Foto: Twitter @forobaleares

La visita de Felipe VI y su familia a la casa de Junípero Serra provocó que se desarrollaran dos manifestaciones, una a favor de la Monarquía y otra reclamando la convocatoria de un referéndum para que el pueblo tenga la posibilidad de elegir el modelo de Estado. El hecho de que en cada acto de la Familia Real se concentre la ciudadanía para reclamar democracia plena ya está siendo cada vez más habitual y es la demostración de que el pueblo quiere decidir democráticamente y no mantener a una institución que es el legado más importante del franquismo, un legado que, por cierto, es protegido de manera casi fanática por los partidos políticos que conforman el Bloque de la Transición.

Sin embargo, ayer, en Petra (Mallorca) se pudo comprobar cómo los defensores de la Monarquía gritaban, además del «¡Viva el Rey!», proclamas franquistas. Una de las más repetidas fue el «¡Arriba España!», una de las enseñas patrióticas del régimen dictatorial que gobernó España durante casi 40 años.

Esta asimilación de los símbolos del franquismo con la Monarquía es la consecuencia de la defensa a ultranza lanzada por Vox, algo que es lógico teniendo en cuenta que la Monarquía es el último legado vivo del franquismo. Los simpatizantes ultras asimilan a la Casa Real con España cuando, en realidad, la soberanía del país recae en el pueblo no en una institución concreta. Eso está recogido en la Constitución que Felipe VI juró defender y que Juan Carlos I no juró porque ya había jurado cumplir y hacer cumplir con las Leyes Fundamentales del Reino y los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional.

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