El día es frío y gris, pero me gusta caminar saltando de baldosa en baldosa, a pesar de que las cambiaron por unas grandes y cuadradas, que me obligan a hacer un gran esfuerzo para caer en el medio, sin pisar los bordes. Si los piso, se acabará el hechizo ¿Por qué las habrán elegido así de enormes? Tengo que reconocer, sin embargo, que quedan muy bonitas, un poco rústicas, sin brillo, y ocupando una gran superficie ganada a la calle ¡La ciudad para el peatón! Así me gusta. Hoy me siento potente. Siempre me digo “puedes con todo” por las mañanas, cuando me despierto y me parece imposible enfrentarme al mundo; “tú puedes, venga” para saltar de la cama y abandonar la protección y tibieza del edredón, cuando el vacío, el sin sentido, la nadería de la realidad se me hace patente. El futuro sólo puede ser peor. A ver quién es el valiente que puede enfrentar todo eso de golpe y porrazo. Me gustaría ser más inconsciente, vivir en medio de una nube. Creerme la más lista, la más guapa, la más amada y que si las cosas salen mal, siempre es por culpas ajenas. Ese “tú puedes”,  que me repito después que suena el despertador, es una impostura para equilibrar el estado de ánimo. Me lo digo a ver si me lo creo. Pero hoy no, hoy lo siento de verdad. Mientras voy enérgica por la calle Fuencarral mi cabeza no para de funcionar. Sé por qué me siento así, simplemente porque ayer fui reconocida, fui alguien en una reunión, me sentí  parte de algo, dejaron de ningunearme. Caray, al pensarlo me desanimo un poco, menudas tonterías hacen que me sienta poderosa, pero no, no quiero que ese runrún típico de mi cabeza me estropee la fabulosa sensación de que hoy, precisamente hoy, puedo conseguir lo que me proponga ¿Por qué tengo que ser así de realista? La gente se hace las películas que quiere y se las cree, yo soy excesivamente consciente de mis limitaciones. No voy a dejar que la desazón me entre por el pie izquierdo y se aloje en medio de la tripa. Seguro que me vuelven a llamar. Estuve brillante en la reunión. También puede ser que me sienta así porque ayer me telefoneó Paco y me dijo que me echaba de menos y que si tomábamos un café hoy mismo. Ya está, siempre la misma idiota, otra vez voy a caer en sus redes, si ya sé lo que ocurre después, empieza a poner distancia y a no llamarme y a desaparecer y yo a desesperarme. Si sigo tan negativa no habrá adrenalina que lo resista. Tengo que respirar hondo y paladear la sensación, estoy viva y eso es mucho, la vida es divertida y fabulosa, hoy no quiero condolerme, no, no, me resisto a ello. Creo que lo consigo. Adelante, adelante, será un día estupendo, conoceré a personas que me resultarán interesantísimas, me dirán cosas bonitas y sentiré el afecto de los amigos, me hablarán de un nuevo trabajo apasionante y comenzaré la dieta que hace tanto que debía comenzar. Seguro que pierdo peso rápidamente y me pongo más guapa y ágil y conoceré a un buen hombre que me elegirá entre miles y que se enamorará de mí como para enredar su vida con la mía, alguien que me planteará un proyecto maravilloso que reverdecerá mi existencia gris; hoy puede ocurrir todo eso y más y no me importa que haya comenzado a llover y que me haya olvidado el paraguas, ni que tengo menos de un euro en el bolsillo para tomar un café o tomar un taxi, y que sigo tan sola y tan desolada como siempre. ¿Cómo voy a estar guapa si no tengo para comprarme ropa bonita?, después de todo lo que he trabajado toda la vida, si empecé con quince años y ¡ya está bien!… Caray, creo que ya no me va quedando fuelle y ya no salto las baldosas ¿para qué?

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