Cuando todo se ha perdido, una vez que lo blanco parece tornarse en negro, y parecemos abocados a constatar sobre nuestras carnes la posibilidad de que en realidad sea cierto que de la nada, nada sale. Entonces, solo entonces, podemos considerar llegado el momento de la desesperación. 

Me refiero a ese instante tan difícil de considerar, que incluso seleccionar el tiempo verbal llamado a ser útil, resulta una utopía. Ese instante en el que el presente se diluye en las sombras del pasado. Esa nueva consideración de estado en la que hasta la llegada del nuevo presente, toda conjugación de futuro se había hecho bajo el inequívoco canto a la esperanza del que en sí mismo el propio futuro se había tornado en sinónimo.

Es entonces, alcanzado ese momento del que los acontecimientos desarrollados el pasado sábado apenas alcanzan a ser un mero catalizador; cuando hemos de asumir la necesidad de buscar en el pasado la ignota sucesión de errores sin cuya asunción resulta prácticamente imposible no digo ya aceptar, me conformo con poder asumir, la línea de acontecimientos destinados a dibujar, o más bien a desdibujar, el esquema al que entre balbuceos acudimos hoy por hoy, en la funesta esperanza de interpretar una realidad que nos resulta cada día más insatisfactoria.

Referidos en los capítulos que Aristóteles tuvo a bien emplear en aras de describir las que eran sus disposiciones de cara a señalar las tesis llamadas a discernir la manera en la que los hombres están llamados a gobernarse de manera virtuosa; es donde descubrimos la idea por la que el autor, más que reflexionar sobre los métodos adecuados, se explaya en su convicción en base a la cual cada tipo de hombre, precisamente en función de la posición que ocupe, está llamado a participar del gobierno de la Polis aportando en cada caso los esfuerzos que le son propios, y que vendrán a su vez dictaminados por la posición natural que le define, y en base a la cual ha sido dotado. 

Tenemos así que La Aristocracia, en principio la destinada a recibir la encomienda con la que hoy identificaríamos de manera efectiva la denominad competencia de buen gobierno; tiene ubicado el mentado uso virtuoso, precisamente en la cabeza.

El Guerrero, en consecuencia el que identifica su naturaleza con su disposición para producirse de manera virtuosa desempeñando funciones defensivas al respecto de La Polis; ubica ese ardor precisamente en el corazón.

La Plebe, incipiente e infravalorada, que en consecuencia debe su impacto a la observancia de la fuerza que procede de la amenaza en que se constituye a la vista de su número; ubica el que parece llamado a ser su natural proceder, en un lugar tan gráfico como son, precisamente, las tripas.

Matizado así pues en parte la justificación que hace grande el conocido dicho, eufemismo de la tan temida resignación: “Hacer de tripas corazón.” Lo cierto es que ni todos los eufemismos, matizaciones ni disculpas se tornarán en suficientes una vez la Historia juzgue los ya tornados como terribles acontecimientos de los que fuimos testigos el pasado sábado, y que se denotaron en desencadenantes imprescindibles de cara a implementar el canal de sucesos que acabó por ordenar el hasta ese momento improbable hecho de ver al Sr. Rajoy investido Presidente del Gobierno.

Una vez el tiempo haya llevado a cabo su labor, la cual no es otra que dejar el horizonte despejado toda vez que la polvareda levantada antes, durante y después de la mencionada votación, haya precipitado; entonces, y solo entonces, estaremos en disposición de juzgar no tanto la intensidad de la barbarie tras la que los mencionados actos se produjeron, como sí más bien la no menos terrible caterva de falacias, mezquindades y aberraciones ideológicas y conceptuales que hubieron de crearse ad hoc, unas veces para justificar lo que había ocurrido (el acto de bandolerismo tras el que se promovió el asalto a la Secretaría General,) y otras para empezar a trazar las líneas del que habría de ser el futuro (descripción del nuevo Campo Semántico al que afiliados y/o simpatizantes habríamos de referir nuestras dudas cuando las aberraciones o incongruencias a las que estaba llamada la Gestora de cara a promover el ambiente del sábado 29 de octubre; hicieran desaconsejable cualquier comparación con lo que hasta ese momento, figuraba descrito como el correcto proceder de un militante socialista.)

Es entonces cuando de manera indefectible hemos de acudir a la escenografía del genial Valle-Inclán (me pregunto si en realidad La Gestora no estaba sino brindándonos la ocasión de hacer justicia constatando el hecho del aniversario que vinculado al mentado ha tenido lugar esta misma semana;) a la hora de hacer factible la comprensión del llamado a ser Nuevo Escenario al que referir el quehacer socialista, acudiendo para ello de forma inexorable a la figura (en este caso más que retórica) del El Esperpento.

Porque solo desde la perspectiva del esperpento, podemos no ya dar carta de crédito sino mero viso de verosimilitud a las declaraciones promovidas por algunos de los llamados a ser considerados grandes en el escenario propio de este extinto PSOE.

A aquellos que consideren exagerada mi posición, que me digan como tratar entonces las declaraciones José Blanco quien, ni corto ni perezoso, venía a decir que se aceptaba cualquier renuncia, viniera de donde viniera, si la misma estaba motivada en una causa de conciencia. Aunque César LUENA lo mejora. Y lo hace holgadamente cuando llama a la entrega de las actas de todos aquellos compañeros y compañeras que se sientan incapaces de seguir armónicamente las directrices marcadas por la dirección del Partido (el grado de esperpento lo alcanzan tanto el protagonista como las declaraciones cuando somos conscientes de que apenas trece horas antes de hacerlas, el protagonista de las mismas se había mostrado proclive a las tesis que resumiremos en el ya conocido “no es no.”

Y reservamos para el final, como ni debe ni puede ni debe ser menos, lo mejor. Lo mejor, lo más virtuoso (recuperando las tesis del proceder aristotélico tras el que hemos intentado vestir con una capa científica, lo que en definitiva no es sino un torrente subjetivo, premonitoriamente ordenado desde la opinión.) Me refiero a la sucesión de declaraciones a las que como responsable de La Gestora, se ha visto conducido un insubstancial, insuficiente y a todas veces infeliz Hombre de Paja, cuya mayor aportación (por cierto robada puesto que de otros es original) pasa por mimetizar con cascotes y solares la descripción aparentemente llamada a ser la más adecuada cuando esos plebeyos (no lo olvidéis) vuelvan a ser llamados a las urnas para ratificar con su voto aquello que sus representantes hayan considerado como conveniente. Pues no debéis olvidar la mejor de las perlas, la acuñada en consonancia con RODRIGUEZ IBARRA y que venía a decir que en una formación cuya dinámica se basa en la representación, una vez sus representantes han sido elegidos, el militante poco o nada ha de añadir. 

Pues eso, poco o nada cabe o ha de ser añadido. A lo sumo, una consideración para encabezar el epílogo: Los otrora llamados a ejercer de plebe, estamos hoy capacitados para convertirnos en cancerberos llamados a velar por la esencia hoy por hoy vilipendiada en base a la actitud mostrada por los representantes.

En base a las tesis de Aristóteles, dado que ni la Aristocracia ni los Guerreros se han mostrado dignos de la confianza en ellos depositada; bien podría ser que el tiempo de la plebe haya llegado.

Que nadie se sorprenda entonces sí, en lugar de “Hacer de tripas corazón,” planteamos el escenario a partir del castellano “Tener siete gatos en la tripa.”

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Natural de La Adrada, Villa abulense cuya mera cita debería ser suficiente para despertar en el lector la certeza de un inapelable respeto histórico; los casi cuarenta años que en principio enmarcan las vivencias de Jonás VEGAS transcurren inexorablemente vinculados al que en definitiva es su pueblo. Prueba de ello es el escaso tiempo que ha pasado fuera del mismo. Así, el periodo definido en el intervalo que enmarca su proceso formativo todo él bajo los auspicios de la que ha sido su segundo hogar, la Universidad de Salamanca; vienen tan solo a suponer una breve pausa en tanto que el retorno a aquello que en definitiva le es conocido parece obligado una vez finalizada, si es que tal cosa es posible, la pausa formativa que objetivamente conduce sus pasos a través de la Pedagogía, especialmente en materias como la Filosofía y la Historia. Retornado en cuanto le es posible, la presencia de aquello que le es propio se muestra de manera indiscutible. En consecuencia, decide dar el salto desde la Política Orgánica. Se presenta a las elecciones municipales, obteniendo la satisfacción de saberse digno de la confianza de sus vecinos, los cuales expresan esta confianza promoviéndole para que forme parte del Gobierno de su Villa de La Adrada. En la actualidad, compagina su profesión en el marco de la empresa privada, con sus aportaciones en el terreno de la investigación y la documentación, los cuales le proporcionan grandes satisfacciones, como prueba la gran acogida que en general tienen las aportaciones que como analista y articulista son periódicamente recogidas por publicaciones de la más diversa índole. Hoy por hoy, compagina varias actividades, destacando entre ellas su clara apuesta en el campo del análisis político, dentro del cual podemos definir como muestra más interesante la participación que en Radio Gredos Sur lleva a cabo. Así, como director del programa “Ecos de la Caverna”, ha protagonizado algunos momentos dignos de mención al conversar con personas de la talla de Dª Pilar MANJÓN. Conversaciones como ésta, y otras sin duda de parecido nivel o prestigio, justifican la marcada longevidad del programa, que va ya por su noveno año de emisión continuada. Además, dentro de ese mismo medio, dirige y presenta CONTRAPUNTO, espacio de referencia para todo melómano que esté especialmente interesado no solo en la música, sino en todos los componentes que conforman la Musicología. La labor pedagógica, y la conformación de diversos blogs especializados, consolidan finalmente la actividad de nuestro protagonista.

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