Tras la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Popular, Pablo Casado ha tenido que salir en defensa de la ideología carpetovetónica de los conservadores españoles y quitar la razón al ministro de Exteriores, Alfonso Dastis. “El Gobierno español no va a favorecer la integración de ningún territorio que haya atravesado un proceso de secesión” ha manifestado el abulense. No hay que dejar ningún espacio a la posibilidad de que los independentistas catalanes vean un resquicio por el que colar su referéndum. Carles Puigdemont, nada más conocer las declaraciones, ya manifestó que se alegraba del cambio de postura del Gobierno conservador.

El ministro Dastis había afirmado en una entrevista en El País “Escocia saldrá de la UE cuando salga Reino Unido: lo demás ya lo veremos. España no ve con buenos ojos que ningún Estado europeo inicie procesos de fragmentación. Dicho esto, si en aplicación de sus leyes el resultado de ese proceso fuera una división del Reino Unido, cualquier parte del Reino Unido que se convierta en un Estado y quiera adherirse a la UE tendrá que solicitarlo. Y seguir los pasos que están estipulados”. Dejaba una puerta abierta a Escocia siempre y cuando se cumpliesen las leyes británicas. Los pelos como escarpias se le pusieron a Soraya Sáenz de Santamaría. Más complicaciones para sus, hasta ahora, fracasadas negociaciones con los independentistas.

¿Un ministro que desconoce las leyes británicas?

El ministro de Exteriores, en declaraciones a los medios de comunicación, intenta salvar la cara al manifestar que “en Escocia hubo un referéndum según las leyes […] mientras que en España no puede haberlo de acuerdo con la Constitución”, pero olvida un tanto que no hay leyes que amparen tal situación en Gran Bretaña. Para salir de una metedura de pata cae en otra. Estas cosas no le pasaban a José Manuel García Margallo, mucho menos comedido en sus declaraciones, pero mucho más leído y culto según parece.

Estas cosas no le pasaban a José Manuel García Margallo, mucho menos comedido en sus declaraciones, pero mucho más leído y culto

Desde la Revolución Gloriosa de 1688, la cual depuso a Jacobo II y entronizó a Guillermo III de Orange, Gran Bretaña se mantiene bajo dos postulados legales sin constitución escrita. Por un lado, la soberanía parlamentaría (sancionada por el monarca de turno) y, por otro lado, el derecho consuetudinario (según otras doctrinas el imperio de la ley). Esto es, lo que diga el Parlamento británico y lo que digan los jueces. De hecho, lo que ha solicitado el Parlamento Escocés es una súplica para que el británico le permita realizar un segundo referéndum, no la posibilidad directa del mismo.

De resultas que no es que Escocia pueda separarse según las leyes, sino que el parlamento británico entiende que tienen derecho a plebiscitar. En España existe una Constitución que es la ley máxima y a la que se acoge todo el sistema normativo y político para llevar a cabo su cometido. El Parlament catalán debería solicitar al español una concesión de referéndum y ver si lo se concede o no. De concederse habría que ver si la pregunta es constitucional o está por encima la soberanía popular. Una enorme diferencia que el ministro parece desconocer por sus declaraciones.

¡Gibraltar español! O la culpa de la prensa

Por suerte para el ministro, desde Gran Bretaña el fracasado dirigente tory Michael Howard le ha hecho un favor sacando el tema de Gibraltar. Los británicos han manifestado que están dispuestos a una guerra y a defenderlo hasta sus últimas consecuencias tras el derecho de veto que ha obtenido España sobre asuntos gibraltareños dentro de la Unión Europea. En una vieja rememoración del franquismo, se saca el tema del “peñón español” para extender la niebla cegadora sobre el separatismo. Para su desgracia no quedan conspiraciones judeomasónicas, de momento.

Y si no se acude al manual de estilo del partido conservador español y de las fuerzas del mal: “la culpa es de la prensa que malinterpreta”. Como ha manifestado en rueda de prensa Pablo Casado. Como las hienas de Hernando a la muerte hepática de Barberá. Pero es que además, el polaco Donald Tusk había manifestado en la reunión de los partidos conservadores europeos que “tenemos que retar a los populistas y decir alto y claro que los nacionalismos y separatismos que tratan de debilitar a la UE son lo opuesto al patriotismo moderno”. Algo ratificado por la propia Angela Merkel y que tanto agradó a Mariano Rajoy.

Por su parte, Carles Puigdemont seguirá atizando por el lado que al independentismo le interesa. En su cuenta de Twitter ha manifestado que “Hemos ido diciendo que la ‘realpolitik’ se impondría. Y aquí tenéis una muestra: lo que decía el Estado y lo que ahora dice, ante lo inevitable”. La cuestión catalana sigue estando presente incluso en la diplomacia internacional. Como siempre ha dicho Chencho Arias “el ministro no sólo ha de ser diplomático sino político y pensar antes de hablar y hacer”.

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