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De pena

Redención

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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No paro de reinar sobre el incendio de Málaga, porque he conocido de cerca uno hace muy poco. Es más difícil situarse en la cabeza de quien lo ha provocado que en la de quienes lo sufren, porque es imposible imaginar qué provecho saca de toda esta destrucción ese tipo.

El delito no se puede penar sólo por sus consecuencias medibles, baremables. Lo siento, porque habrá quien esté pensando que trato de reabrir un debate sobre subjetividades y castigos meramente punitivos, vengativos. No.

Ya he sostenido en estas páginas la necesidad de cumplir la Constitución, que en el apartado 2 de su artículo 25 dice bien claro: “Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados. El condenado a pena de prisión […] tendrá derecho a un trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social, así como al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad”.

Dejen que les explique algo que observo cada vez más nítidamente, el ejercicio político tiene dos dimensiones complementarias: ejecutiva y legislativa. Ejecutar sin Ley es dictadura; el problema es que legislar sin ejecución lo es también, aunque sea mucho más suave en apariencia. Hoy tendemos a esta segunda variedad de cargofilia. Raro es encontrar a un representante público que haga algo salvo legislar, poner normas (normativismo), y mientras: la calle pudriéndose. La sensación de declive de nuestra democracia y de sus instituciones y de las garantías que deberían suponer no creo que sea una invención mía.

A lo que vamos: si yo legislo acorde a este artículo citado pero las cárceles son universidades del delito, los guetos son norma en todas las poblaciones independientemente de su tamaño, la Enseñanza no detecta los problemas desde su raíz infantil y los Servicios Sociales sólo palían la miseria a trompicones… por mucho que la Ley hable de rehabilitación, ésta es imposible y lo sabemos, lo que nos convierte en perversos.

Si esto dice la norma suprema, atengámonos: vinculemos libertad a redención, porque la población en general tiene la sensación de que ser honrado es muy, muy costoso, y delinquir es relativamente barato. Y esto es campo abonado para nuestra demagogia reaccionaria tradicionalista… no hace falta que se les nombre.

Pregunto: ¿Qué pena cabría imponer al tío que ha provocado los incendios de Málaga si se le probara su culpabilidad en un Tribunal? No se trata de los millones de euros en pérdidas, de la Naturaleza destruida, de los daños en los negocios o en las fincas, de los miles de afectados obligados a abandonar sus posesiones, no, todo eso es mensurable… hablo del sufrimiento sin remedio, de los traumas a posteriori (y los conozco), los insomnios, de la impotencia ante el fuego, de las infancias destruidas o la herida en los sentimientos que va a cambiar las vidas de los afectados para siempre con un antes y un después.

¿Cómo se pena todo esto? Salvo enfermedad mental, que requeriría internamiento o vigilancia permanente, yo sólo le dejaría volver a la calle como ingeniero forestal con plaza pública vigilado e implicado en la extinción de fuegos en primera línea, pero “motu proprio”, no para cumplir sino una plaza obtenida y solicitada y evaluada constantemente por un equipo de reinserción, una plaza de bombero vigilada y sin miedo a que quisiera implicarse en primera línea, que lo haga… no se puede borrar el crimen con unos años de cárcel, eso es un desprecio al mundo real.

Porque por muchos años que le caigan a un violador, por ejemplo, su víctima sale peor parada que él siempre y eso no es Justicia. La pena no borra el delito, por supuesto, pero tampoco puede ser indiferente a las consecuencias del mismo porque entonces deja indefensa a la persona inocente. La Justicia ha de reparar a ambas partes; legislando sin Autoridad resulta que la persona honrada sufre el peso de la Ley (como todos) pero también el del delito, recibe doble condena. Quien sólo recibe una sale aprovechado. Cuando alguien atraca a alguien en una calle, aunque sea sin violencia ejercida y demostrable, está ejerciendo un daño irreparable a su víctima y sólo si es consciente de ello debe volver a la calle, y hablo de un sólo delito no de una ringla inacabable de entradas y salidas del Juzgado.

Por supuesto, y dependiendo la gravedad y las circunstancias, porque las garantías son intocables, todo el mundo tiene derecho a equivocarse pero también la obligación de intentar reparar y cambiar; el Estado debe poner ahí su esfuerzo y el dinero, cuando no lo hace está condenando a ser delincuentes a una parte muy grande de la población. Esto es política extremadamente conservadora disfrazada de progresismo, ahí radica la abdicación de sus obligaciones: el coste, las decisiones reales, pero fíjense que sutilmente esto consolida una estratificación social, vean cómo el desgraciado es condenado a ser desgraciado sin alternativa… mientras se pone el dinero donde sólo beneficia a quienes ya lo tienen, los que disponen y que con buenos abogados hacen lo que les da la gana bailando con la cárcel, la muerte y su puta madre.

Cuando alguien da una paliza a otra persona, ¿sólo le golpea? Cuando alguien estafa a otro en situación de inferioridad en algún sentido ¿sólo le roba? Cuando alguien mata ¿sólo mata a su víctima? Cuando alguien condiciona la vida de una familia alterándola ¿sólo ha realizado un hecho delictivo? Hay que dimensionar las repercusiones del delito y asociar a ello la condena y la redención, que es su única utilidad, de lo contrario estamos premiando y entronizando el delinquir como salida posible a una vida sin alicientes y castigando la honradez.

Reducir el delito a un catálogo de penas aplicables con un baremo desprestigia a la Justicia y la vacía de su función social esencial. Una sociedad ideal debería tener como objetivo utópico que no hubiera delitos, desde luego penando a los honrados no se consigue. La Democracia debe proteger a las víctimas, a todas, porque sentir seguridad es parte de vivir con dignidad y derechos.

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