No ha pasado una semana desde que el volcán Cumbre Vieja en la Isla de La Palma entró en erupción y los efectos devastadores del magma volcánico avanzando hacia el mar muestran, cada vez con más evidencia, las terribles consecuencias que sufrirán los palmeros que residían o trabajaban en las ya 180 hectáreas arrasadas, 14 hectáreas más que hace 36 horas.
El balance es demoledor. La lava ha destruido ya más 390 edificaciones, cuarenta más en 24 horas, según el seguimiento por satélite del programa Copérnicus de la Unión Europea.
El programa Copérnicus, coordinado a través del Centro Nacional de Seguimiento y Coordinación de Emergencias (CENEM), cuenta con dispositivos para la monitorización y seguimiento de las redes nacionales de alerta, situaciones potenciales de riesgo, incidentes y emergencias del ámbito de la protección civil. El semáforo volcánico de la isla se mantiene en rojo, en situación de emergencia, y el proceso eruptivo continúa.
El consejero de Obras Públicas, Transportes y Vivienda del Gobierno de Canarias, Sebastián Franquis, que ayer anunciaba que el Ejecutivo regional confía tener, el próximo mes de octubre, unas 996 viviendas a disposición de los damnificados, asegura en una nota que la empresa pública Visocan, dependiente de la Consejería, está realizando un análisis sobre el terreno para localizar y contactar con todos los propietarios de viviendas vacías que hay en la isla en estos momentos.
