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Del pasaporte a la identidad digital

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análisis

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La gran guerra del 1914 trajo a Europa la desolación y un gran escepticismo, el individuo dejó de creer en la humanidad y en los gobiernos, aprendió que en muchas ocasiones las grandes ambiciones destruyen lo que se ha tardado mucho tiempo en ser construido. Una de las novedades que nos trajo ese conflicto, justificada por el incremento descomunal de inseguridad, hambre y delincuencia fue la obligatoriedad de un documento identificativo para poder viajar de un país a otro, el pasaporte. Grandes viajeros de aquella época relatan la pérdida de libertad y de tiempo que tuvieron que emplear ante funcionarios a quienes presentar o pedir los documentos acreditativos cuando apenas dos años antes tenían libertad total de movimiento.

Ahora en el 2022 tras dos años de pandemia que ha trastocado todo el orden social y económico conocido en Occidente, parece ser que es la era del pasaporte digital o Identidad Digital (sobre todo teniendo en cuenta todos los proyectos de moneda digital central que se están llevando a cabo, incluido el del euro digital), y aunque muchos países ya tienen una versión del Documento Nacional de Identidad electrónico para la Unión Europea este ya no es suficiente.

Desde 2016 viene desarrollándose la ID 2020, promovida por Microsoft, GAVI y Accenture, y defendida en el Foro Económico de Davos. Se trataría de un sistema de identificación que contiene toda la información personal, médica y económica de cada persona pudiendo realizar cualquier gestión con sólo hacer un clic. En esta misma línea la Comisión Europea ya nos comunicó su propuesta de una Identidad Digital Europea para particulares y empresas que unificaría todos los trámites públicos y sería una cartera personal digital a la que podemos tener acceso para almacenar e intercambiar información personal y ser válida como confirmación del derecho a residir, trabajar o estudiar en un determinado Estado miembro, entre otras cosas.

Hasta ahora no era necesario ningún documento especial para viajar, vivir o comerciar entre Estados miembros del espacio Schengen más allá del carnet de identidad, pero a consecuencia de la pandemia se instauró el pasaporte COVID o Green Pass y actualmente la Unión Europea lo emplea como certificado válido para pasar de un Estado a otro. La Unión Europea se resiste a dejar a un lado este pasaporte que alberga datos sensibles de carácter personal y médicos, quizá porque es la antesala de la ID europea donde la Comisión de la Unión nos ofrece una cartera oficial que alberga todos nuestros datos unificados y fáciles de usar. La cara B es que de esta manera las instituciones y sus empresas son susceptibles de acoger un inmenso control sobre todos los datos de cada uno de los ciudadanos europeos (datos personales, académicos, profesionales, médicos, situación financiera, etc.) y no sabemos con ello hasta qué punto van a poder interferir en nuestras vidas.

Estaríamos hablando de un inmenso cambio de paradigma.

Como en el 1914 las personas nos vemos abocadas a un cambio radical en la manera de entender el desplazamiento y la libertad, la comodidad de tener todo a sólo un clic deja a un lado el hecho de que las sociedades del control son una realidad donde muchos de nuestros actos pueden ser intervenidos, además de que muchas personas que se nieguen a aceptarlos pueden quedar fuera del sistema, creando un nuevo apartheid europeo.

La Comisión ha ejercido su poder imponiendo los cambios por ley y de urgencia aprovechando la situación pandémica sin que la sociedad civil haya sido partícipe de ninguna forma. Sin embargo aunque la digitalización se ve como un camino imparable, debe ser la sociedad europea la que tiene que velar porque estos cambios se realicen de forma inteligente y humana.

Actualmente está abierta una consulta pública sobre la ampliación del Certificado COVID europeo digital (Dejo más abajo el link) cuyos resultados serán remitidos al Parlamento Europeo y al Consejo buscando la aquiescencia o rechazo del mismo ¿es realmente el Parlamento Europeo la expresión del pueblo soberano?

Siento que los europeos hemos sido tratados en esta crisis como ciudadanos menores de edad pésimamente informados y que la presión ejercida sobre nosotros está siento extrema, tendente a dividirnos y muy poco útil para construir una Europa realmente democrática. El futuro dirá hacia donde nos dirigimos.

(Dejo más abajo las fuentes en las que me he basado para la realización de este artículo).

Fuentes:

https://id2020.org/

https://ec.europa.eu/info/strategy/priorities-2019-2024/europe-fit-digital-age/european-digital-identity_en

https://ec.europa.eu/info/law/better-regulation/have-your-say/initiatives/13375-Extension-of-EU-Digital-COVID-Certificate-Regulation_es

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