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“Dejemos de poner el foco en ellas. ¿No deberían ser los hombres los que cambiaran de actitud?”

Rosario Villajos explora en ‘La educación física’ las incontables batallas que las mujeres libran en su propio cuerpo hacia una igualdad real que nunca parece llegar al ritmo ansiado

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análisis

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El jurado del Premio Biblioteca Breve 2023 ha visto en esta novela sin concesiones a buenismos varios de la cordobesa con acento andaluz Rosario Villajos “una voz narrativa que explora su propia identidad a través del cuerpo y que, al hacerlo, recoge el sentir de una generación y lo convierte en una experiencia a la vez única y universal”. La educación física (Seix Barral) retrata el desencanto e incluso rechazo que una joven de 16 años siente sobre su propio cuerpo. Está ambientada en los noventa en este país, apenas ayer mismo, cuando ser mujer parecía ser prácticamente echarse encima una losa de culpabilidad en todos los sentidos por el simple hecho de serlo. Villajos presenta una voz narrativa que no se anda con subterfugios, además de muy particular y directa, como un golpe seco a la boca del estómago, que a menudo se convierte en un desgarrador grito telúrico que llega muy hondo y jamás suena a hueco.

El jurado del Premio Biblioteca Breve 2023 subraya la importancia del cuerpoen su novela y usted lo remarca desde el mismo título. ¿Por qué desde el cuerpo y lo físico se pueden decir tantas cosas en torno a la mujer?

Porque parece una especie de altavoz molesto, ¿no? La prueba irrefutable la tenemos en Instagram: si muestras unos pezones masculinos en una foto no pasa nada, en cambio sus normas comunitarias prohíben los pezones femeninos. Es una forma de borrarnos, un cuerpo femenino dueño de sí mismo, sin vergüenza, es una molestia para el sistema en el que vivimos.

“Un cuerpo femenino dueño de sí mismo, sin vergüenza, es una molestia para el sistema en el que vivimos”

Al abordar el reto de perfilar esta lucha ancestral de la mujer y su cuerpo contra prácticamente el resto del mundo, decide incluso llevarlo a cabo en un sentido casi naturalista, mostrando su rostro más desagradable incluso. ¿Por qué la mujer y su cuerpo se han sentido ancestralmente tan solos en su lucha por la dignidad y la igualdad?

No lo sé. Y es algo a lo que no dejo de darle vueltas. He llegado a pensar de todo, también que los hombres tenían envidia de que las mujeres pudieran procrear. El arte prehistórico atendía el cuerpo de la mujer como algo sagrado y dador de vida. Hay teorías que dicen que cuando el hombre descubrió que él formaba parte del pastel se nos acabó el chollo y de ahí que seamos el primer animal domesticado de la historia. Solo sé que es deprimente esa soledad. Entiendo que debe ser duro estar tumbado en un sofá y tener que sentarte y hacer sitio para que quepa alguien más. El sentimiento de justicia no es inherente a todos los seres humanos, si no no habría hecho falta estudiarlo. Como todos bostezamos no nos hace falta ponernos de acuerdo para decir que es algo que nos pasa sin más, pero con la justicia se requiere de leyes ya que no todo el mundo tiene empatía. El sentimiento de justicia es bastante más exclusivo de lo que la gente cree, si no, el mundo sería un lugar mejor.

Nunca una prenda de vestirsupuestamente como es la faja ha significado tanto. ¿Podremos elevarla a metáfora universal de la opresión patriarcal desde la noche de los tiempos en el mundo de la modafemenina?

No lo sé, el corsé, ese que realzaba el pecho y estrujaba las costillas hasta la cintura hacía que las mujeres perdieran el conocimiento. Iban a cualquier baile, se movían un poco y les faltaba el aire al cabo de unos minutos. La moda ha sido más terrible para nosotras que para los hombres, en todas las épocas y en todas las regiones del mundo, una especie de grillete de distintas formas y tamaños, no fuéramos a salir corriendo.

“Parece que todo lo nuevo y diferente quema a madres y padres como el agua bendita al diablo”

Traslada su novela al verano del 94, meses después de horas y horas de un nauseabundo serial televisivo que se prolongó durante año y medio sobre el triple crimen de las niñas de Alcàsser. Una época que coincide también con su juventud. ¿Cuánto de la joven protagonista, Catalina, hay en Rosario Villajos y en tantas y tantas y tantas niñas nacidas en aquella ilusionante Transición, en la que se vivía aún a años luz de los logros que hoy ha alcanzado al fin el feminismo hacia una igualdad real?

Tengo la edad que esas niñas tendrían ahora, no sé si puedes imaginarte lo que te puede marcar eso. Catalina es un personaje construido en mi cabeza a la que he dotado de cosas propias y ajenas, como se construye cualquier personaje para una narración. Seguro que cuando se publicó La Caperucita no le preguntaron a Perrault cuánto de la muchacha había en él y sin embargo estoy segura de que había bastante. Soy Catalina, pero también soy su padre, su madre, el padre de su amiga y todo el elenco que contribuye a la historia puesto que ha salido de mi mente sucia y perturbada por el mundo en el que vivo.

La escritora cordobesa Rosario Villajos. Foto: Ivan Giménez (Seix Barral).

La protagonista hace autostop en una carretera apartada, sabe que es una presafácil por el simple hecho de ser mujer y tener 16 años. Esa sensación atroz de aquellas adolescentes de los 90 se mantiene intacta en las jóvenes de 2023. ¿Por qué cuesta tanto a las mujeres avanzar en la normalización de los actos cotidianos?

Nos cuesta avanzar porque el lenguaje con respecto a nosotras haciéndonos víctimas potenciales no avanza. Es que las mismas palabras “presa fácil” ya lo dicen todo. ¿Por qué no hablamos mejor de depredadores fáciles, es decir, de hombres que dan por hecho que una chica que está sola en mitad de una carretera merece ser violada e incluso morir? No se trata de que nosotras nos resguardemos, se trata de que si no eres capaz de ver a una chica como a un ser que merece vivir y ser respetada esté donde esté, deberías ser tú el que no ponga un pie en la calle.

Visto en perspectiva, ¿podrían imaginar aquellas adolescentes de los 90 los logros en igualdad que ya disfrutan las que hoy son ya mujeres en los 40 y 50 años?

Algunas no pudieron imaginar nada porque están muertas (la lista es demasiado larga para decir que es algo anecdótico), otras se han quedado en una especie de limbo, atrapadas en lo que llevamos siglos arrastrando y unas cuantas, que tampoco somos pocas, hemos tenido suerte y seguimos avanzando cómo podemos.

“El arte prehistórico atendía el cuerpo de la mujer como algo sagrado y dador de vida. Hay teorías que dicen que cuando el hombre descubrió que él formaba parte del pastel se nos acabó el chollo y de ahí que seamos el primer animal domesticado de la historia”

¿Se atreve a augurar cuánto queda aún para llegar a la meta?

A ver cómo digo esto. ¿Tú sabes lo que es levantarte cada mañana en un cuerpo que, por el lugar donde te ha tocado nacer, tiene una vida más o menos confortable, pero sabiendo que si ese mismo cuerpo estuviera en otro lado del mundo valdría menos que un caballo? Pues me atrevo a augurar que me moriré con esa sensación de mierda de saber que hay seres humanos que no son tratados con total dignidad por no ser hombres CIS blancos y heteros.

¿Qué nuevos retos deben soñar y pelear por conseguir las adolescentes de hoy?

Ni que ellas fueran las responsables de luchar. ¿Pero cómo vamos a cargar a las jóvenes con un deber que no les corresponde? ¿Por qué tienen que luchar? No han hecho nada malo. Dejemos de poner el foco en ellas. ¿No deberían ser los hombres los que cambiaran de actitud? Ya sabes, dejar de ponerse de acuerdo con los colegas de la resi de estudiantes para salir a la ventana a gritar !Puta!

En su novela, el sentimiento permanente de culpa de la protagonista lo invade todo, un sentimiento de culpabilidad que viene provocado por factores exógenos y ajenos a ella completamente. Además del evidente machismo como causa principal, ¿por qué la mujer ha tenido siempre que justificar sus acciones en todos los aspectos de la vida infinitamente más que el hombre?

Para sobrevivir, supongo. Hay un proverbio árabe adherido al refranero español que dice “Cuando llegues a casa, pégale a tu mujer. Tú no sabrás por qué, pero ella sí”. La primera vez que oí ese refrán tenía nueve años. ¿Te imaginas vivir en esa tensión constante? Normal que hayamos estado media vida justificando y, por qué no decirlo, también mintiendo para poder sobrevivir o vivir un poco más tranquilas. Aixa de la Cruz toca brillantemente este tema de la mujer que miente y por qué miente en su novela  Las herederas. Y yo en la mía intento contar cómo se aprende a mentir.

“La moda ha sido más terrible para nosotras que para los hombres, en todas las épocas y en todas las regiones del mundo, una especie de grillete de distintas formas y tamaños, no fuéramos a salir corriendo”

Mamá es un ovillo de lana que se va empequeñeciendo a medida que suelta hebra, piensa la protagonista sobre su madre. ¿Está aún en la incomprensión hacia sus hijas y en el machismo de no pocas madres actuales, en pleno siglo veintiuno, uno de los obstáculos más insalvables para que las nuevas generaciones de chicas logren quitarse sin complejos las ataduras de la desigualdad de género?

Bueno, creo que esto es extrapolable a todos los géneros. Padres y madres que vivieron un mundo no digital y que ahora andan horrorizados por las redes sociales, los móviles, etc., perdidos en la nostalgia y en las páginas de yo fui a la EGB, en vez de sentarse a hablar con sus hijxs y entender su mundo como sus padres tampoco entendieron el suyo. O más extrapolable todavía: Personas con un pie en la tumba queriendo decidir en el Congreso el futuro de los jóvenes. Habría que recordarles: hey, a ti no te ha ido tan bien en la vida, así que por qué no dejas que probemos algo nuevo. Pero parece que todo lo nuevo y diferente les quema como el agua bendita al diablo.

Hablando de ataduras físicas, ¿cuál es el peor corsé que aún se ponen las mujeres para someterse al dictado del patriarcado?

No lo sé, varían con el tiempo y el lugar. Hay demasiados y la verdad es que esto no es una competición. Creo que el mío es la inseguridad. Después de contestar a todas estas preguntas no puedo evitar pensar que no se me va a entender o que habré dado titulares que harán que parezca algo que no soy. 

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