Del Go al gol

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En la mañana del sábado 18 de mayo los argentinos nos desayunamos con una noticia que bien podría ser una estratégica jugada de go, el ‘ajedrez chino’, un verdadero gol de media cancha con el que Cristina Fernández vuelve a ocupar el centro de la escena política, el anuncio de su candidatura a Vicepresidente de la Nación acompañando a quien fuera Jefe de Gabinete durante el gobierno encabezado por su marido, Alberto Fernández.

Este anuncio, realizado con un video presentado a través de las redes sociales  generó numerosas elucubraciones y análisis, a los que todos recurrimos casi de urgencia puesto que nadie imaginaba un movimiento como este. Había quienes creían que Cristina no sería candidata, otros que creíamos que sería candidata a Presidente e incluso algunos la imaginaban como candidata a Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, finalmente no fue nada de eso, pero al igual que cuando hizo pública la presentación de un libro de su autoría, llamado Sinceramente, en la Feria del Libro de Buenos Aires logró acaparar el centro de la atención pública. Una tiempista notable, una jugada maestra de marketing político.

Como decíamos, son muchos los análisis que se derivan del anuncio e, inicialmente, muchos los interrogantes que aún no encuentran respuesta. El primero de ellos es que logró que su nombre se asocie al futuro y no al presente, que está signado por el juicio en el que se juzgará su accionar en la asignación de obra pública a realizar en la provincia de Santa Cruz, mayoritariamente adjudicada al amigo familiar Lázaro Báez, y que en su mayoría no fue concluida. Mientras sus detractores se frotaban las manos esperando su foto sentada en el banquillo de los acusados el próximo martes, ella acaparó los titulares de los medios de comunicación con el particular anuncio de la fórmula presidencial que, por primera vez en la historia política argentina reciente, es realizado por el segundo de la fórmula y no por quien la encabeza. Queda la curiosidad de saber el porqué de esta decisión, que ubica a quien más poder concentra en el seno de la fuerza política, que por más que se la presente como una construcción colectiva, trae consigo el ADN peronista del verticalismo como núcleo aglutinador. En este sentido, cuesta creer que Cristina Fernández sea el típico Vicepresidente argentino carente de iniciativas propias y casi reducido a cuestiones protocolares, en este sentido es una situación inédita en el país, y parece tener ciertas reminiscencias setentistas, algo muy querido al sentir kirchnerista, por aquello de Cámpora al Gobierno – Perón al Poder, con el que el peronismo impulsó la campaña electoral de 1973 cuando por cuestiones legales Juan Domingo Perón no pudo presentarse como candidato a Presidente de la República.

Pero no es ese el único atisbo nostálgico, también lo es que por segunda vez en su historia el peronismo presenta una fórmula presidencial en la que repiten apellidos ambos candidatos, y en el que el segundo término es ocupado por una mujer, en 1973 fue Perón-Perón, en 2019 sería Fernández-Fernández, aunque dado el peso específico de la ex Presidente en el binomio, seguro están pensando la posibilidad de incluir un ‘DE’ entre ambos nombres para que gráficamente aparezca en letra destacada en el caso del candidato a Presidente, su apellido y en el de la candidata a Vicepresidente, el de su extinto marido, situación que provocaría una realidad óptica en la que quedaría la fórmula integrada por ‘FERNÁNDEZ DE KIRCHNER’.

Entre los interrogantes que surgen del anuncio, el más notorio es el por qué Cristina Fernández decidió acompañar y no encabezar la fórmula presidencial, su historia personal hace que cueste tomar por ciertos los argumentos esgrimidos, entre otro el que ‘nunca me desvelaron los cargos políticos ni fueron mi principal motivación’, lo cual es curioso puesto que en los últimos treinta años ocupó cargos políticos ininterrumpidamente, con la sola excepción del período 2015-2017.

También es curiosa otra afirmación, cuando la ex Presidente afirma que ‘después de haber sido dos veces presidenta de este país, la expectativa o ambición personal están subordinadas al interés general’, cabe preguntarse entonces si antes de haber sido dos veces presidenta de este país, la expectativa o ambición personal no estaba subordinadas al interés general.

Curioso es el poder emancipatorio de la candidatura de Alberto Fernández, que se sustenta en el pedido personal de Cristina Fernpandez, quien afirmó que ‘le he pedido a Alberto Fernández que encabece la fórmula a presidente que integraremos juntos, él como candidato a presidente y yo como candidata a vice en las PASO’, dejando una vez más claro que se trata de un proyecto personal al que se puede adherir o no, pero no se lo puede cuestionar.

Aunque justo es reconocer que una sociedad con el nivel de confrontación y crispación como la Argentina actual, cualquier actitud que hubiera adoptado Cristina Fernández hubiera sido punto de crítica. Si hubiese decidido no tomar parte de los comicios se hubiera dicho que tenía miedo a ser derrotada, que no tenía valor de competir, si se hubiera presentado como candidata a Presidente se la hubiese criticado por no saber generar nuevos liderazgos y no estar dispuesta a dar un paso al costado para que avancen las generaciones que siguen, que una vez más se aferraría al poder, y si finalmente tomaba el camino que tomó, alternativo a las otras dos opciones mencionadas, se le criticaría por considerarla una titiritera y el verdadero poder en las sombras.

Son muchas las dudas que el tiempo, poco a poco, irá respondiendo, lo que no hay dudas es que nadie como ella, supo demostrar en los últimos tiempos la capacidad de establecer la agenda de discusión. Ya sea por ser actor de reparto, como en el caso de los juicios donde los tiempos los marca la Justicia y ella participa, como por ser actor principal, como en los casos de la presentación de su libro o de su candidatura a Vicepresidente.

Queda por ver el efecto mariposa que este anuncio generará en el resto de las fuerzas, que aunque lo nieguen se verán impactadas por el hecho político. Ya se sabe que dentro del peronismo Agustín Rossi decidió desistir de su candidatura, que muy poca gente aparte de él mismo conocía y reconocía, y Daniel Scioli ratificó que será parte de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) compitiendo con los Fernández. Todo una parodia tendiente a fortalecer las posibilidades del peronismo en las próximas elecciones. En Alternativa Federal, el peronismo no kirchnerista, hay quienes barajan la posibilidad que Sergio Massa sea el candidato a gobernador bonaerense del sector encabezado por la ex Presidente, lo cual sería el golpe de gracia para un sector al que le cuesta hacer pie en los sondeos previos, puesto que más allá de los anuncios, a la hora de la verdad, los votos de la ciudadanía se mueven a un lado u otro de la grieta, aunque él haya anunciado que continúa siendo candidato presidencial, algo que pocos creen. Lo que ya está claro es que seis de los gobernadores peronistas que forman parte el sector ya reorientaron su ubicación ideológica, si alguna vez la tuvieron, y se pronunciaron públicamente en favor de la fórmula de otro sector político. Así Gustavo Bordet (Entre Ríos), Sergio Casas (La Rioja), Juan Manzur (Tucumán), Domingo Peppo (Chaco), Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Rosana Bertone (Tierra del Fuego) demostraron que su adhesión a un proyecto político es directamente proporcional a la utilidad que este apoyo tiene en el crecimiento de su propio proyecto.

Y esta realidad es la que pretende romper Cristina Fernández con la candidatura de Alberto Fernández, puesto que lo presenta como ‘jefe de Gabinete de Néstor (Kirchner) durante toda su presidencia, lo vi junto a él decidir, acordar y buscar la mayor amplitud posible’. Es decir, dejan de procurar ganar apelando al voto propio, que ya no es suficiente y buscan romper el techo del 30% histórico de adhesiones. En un país dividido por tercios, uno cercano al gobierno, uno a la oposición encabezada por Cristina Fernández y uno fluctuando alternativamente entre ambos lados, la jugada política de Fernández ella, colocando a Fernández él, al frente de la fórmula procura mostrar a alguien que participó del esplendor del proyecto, que, cuando le convenía, supo ser crítico del gobierno de su compañera de fórmula y tiene la capacidad de establecer vínculos con propios y ajenos como el mejor camino para obtener votos de la ancha avenida del medio, el pase de Massa como candidato a gobernador iría en el mismo sentido.

Aunque es curioso que esta reunificación de caminos se haya hecho sin autocrítica de ninguno de los dos protagonistas. ¿Cristina Fernández dejó de ser lo que Alberto Fernández cree (¿o creía?) que era? Y Alberto Fernández, por su parte, ¿ya no es aquel traidor que dejó las filas propias para cuestionar su razón de ser y que cuenta con importantes lazos con la embajada estadounidense, algunos periodistas críticos de Cristina Fernández y empresarios que no son nacionales y populares?

Pero toda esta racionalidad encuentra su límite cuando uno observa los estudios (pseudo) científicos que auguraban un triunfo de Cristina Fernández por nueve puntos en un eventual ballotage con el Presidente Macri. Resulta curioso que, de ser verdad el estudio, quien ganaría las elecciones por semejante margen esté dispuesta a dar un paso al costado, en realidad parece más probable que lo que se presentaba como un estudio académico no era más que una nueva herramienta de marketing político que pretendía instaurar la idea que Macri podía ser derrotado en una contingente segunda vuelta, y quien estaba en condiciones de hacerlo era Cristina Fernández.

¿La decisión adoptada es moderación del kirchnerismo en pos de ampliar su base de sustentación? tal como se la presenta, o en cambio ¿no es más que una típica jugada cínica propia del maquiavelismo más básico que en realidad lo que pretende es disfrazar una realidad que en verdad no se modificó?

En todo caso, como dijimos al inicio, la movida de Cristina Fernández es una verdadera jugada de go estratégica, el ‘ajedrez chino’, un verdadero gol de media cancha. Resta saber si le alcanza para ganar el partido o si, por el contrario, es apenas el gol del honor.

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