De Hamelín

0

Ha cenado en uno de los restaurantes de la Casa de Campo. Buena comida y buen vino. Está de excelente humor, por lo que decide dar un paseo alrededor del lago artificial que, para su desilusión, está completamente vacío, sin una gota de agua. Es noche cerrada, excepto por un gajo de luna que las nubes se esfuerzan en ocultar. La mayoría de las farolas, de cuyo impecable mantenimiento se encarga el ayuntamiento, no funcionan. En algún rincón de su cerebro resuena el eco de una advertencia sobre lo peligroso que es caminar a partir de determinadas horas por el lugar, pero no hace caso; y además le da igual. Deja atrás el Plátano Gordo y se adentra en la acogedora obscuridad. No hay nadie, puede bailar y cantar, tocar la flauta como el fantasma de Hamelín -porque era un fantasma y no un ser real- y ya que lo puede lo hace: baila y canta y toca una flauta imaginaria imaginando que le siguen todas las mujeres bellas de Mad Madrid, su bestia y ciudad. Da vueltas a los árboles, como si tras los mismos hubiese mujeres invisibles. Y le dice a una de ellas:

-Sóplame la flauta, se mi dios.

La negra mira al blanquito ebrio. ¿Qué coño le ha dicho? Lleva varios meses en el país pero le cuesta infinitamente entender el idioma. Se acerca a él.

-¿Tú que querer?

El flautista la mira sin verla, moviendo las manos en el aire, tal vez ha bebido más vino del que pensaba. No hay nadie cerca de él, pero ha oído una voz. ¡Una voz! Respondámosla. Explícale a la voz lo que es una flauta, lo que es to blow, soplar.

-Dame dinero -dice la voz.

¿Dinero? Toma todo el que llevo en la cartera.

-Ser poco.

No entiende mucho el idioma, pero cuando es necesario la oscura diosa de la noche se sabe explicar.

-Reloj -añade la voz.

¿Le están robando? ¿Asaltando? ¿Sufre una pesadilla de despierto? Pero lo mejor es no resistirse, andar un poco más y tumbarse a dormir un rato en un banco o en el suelo, y ya se le pasará la mona.

Entonces nota el viento a la altura de su entrepierna, el viento soplando y convirtiéndose a sí mismo en música, al soplar. La mujer imaginaria está tocando la flauta con tanto virtuosismo y habilidad como si fuera el mismísimo Pan. Ah, siempre le ha gustado la música, desde adolescente, lo que más, qué placer, qué bienestar.

Cuando amanece, sin zapatos y tumbado en un banco, comprueba que tiene los pantalones bajados. Pero no se preocupa ni asusta, aún resuena en su flauta de sátiro la música de la dicha y la felicidad. Se sube los pantalones. ¿Le dejarán entrar gratis en el metro? Quizá sí o quizá no; está a pocos minutos de la estación de El Lago, enseguida lo sabrá.

Arrepentimiento

 


(Javier Puebla escribió todos los días durante un año un cuento o relato literario: El Año del Cazador, una suerte de novela neurológica que sólo puede conseguirse completa y editada en papel solicitándosela directamente al autor a través de Twitter, Instagram o Facebook, o en el correo [email protected]

Esta Suite que se está publicando en Diario16 y que en principio se prolongará durante 33 días está inspirada por el deseo de recuperar el espíritu y la forma de observar la vida con unos ojos distintos, ojos de Cazador de Cuentos, y es también un exponerse ante el mundo, un “aquí estoy, aún estoy aquí y tú puedes verlo y compartir conmigo este imprevisible juego”.)

Día 6.

https://www.facebook.com/ElCazadordeCuentos/

https://twitter.com/LeonCuentos

https://www.instagram.com/elcazadordecuentos/

 

(Mecanografía: LF)

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre