro ‘Traficantes de Humo’, del periodista Alejandro Riera (Almuzara, 2018), constata que el tabaco ilegal ya no lo mueven por vías tradicionales. Este mercado, hace tres décadas, entraba en un 70% por las rías gallegas, el resto por el sur de Cádiz y la frontera andorrana. En Galicia, a posteriori, una impunidad que hizo millonarios atrajo para los capos del contrabando la cocaína sudamericana.

Los cartones y cajetillas viajan, hoy por hoy, en contenedores hasta los principales puertos españoles, donde son recogidos por trailers hasta naves o fincas en lugares recónditos. Una tupida red de distribuidores locales lleva el contrabando hasta donde alcanza el menudeo y el consumidor final.

El cerco del CNP, Guardia Civil y SVA a este canal terrestre tras multiplicarse las capturas desde los destinos de los contenedores abrió nuevas rutas y localizaciones. Los ávidos traficantes chinos importan cajetillas falsificadas y con marcas propias del contrabando (illicit whites). También, toneladas de picadura pues gran parte del consumo juvenil y femenino se focaliza en tabaco de liar. Los análisis del tabaco ‘made in China’ aloja tóxicos, químicos y excrementos animales que envenenan más al fumador que busca ahorrar dinero. Al cabo, gastará más en su salud.

Estadísticas de OMS e Interpol establecen que el contrabando de tabaco genera un negocio mundial que sobrepasa los 180.000 millones de euros

El crimen organizado, redes yihadistas y terroristas, según Riera, usan los canales de la droga para distribuir y ganar más con el tabaco ilegal. Lo mueven en la zona subsahariana, Oriente Medio, sur de Asia y ribera del Mediterráneo. Parte de esa mercancía rebota en puertos españoles.

La mafia italiana, balcánica y de países ex soviéticos vio en el mercado español una clientela inacabable y atalaya excelente por la fuerte carga impositiva de la cajetilla de cigarrillos y de picadura. A diario, agentes del CNP aeroportuarios olfatean a ‘mulas’ cuyo único equipaje son maletas cargadas de tabaco o llenas de equipaje vacío que portan señuelos para despistar. Esa ‘lotería’ inspectora hace que los últimos años tripliquen aprehensiones de tabaco en el aeródromo madrileño y barcelonés fundamentalmente. Casi cinco millones de cajetillas se incautaron el pasado 2016, sin contar el tabaco hallado en maletas o paquetes no reclamados.

El tabaco que imita marcas conocidas en el mercado lo codician los contrabandistas más expertos. La UDEV-CNP y agentes de la comisaría local desmantelaron sendas fábricas en Alcalá de Guadaira (Sevilla) el pasado julio y noviembre de 2017. Incautaron casi cien toneladas de picadura y cajetillas. Los detenidos camuflaban su mercancía camuflada como chacinas porcinas. Las condiciones sanitarias fabriles eran lamentables, según las autoridades intervinientes. Pensar en quienes fumaron ese tabaco recomienda de inmediato visitar al médico.

Un año antes, en 2016, agentes del CNP desmantelaron fábricas en Málaga, Salamanca y Toledo de tabaco proveniente de Polonia y África. Se incautaron casi 60 toneladas de tabaco picado y 260.000 cajetillas listas para su distribución. La red la dirigía un búlgaro y empleaba a 20 compatriotas que vivían y dormían en las fábricas. Allí tenían inhibidores de frecuencia y eran provistos, hasta de comida, desde Bulgaria.

Esta realidad poco tiene con contrabandistas llamémosle ‘manuales’, que intentan colocar su mercancía al otro lado de la frontera desde Andorra y Gibraltar. Los ‘matuteros’ son supervivientes del desempleo y la pobreza al servicio de mafias que revenden lo importado en canales ‘seguros’ para unos desalmados que no asumen apenas riesgos.

Días pasados una brillante operación de agentes del CNP de La Línea desmanteló ‘guarderías’ de fardos de hachís y cajas de tabaco solapadas por losas de hormigón de 50 centímetros de grosor móviles hidráulicas. Se repartían sobre platos de ducha en varias viviendas. Los agentes actuantes precisaron horas para acceder a los sótanos donde se atesoraba el tabaco y la droga. Una vez más, esa pareja del tráfico ilícito desvela que tiene difícil divorcio y que no es inmune, ni impune, al olfato policial.

Las tabaqueras norteamericanas son acusadas de estar detrás de ‘colocar’ cajetillas caducadas de su mercado en ‘puertos-francos’ norteafricanos (Ceuta, Melilla y Canarias, entre otros). Las descargas se hacen en alta mar desde buques a pesqueros o mercantes en aguas internacionales del Atlántico y Mediterráneo.

Iniciábamos este trabajo explicando que el origen del tabaco es americano en época medieval. El siglo XXI reparte más dividendos en el norte de América que el empobrecido sur. El negocio del tabaco ilegal amplió sus fábricas atrás del antiguo ‘Telón de Acero’, el gigante chino y África central, donde el consumo de tabaco supera el 45% de la población.

Fumar tabaco tiene delito si consideramos su origen y los estragos que causa en el cuerpo humano. Los estados que persiguen el contrabando con tibieza llenan sus hospitales de enfermos que agravan sus males por haber fumado. Una investigación (inédita) de científicos que sustentó demanda de la Junta de Andalucía contra tabaqueras norteamericanas en la década de los noventa aisló aditivos que causan adicción, patologías psiquiátricas, endocrinas y del sistema nervioso central. Estaban en cigarrillos de una popular marca. Obviamente, esos componentes no constaban entre los ingredientes del producto que deben especificarse en la cajetilla.

Pueden imaginar fácilmente los lectores el final de la demanda ante tan malvada ‘casualidad’. Este artículo reprende como delito el mercado ilegal del tabaco por algo evidente. Y lo peor no es que haya tráfico como vemos. Lo grave es que mueren inocentes, se ocultan a quienes persiguen a contrabandistas y delincuentes y se relativizan y esconden otros delitos ligados a tan vil negocio: blanqueo de capitales, delito fiscal, organización criminal, falsedades, etc.

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