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De cacerolas vacías a cacerolas llenas

“Ni los franceses en contra del absolutismo monárquico de Luis Felipe I ni la clase media trabajadora argentina en contra de las recetas neoliberales del FMI que expolió su patrimonio y sus derechos, jamás pudieron imaginar que aquellas cacerolas vacías por la falta de libertades, por el hambre y la pobreza, hoy estarían llenas de odio, crispación, opulencia e irresponsabilidad” .

Maximiliano Fernández Ibarguren
Maximiliano Fernández Ibarguren
Licenciado en Periodismo Licenciado en Ciencias del Trabajo
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análisis

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Habría que remontarse a Francia en la década de los años 30 del siglo XIX para encontrar los primeros cacerolazos de los ciudadanos contra las políticas monárquicas y absolutistas de Luis Felipe I de Francia.; El uso del ruido como medio para manifestar desaprobación y descontento se volvió popular ,principalmente en la noche, para exigir  la libertad, la igualdad, la fraternidad, valores que la Revolución Francesa había sellado a fuego en la sociedad civil 40 años antes.

Asimismo, en nuestra historia contemporánea reciente, los cacerolazos abrieron telediarios y portadas de periódicos con la ya conocida crisis del “Corralito” en la Argentina del 2001, una expropiación en toda regla de los ahorros de las clases medias y trabajadoras en beneficio de las entidades financieras que fueron rescatadas con dinero público a costa del esfuerzo y el sacrificio de los trabajadores , los cuales vieron su patrimonio expoliado mientras que los bancos eran recompensados por sus supuestas pérdidas. En esos años, las cacerolas en las puertas de los bancos vallados eran la estampa diaria de cualquier ciudad argentina: A los ahorristas sólo les quedaba una cacerola o un cazo vacío para protestar. Sus ahorros habían sido expropiados por el propio Estado.

Pero sin duda, esta crisis tiene su origen en las políticas neoliberales de los diez años de presidencia peronista Carlos Menem de recortes en derechos sociales, sanidad, educación y desmantelamiento, para posterior privatización, de empresas públicas a precio de saldo sumada a una irreal valoración de un peso argentino a un dólar, sin que el gobierno de centro izquierda de Fernando de la Rúa hiciera algún amago de modificarlas. El final es conocido: El país acaba hundido en el caos político, económico y social con 5 presidentes en una semana, con una devaluación del 400 % de la moneda y con loa indicadores de pobreza disparados. Ese cazo vacío  y la cuchara era la única forma de protestar contra unas políticas que, había llevado a muchos argentinos a no poder llenar esa cacerola con la que hacían ruido. La cacerola vacía se había convertido en el único “arma” de la clase trabajadora contra los poderosos que les habían empobrecido. 

Y llegamos a 2020.Una pandemia inesperada de un virus desconocido azota el mundo: Lo que parecía una simple gripe ya no lo es y pone en riesgo la salud de los seres humanos sin distinciones de fronteras, gobiernos, ideologías, género, nacionalidades, clases sociales. El Covid19 ataca a todos por igual.

A escala mundial, los gobiernos, indistintamente de su color político, entran en una vertiginosa carrera de compra de material y equipamiento sanitario, que en muchos casos ha resultado fraudulenta, a improvisar medidas de seguridad y aislamiento de la ciudadanía, a  montar hospitales de campaña en predios de ferias o en hoteles al ver cómo el sistema público de salud era desbordado por el número de infectados y fallecidos.

En  este contexto, el pasado 14 de marzo , el gobierno de coalición de Psoe-Podemos decide, de acuerdo a lo establecido en el artículo 116 de la Constitución y art. 4-12 de la Ley orgánica 4/1981, declarar el Estado de Alarma, inicialmente por un plazo de 15 días prorrogables por otros 15. El objetivo era centralizar en el Ministerio de Sanidad y en el Comité de Expertos dirigido por el epidemiólogo Fernando Simón, todas las decisiones en un mando único que impartiera las directrices a las diferentes comunidades autónomas, la cuales verían mermadas de forma temporal sus competencias en este sentido.

Tras casi dos meses de confinamiento y con una gestión más que exitosa reflejada en la disminución en el número de infectados, ingresados en UCIS, y en el número de fallecidos, que aún así, asciende a más de 27.000, desde el Ministerio de Sanidad se tomó la decisión que la desescalada fuese gradual y progresiva de acuerdo al impacto que el virus había tenido en los diferentes territorios. Era de esperar que, con más de 17.000 fallecidos, 6000 de ellos en residencias de mayores, Madrid no fuera una de las primeras comunidades autónomas en pasar de fase.

No conformes con la campaña de desprestigio contra el gobierno casi a diario en Twitter, basada en soportes digitales, generadores de fake news y bulos a la que se suman algunos presentadores o tertulianos y en medio de un Estado de Alarma , aprobado por mayoría absoluta por distintas fuerzas del acto parlamentario del Congreso, un grupo de vecinos se autoconvocan en el acomodado barrio madrileño de Salamanca, cacerola en mano, para amenazar, pedir cárcel a los miembros del gobierno, la dimisión de ministros y la convocatoria de elecciones anticipadas. El mantenimiento de Madrid en la fase 0 en el plan de desescalada se había convertido en la punta de lanza de algunos sectores para culpar al gobierno central de esta decisión y, de esta manera , ocultar el desmantelamiento y  privatización encubierta del sistema público de salud en mano de gobiernos populares desde hace 25 años.   

No cabe mayor sorpresa: Son los mismos que atacaban hace unos años con “Usted traiciona a los muertos” (de Eta) o trataban de “Okupa” al Presidente Pedro Sánchez por ganar la moción de censura al expresidente Mariano Rajoy, omitiendo que éste es un proceso contemplado en los artículos  113 y 114.2 de la esa misma Constitución de la que suelen presumir con pulserita en la muñeca, puño en el pecho y bandera en los balcones. Pero esos artículos deben ser “socialcomunistas”, porque de aceptarlos y respetarlos, nada de nada.

Entre gritos, caceroladas y ruido, reclaman elecciones pero olvidan que este gobierno, con sus aciertos y con sus errores, que gustará más o menos, es un gobierno constitucional, elegido democráticamente en las urnas y con dos victorias incontestables  del PSOE en ambas convocatorias del 2019. Está claro que el artículo 99 de la Constitución sólo les vale, si ganan ellos, si pueden formar una mayoría de derechas.  

En pocas palabras, antes no aceptaron el triunfo de la moción de censura, posteriormente exigieron elecciones generales y al no hacerse con el poder, es evidente que ,ahora, pretenden sacar provecho de una crisis sanitaria mundial , y que el COVID sea el medio para tumbar un gobierno que los ciudadanos les negaron en las urnas.

Mientras entre los años 2012-2015, los indignados se lanzaba a las calles para rechazar los recortes en derechos sociales y laborales, estos vecinos de Núñez de Balboa disfrutaban cómodamente desde sus apartamentos de 400 metros cuadrados, el aumento de beneficios empresariales y de sus inversiones a costa de la reducción de sueldos  y de peores condiciones contractuales de sus trabajadores, reforma laboral mediante o de la rebaja de su carga impositiva, amnistía fiscal incluida.        

Incumpliendo la normativa del Estado de Alarma y la resolución del propio Tribunal Constitucional que impide las manifestaciones al primar el derecho a la salud, hoy salen a la calle, sin importarle que estemos en una crisis sanitaria de final abierto y de consecuencias inesperadas. Lo cierto es que esos más de 27.000 muertos que usan como arma arrojadiza contra el gobierno central o les parecerán pocos o simplemente es un medio de refriega para desestabilizar políticamente al país a tal punto que, sin mantener las distintas de seguridad se lanzan en tromba a la calle de este lujoso barrio de Madrid, poniendo en riesgo la vida de todos los demás, las nuestras y las suyas también, en un  acto obsceno de irresponsabilidad e insolidaridad. Y si como si no fuera suficiente, desde el atril de la Asamblea de Madrid, la Presidenta de la Comunidad de Madrid , Isabel Díaz Ayuso, en vez de disuadir estas manifestaciones, las promueve, no siendo, en este contexto de crisis sanitaria ,un comportamiento esperado de un dirigente político de esa envergadura.

Eso sí, que la cacerola no falte aunque para algunos fue todo un descubrimiento saber que contaban con, al menos, una en sus alacenas.

Estos mismos vecinos hasta hace nada, todos los días a las 20, salían a aplaudir a sus balcones a los sanitarios que se han jugado sus propias vidas para salvar otras: Ya nos les importan. Los aplausos se han ido, el postureo con ellos y sólo ha quedado el ruido de unas cacerolas que tienen por objetivo crispar a la sociedad para tumbar un gobierno elegido democráticamente, que no son capaces de respetar.

Que al replique de las cacerolas y gritos de altavoces, declaren sin sonrojarse “El Estado de Alarma busca imponer una dictadura constitucional” “Nos roban  nuestra libertad. Estamos presos “o de forma contradictoria con mascarilla en boca afirmen “Yo no conozco el virus, nos están mintiendo. Buscan arruinar España” suena como mínimo a cinismo mezclado con una alta dosis de hipocresía; el recorte de libertades y derechos, con miles de desaparecidos en las cunetas y fosas comunes ocurrió precisamente durante los 40 años de dictadura que ellos hoy añoran.

Ni los franceses en contra del absolutismo monárquico de Luis Felipe I ni la clase media trabajadora argentina en contra de las recetas neoliberales del FMI que expolió su patrimonio y sus derechos, jamás pudieron imaginar que aquellas cacerolas vacías por la falta de libertades, por el hambre y la pobreza, hoy estarían llenas de odio, crispación, opulencia e irresponsabilidad.

Hoy las cacerolas son un medio de protesta torticero en manos de una extrema derecha desbocada que, en el contexto de una pandemia mundial, busca sacar tajada en su propio beneficio, alterando el orden constitucional y el sistema democrático que, mal que les pese, hemos elegido todos.

Hoy, a diferencia del pasado, las cacerolas de Núñez de Balboa no suenan contra un régimen antidemocrático e inconstitucional o contra la expropiación de sus bienes o

 el recorte de libertades o de derechos……Suenan para que sus privilegios que el franquismo dejó intactos, no se vean alterados por un gobierno de coalición  de izquierdas que mejore las condiciones laborales de los trabajadores o una política impositiva redistributiva de la riqueza, que limite, por ejemplo, el precio de los alquileres de sus propiedades.

¿Y qué hay de la pandemia?

La respuesta la podemos obtener en boca de Niccoló Machiavelli  que en “El Príncipe” sostenía “…El fin justifica los medios….”

 Da igual la salud de los españoles, la de todos, incluso la de ellos mismos.

 Todo sea por mantener sus propios intereses de clase, camuflados en “Por el bien de España” entendiendo que “España” son sólo ellos y les pertenece……        

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