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Cultura financiera: ¿Realmente tendré una pensión?

Por qué tienes que tomar las riendas de tu jubilación.

Pablo Tellería Barboza
Pablo Tellería Barboza
Asesor Financiero Certificado EFPA
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análisis

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El 1 de enero de 1967, entró en vigor en España la Ley General de la Seguridad Social. Su objetivo principal era implantar un modelo unitario e integrado de protección social, con una base financiera de reparto, gestión pública y participación del Estado en la financiación.

A partir de la implantación de la democracia y la aprobación de la Constitución, se produjeron una serie de reformas en los distintos campos que configuran el actual Sistema de Seguridad Social.

En lo que se refiere al sistema público de pensiones, el punto de partida que tenemos que tener en cuenta es que es un “sistema de reparto”. Por hacerlo simple, significa que el trabajador no “ahorra” para su propia jubilación: lo que hace es “pagar” la pensión de la persona que ya está jubilada.

Muchas veces oímos declaraciones que dan a entender que una persona jubilada cobra porque “ha trabajado toda su vida”. Pero para ser más exactos, cobra porque alguien está trabajando y pagando su pensión. El haber “trabajado toda su vida”, le da derecho en base a unos cálculos determinados, a cobrar un porcentaje “x” de lo que ha estado cotizando.

Precisamente, al ser un sistema de reparto, se necesita un número determinado de personas trabajando para pagar la pensión de las que están jubiladas. Y aquí es donde (parafraseando a la tripulación del Apolo 13): “tenemos un problema”. Y ese problema base se llama “pirámide poblacional”.

Cuando se comenzó a implementar este sistema de reparto, había casi 6 personas en edad de trabajar para pagar las jubilaciones (se ha de tener en cuenta, que no todas las personas en edad de trabajar, efectivamente lo están haciendo en todo momento). Desde entonces, el índice de fecundidad (número de hijos por mujer), no ha hecho más que bajar desde casi 3 hijos por mujer, hasta los 1,3 de la actualidad.

Esto ha provocado que se haya pasado de una pirámide poblacional expansiva (1970) a una pirámide poblacional regresiva (2020 – 2035). Es decir, de altas tasas de natalidad y de mortalidad (muchos nacimientos y esperanza de vida más baja), a bajas tasas de natalidad y de mortalidad (pocos nacimientos y esperanza de vida más alta).

Como puede verse en la infografía adjunta, eso provoca que hacia el 2035 habrán poco más de dos personas en edad de trabajar para pagar una pensión (si ahora tienes entre 45 y 50 años te tocará comenzar a cobrar tu jubilación en ese momento). Si actualmente tienes (o conoces a alguien) entre 22 y 25 años, te jubilarás aproximadamente en el 2065. La proyección para ese año es que apenas haya una persona en edad de trabajar para pagar una jubilación.

El sistema de reparto utilizado hasta ahora, basado en la financiación de las jubilaciones por parte de los trabajadores en activo (con la esperanza de que en un futuro su propia jubilación sea pagada por las generaciones venideras), funcionó bien precisamente mientras el número de trabajadores en activo podían afrontar ese compromiso. La baja natalidad y el aumento de la esperanza de vida (ahora nos tienen que pagar la pensión de jubilación más años), hace que la diferencia entre lo que se recauda y lo que se tiene que distribuir sea negativa (déficit de la Seguridad Social). Hay otra variable en esta ecuación: a la cantidad de trabajadores en activo que “pagan” las jubilaciones, hay que sumar lo que ganan esos trabajadores (base de cotización). Si esas bases de cotización tienden a bajar, el dinero para pagar las jubilaciones es cada vez menor.

No dejes en manos de “cortoplacistas” tu plan de ahorro e inversión de largo plazo.

¿Puedes estar tranquilo(a), sabiendo que ahora trabajas para pagar parte de la jubilación a otra persona, esperando que cuando te jubiles alguien te la pagará a ti?

No quiero criticar el modelo actual, en tanto que funcionó muy bien en unas determinadas circunstancias. Creo, además, que entre todos y todas tenemos que contribuir a ayudar y ser solidarios con aquellas personas que lo necesiten. Nadie está libre de una decisión equivocada o una situación personal (o profesional), que lleve a necesitar de la solidaridad de los demás. Pero lo que si critico es la falta de responsabilidad de las personas encargadas de legislar y de promover soluciones a los problemas que vienen. El sistema actual de reparto no da más de sí. Lo saben y no hacen nada.

No se puede “jugar” con nuestro futuro contando milimétricamente voto a voto cada planteamiento o decisión política. Dependemos de personas que tienen objetivos cortoplacistas (en el mejor de los casos, cuatro años por delante), para solucionar temas de muy largo plazo. Nadie quiere dar la “noticia” de que el sistema actual es insostenible. Nadie quiere perder ni medio voto. Y mientras tanto, el tiempo va pasando. Y el tiempo es crucial para poder planificar un ahorro a largo plazo que nos permita complementar las (bajas) pensiones futuras.

No es lo mismo comenzar a ahorrar con 50 años para nuestra jubilación, que hacerlo con 25. El esfuerzo será menor cuanto antes empecemos. Nos acostumbraremos a vivir sin una parte de nuestros ingresos, teniendo muchos más años por delante y por ello podremos aspirar a una rentabilidad más alta por el capital apartado. Y no es una cuestión sólo de grandes patrimonios o grandes sueldos.

Comencemos a tener responsabilidad sobre parte de nuestra futura jubilación desde el minuto cero que nos incorporamos al mercado laboral. Hay productos de ahorro e inversión que pueden ayudarnos a conseguir el objetivo. Tenemos que informarnos, leer y aprender conceptos básicos de cultura financiera. No podemos permitirnos el lujo de dedicar horas y horas a elegir un modelo de coche o un modelo de teléfono móvil (que nos durará dos o tres años, en el mejor de los casos) y dejar nuestro futuro financiero delegado en quien gobierna pensando en las próximas elecciones, pensado únicamente en “su futuro” y no en el nuestro. Personas “ambidiestras” que evocan cuando les parece el Pacto de Toledo. Ese que tenía que llegar a un gran acuerdo desmarcándose de la agenda política. Ese que se desmonta en un coser y cantar…y hasta nuevo aviso.

Toma las riendas de tu jubilación. Hazlo tú, no esperes a que lo hagan por ti.

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