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De la opinión de los ángeles y diablos al exorcismo

Alberto Vila
Alberto Vila
Analista político, experto en comunicación institucional y economista
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análisis

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“La única manera de fastidiar al diablo consiste en hacerle creer que no creemos en él.”

 Umberto Eco

En los mensajes, tanto periodísticos como institucionales, deben diferenciarse los informativos de los de opinión. Estos últimos, son indeseables cuando de fuentes oficiales se trata, sean nacionales, autonómicas o municipales. Fundamentalmente, porque lo que los ciudadanos reclaman de sus autoridades y de los cargos elegidos, son relatos de los hechos derivados de una gestión. Hechos, no opiniones o medias verdades. En términos democráticos sólo se gobierna para el interés general. Así de simple. Aunque las noticias que nos llegan de Bruselas nos informan acerca de la intención del grupo de eurodiputados del PP de ponerse junto a Holanda para perjuicio de la negociación de los fondos para la reconstrucción que le corresponderán a España. Patriotas.

Los apóstoles del miedo, los protectores del crimen, los custodios de los privilegios, se hacen un sitio en la agenda setting fundamentalista, bajo el amparo de los grupos mediáticos afines al poder económico. Incluida la red de emisoras de la Cadena Radio María, que llega hasta los rincones más recónditos del territorio español y, con ello, a la mente de los españoles aislados, aunque votan. Los delirios místicos invaden todos los ámbitos. Así, el presidente de la Universidad Católica de Murcia, José Luis Mendoza, asegura que el virus es obra «del anticristo». Todo un exponente del posthumanismo fundamentalista. No le va en zaga el Arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, cuando afirmó desde el púlpito, durante la misa del Corpus Christi, que «…mira qué bien, tenemos una vacuna; no señor, tenemos una desgracia más obra del diablo» que “se fabrica con células de fetos abortados”. Para qué hablar del ministro que se asesora con un ángel y se informa del único post Papa aún vivo, Benedicto XVI, que le dio una explicación sobre el independentismo catalán: “El diablo quiere destruir España” (…) “El diablo sabe los servicios prestados por España a la Iglesia de Cristo, conoce la misión de España, la evangelización de América por España, el papel de España durante la Contrarreforma, la persecución religiosa de los años treinta… El diablo ataca más a los mejores y por eso ataca especialmente a España y la quiere destruir” pero, concluyó el ex ministro, Benedicto le aseguró que “no lo conseguirá”. Todo el mundo quieto…

Los medios de difusión afines al poder económico ponen sobre la mesa los debates más propios de los concilios medievales al traer al presente el temor al mal, en lugar de al hambre, al sometimiento a la voluntad de los privilegiados o al despojo a que los somete el poder, en lugar de a la garantía de libertades. El miedo es poderoso. Cuando falla les queda la violencia. La amenaza. Sólo hace unas pocas décadas que se les robaban los bebés a las madres vulnerables en nombre de Dios. O se asesinaba sin remordimientos a españoles por no “respetar a la Iglesia” y no someterse a ella. España reserva moral de occidente. No hace tanto tiempo el Diablo sí que reinaba a sus anchas. Pero los grupos mediáticos del statu quo opacan la realidad del cambio que se genera desde la coalición progresista de gobierno. En su lugar difunden las supersticiones producidas desde instituciones que se muestran incapaces de cumplir su función de perfeccionar a la sociedad democrática. Pienso en que, sin una Justicia equidistante, no es posible la libertad del ciudadano.

Hay que ser muy perverso para justificar el sometimiento de una gran parte de la población al despojo de una devaluación salarial para compensar las pérdidas durante la crisis del 2008. A la que se añadió una reforma laboral que dejó a los asalariados a merced de los abusos de los empresarios y de la banca. Todo, invocando la protección de vírgenes y santos dentro de las aulas de la educación concertada que pagamos todas las personas que habitamos España, pese a ser un Estado “aconfesional”.

Es habitual que los posibles responsables de catástrofes y muertes promuevan misas y homenajes en lugar de someter su gestión a la acción esclarecedora de la Justicia. Dicen acudir a Dios, aunque se acercan al Diablo. Ya pasó con la crónica del accidente del tren Alvia en Santiago. Anteriormente hubo otras. Actualmente se cubren de la escenografía de los ritos religiosos sin aceptar la responsabilidad del fallecimiento en el más absoluto desamparo de miles de ancianos en las residencias. Sólo unos escasos medios digitales independientes han ofrecido una visión crítica de su gestión, ofreciendo una plataforma de opinión que permite a la ciudadanía conocer la situación de primera mano.

Los eventos del empresariado mas poderoso de este país ya anticipan que están en contra de distribuir mejor el esfuerzo fiscal y moderar sus avaros beneficios. Propugnan que se concrete la denominada “gran coalición” entre PP y ese socialismo neoliberal, y que se regrese al modelo bipartidista de la Transición. Desean el “todo atado y bien atado”. Sus demonios no están dispuestos a permitir que la voluntad de la ciudadanía, ya manifestada en repetidas ocasiones, se consolide.  Los Aznar, Felipe, Cebrián, Botín, y otros tantos suficientemente conocidos desean dar un golpe económico al gobierno. La recuperación del control de El País y la Cadena Ser les supone esa plataforma necesaria para soltar sus demonios.

Dado que el exorcismo es la práctica religiosa o espiritual realizada contra una fuerza maligna, utilizando diversos métodos cuyo fin es expulsar, sacar o apartar a dicho ente de la persona, objeto o área que se encuentra poseída por la entidad maligna entonces, llegados a este punto me tomo la libertad de sugerir al gobierno la creación de una secretaría de estado que se ocupe de exorcizar a esas almas torturadas que deambulan por los platós y los micrófonos de cuanta tertulia los convoca. Tal vez así podamos aliviar su sufrimiento y sus demonios nos dejen hacer un país mejor al que nos han dejado.

En definitiva, bueno sería recordarles a los fanáticos fundamentalistas que los diablos también son ángeles.

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