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De Picasso a Messi

“Tener éxito es ser asimilado por la sociedad, como fracasar significa ser rechazado por ella. Picasso fue asimilado por la sociedad europea burguesa y esta sociedad, hoy en día, es irreal en su esencia.” John Berger (Fama y soledad de Picasso.)

Pedro Antonio Curto
Pedro Antonio Curto
Escritor. Colaborador del periódico El Comercio y otros medios digitales. Autor de los libros, la novela El tango de la ciudad herida, el libro de relatos Los viajes de Eros, las novelas Los amantes del hotel Tirana (premio Ciudad Ducal de Loeches) y Decir deseo (premio Incontinentes de novela erótica). Premio Internacional de periodismo Miguel Hernández 2010. Más de una docena de premios y distinciones de relatos. Autor de diversos prólogos-ensayo de autores como Robert Arlt y Jack London, así como partiipante en varias antologías literarias, la última “Rulfo, cien años después”.
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análisis

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 Cuando Pablo Picasso era un artista bohemio que vivía en París con escasos recursos económicos hacía carteles con los menús de algunos restaurantes y a cambio estos le daban de comer las sobras de esos menús. Es de suponer que esos carteles duraban poco tiempo y luego los tirarían a la basura. Pero hubo algunos que por coleccionismo o por el mero azar de las cosas que quedan por ahí, los conservaron y años después tenían un objeto de valor que pudieron vender por unas cifras inimaginables. La cuestión estaba en que esos carteles contenían una palabra que se había hecho mágica: Picasso.

 Se plantea como una verdad establecida que el fútbol tiene millones de seguidores, lo cual sería la base para los millones del dinero que mueve; la cuestión es más relativa y compleja. Es la especulación financiera quien promociona ese fútbol de élite y necesita masa social para crear el espectáculo. Vivimos en la sociedad de los escaparates y primero hay que crear un escaparate luminoso para que luego una legión de espectadores se deslumbren al mirarlo.

 Picasso fue de los primeros artistas que comprendió que el valor del arte en el capitalismo no estaba sólo en la calidad de la obra, sino en que pueda ser asimilada por el estatus vigente. Se necesitaba el fetiche por el cual pagar millones y él, escalador vertical, lo consiguió: todo aquello que llevase la firma Picasso se convertía en oro, como si fuese un rey Midas.

 Si una obra de arte tiene un valor incalculable, no se puede calcular y cuando se hace, se especula, se crea un valor económico. Además, si como explicó Walter Benjamín en “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, hoy es posible reproducir una obra exactamente igual que el original y que todos la podamos ver, lo que se esta valorando es la propiedad privada de ese original.

 Pero esa obra tiene que ser asimilada, en algún momento, por el establishment  cultural. Picasso lo comprendió hasta tal punto que cuando pintó Las señoritas de Aviñón y percibió que esa pintura que marcaba los inicios del cubismo no era aceptada, ni por marchantes, ni por compradores, enrolló el lienzo y lo guardó durante años; la revolución artística podía esperar. Picasso, que admiraba a Van Gogh, no quería ser Van Gogh.

   Si Messi, en vez de jugar al fútbol lo hiciese al waterpolo o al rugbi, ni tendría el valor económico que se le da, ni sería una estrella, ni habría culebrón Messi… es la irrealidad de la que habla Berger, que oculta bajo el terreno del estilismo futbolístico, unas estructuras, en ocasiones opaca, para favorecer la especulación y los altos beneficios de una minoría. Es el parque de atracciones, hay espectáculo para todos los gustos. Si para unos Messi es un icono al que idolatrar, para otros ejerce el papel de fetiche del que aprovecharse. En realidad la mayoría de la masa social que sigue el fútbol de élite, les interesa más el mundo fútbol, que el fútbol, que no son lo mismo, igual que muchos compradores de arte lo que aprecian es el estatus que da tener un cuadro con una firma reconocida colgado en el salón de su casa. Picasso era consciente de eso y posiblemente le creaba contradicciones, así tuvo su pequeña rebelión siendo militante comprometido con diversas causas. Messi, ídolo de masas, que yo sepa, la única rebelión que ha hecho es tratar de no pagar impuestos. La paradoja y la diferencia.

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