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Cultura financiera: Sesgos Conductuales del Inversor

Pablo Tellería Barboza
Pablo Tellería Barboza
Asesor Financiero Certificado EFPA
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análisis

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¿Por qué no somos capaces de parar de comer cacahuetes, pistachos o anacardos, mientras esperamos el entrante o el primer plato de la cena que hemos preparado para nuestros invitados?

Nuestro cerebro busca la recompensa inmediata

Lo razonable sería comer unos pocos frutos secos y quedarnos con algo de hambre para luego. Sin embargo, la única solución para evitar seguir “picando” es retirarlos de la mesa. Mientras se mantengan allí, cerca de nuestro alcance, seguiremos comiendo y nos costará mucho resistirnos, aún a sabiendas que no es lo “correcto”.

La explicación a este comportamiento se debe al llamado sistema de recompensa del cerebro. Dicho sistema se activa frente a un estímulo externo y envía señales mediante las conexiones neuronales que hace que se liberen neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina, responsables de sensaciones placenteras.

El objetivo del sistema de recompensa es claro: hacer que queramos repetir uno o más comportamientos como forma de asegurar la existencia y la supervivencia de la especie (alimentarnos, beber, reproducirnos).

Nuestro cerebro también está preparado para tomar decisiones inmediatas en el caso de identificar un peligro inminente. Pero este sistema de alarma no es perfecto y puede llevar a que tomemos decisiones equivocadas o poco acertadas.

Economía Conductual – Behavioral Finance

En diferentes aspectos de nuestro día a día, tomamos decisiones que son estudiadas por la neurociencia cognitiva. En los últimos años, esta mezcla entre neurociencia y psicología, analiza nuestro comportamiento económico o financiero.

Por ejemplo, jugamos a la lotería o apostamos en el casino cuando sabemos que las posibilidades de ganar son más bien escasas. Caminamos 20 minutos para comprar una prenda de vestir por 29,90 € en lugar de pagar los 44,90 € que nos costaría en la tienda más cercana. Sin embargo, no lo hacemos si lo que compramos es una TV de última generación que nos cuesta 1.990 € en el comercio más próximo a casa y que podíamos haberla comprado por 1.975 € si nos desplazábamos media hora más allá. Total, “por 15 € no vale la pena el desplazamiento”. Comparamos ese ahorro en función de lo que cuesta el producto. Pero, a decir verdad, son los mismos 15 euros que estarán o no en nuestro bolsillo.

También preferimos coger ese paquete vacacional con todo incluido, así no tenemos que “preocuparnos” en buscar buenos sitios para comer. Pero luego, aconsejamos a familiares y amigos que cuando visiten nuestra ciudad, no vayan a restaurantes próximos a los lugares más turísticos porque pagarán una factura más elevada. Mejor que se alejen un poco del circuito masificado y busquen otras opciones a quince minutos de distancia, donde comerán a mejor precio y degustarán la “verdadera” gastronomía local.

Sesgos Cognitivos

En el año 1979, los psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky, presentaron su «Teoría de la perspectiva: toma de decisiones bajo riesgo”, posiblemente la publicación más importante en el campo de las finanzas conductuales.

Para Kahneman, que recibió el Premio Nobel de Economía en 2002, nuestro cerebro tiene dos sistemas para procesar la información y generar una respuesta. Lo que él llamó: sistema 1 y sistema 2.

El sistema 1 es el que proporciona la respuesta rápida, intuitiva, emocional y subconsciente.

El sistema 2 en cambio, es lento, lógico, calculador y consciente.

Cada día tomamos cientos (o miles) de decisiones en las cuales estos dos sistemas están presentes.

El sistema 1 consume menos recursos al cerebro. Asocia la información que recibe a patrones ya existentes para proporcionar una respuesta. Crea atajos y de esta manera responde rápido y gasta menos energía. Es el que guía la mayoría de decisiones que tomamos diariamente.

Nuestros antepasados estuvieron la mayor parte del tiempo luchando para sobrevivir: buscar comida, reproducirse y huir de peligros. En la historia de la humanidad, el uso del cerebro para tomar decisiones financieras podríamos decir que es bastante reciente.

Esto causa que, a la hora de tomar este tipo de decisiones, las cuales a priori tendrían que ser racionales, cometamos errores provocados por una serie de sesgos conductuales o atajos, en el que nos hace caer nuestro cerebro, cuando tiene que procesar rápidamente la información que recibe y proporcionar una respuesta (sistema 1).

Recordemos que el cerebro busca la satisfacción inmediata, así que, por ejemplo, ahorrar dinero para nuestro futuro no está contemplado, va en contra del sistema de recompensa. Por eso nos resulta difícil. Queremos disfrutar de lo ganado ahora y no dentro de 10, 20 o 30 años cuando nos jubilemos.

Y cuando invertimos, los sesgos cognitivos hacen que tomemos una serie de decisiones que pueden llevarnos (de hecho, es lo que suele suceder) a no cumplir con nuestros objetivos financieros, a ganar mucho menos que la media del mercado o simplemente a asumir más riesgo del que somos capaces de soportar.

El sesgo de confirmación, el exceso de confianza, el efecto manada o el sesgo doméstico (ver infografía) son sólo algunos de estos “engaños” o atajos a los que nos podemos ver sometidos como inversores. Por eso, es importante tenerlos presentes y entender cómo funciona nuestro cerebro a la hora de tomar decisiones.

En conclusión, no podremos evitar algunas de estas “trampas” en las que nos hace caer el sistema 1, pero conocerlas y ser conscientes de ellas, nos permitirá mejorar nuestro desempeño y lo que es más importante, nos ayudará a cumplir con los objetivos financieros que nos habíamos marcado.

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