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Culpabilizar a la víctima

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“Claro, qué hacia una chica de 16 años en la calle a esas horas”. Los medios hacen eco de una terrible noticia sobre una chica de 16 años que ha sido encontrada inconsciente, semidesnuda en un descampado con las temperaturas bajo cero grados, con una fractura en el cráneo, golpes violentos por todo el cuerpo que le han producido lesiones tanto a nivel interno como externo y claras evidencias de que ha sido sufrido múltiples violaciones violentas; y el comentario que muchos han dicho ha sido: “Claro, qué hacia una chica de 16 años…”.

Es terrible, pero lo peor de todo es que, desgraciadamente, no nos coge por sorpresa, ni el comentario ni la monstruosa agresión. Y es que a pesar de los numerosos avances que con tanto esfuerzo hemos venido consiguiendo en la lucha feminista, lo cierto es que aún queda mucho camino por recorrer y la mujer aún no ha podido desprenderse del dedo acusador que la culpa de todo lo que a ella le ocurra. Todos hemos escuchado alguna vez las múltiples y cobardes excusas que se utilizan para intentar culparla: “Claro, llevas ropa demasiado provocadora”, “Claro, ibas borracha”, “Claro, eso te pasa por acercarte a desconocidos”, “Claro, qué hacías en la calle a esas horas…”. La chica de 16 años que, cómo es lógico, no recuerda apenas lo sucedido y se encuentra totalmente asustada, dice que siente vergüenza y culpabilidad, según ha declarado su madre. Culpable por la ropa que llevaba, culpable por lo que había bebido, culpable por confiar en chicos, culpable por ir a una fiesta. Y la madre, aunque no lo diga, también se siente culpable: no tendría que haber dejado a mi hija ir a una fiesta, no tendría que haberla dejado que se recogiera a esa hora. Sí, a eso las induce la sociedad y las leyes, porque nuestra sociedad y nuestra legislación cuestionan a la víctima y no al agresor. Ella es la culpable, ¿cierto? Por eso se le permite a una abogada o a una juez preguntarle a una víctima de agresión sexual si cerró bien las piernas mientras la violaban, pero luego nos asustamos cuando las víctimas se ven destruidas porque se sienten culpables. Por eso se le da cobertura en los medios y se le pone con mucho gusto un micrófono delante a políticos de extrema derecha que se atreven a decir que “la relación más segura entre un hombre y una mujer será únicamente la prostitución”, pero luego nos pusimos las manos en la cabeza cuando dos meses después escuchamos el caso de la chica que fue violada por varios desconocidos y uno de ellos le lanzó 17 euros sobre su cuerpo desnudo al acabar. Por eso se le concede libertad a políticos o figuras públicas conocidas para que ataquen con bulos donde se inventan el número de denuncias falsas, pero luego nos asustamos cuando nos enteramos de que hay mujeres que no denunciaron las agresiones sufridas por miedo a que no las creyeran. Por eso se permite en algunas comunidades autónomas que se persiga o se le prohíba a los educadores llevar al aula temas tan importantes relacionados con la sexualidad y el respeto hacia la otra persona, pero luego nos asustamos cuando entre los adolescentes es donde más están creciendo las agresiones sexuales.

Y, no se equivoquen, los mismos medios que publican las desgarradoras noticias de las violaciones que ocurren, son los mismos medios que le dan coberturas a los dedos acusadores: culpabilizar a la víctima porque conocía a su agresor o porque no pidió ayuda, descalificar a la mujer por su forma de actuar o denigrarla por la ropa que lleva a un evento, intentar justificar el por qué de un asesinato machista o intentar mostrar una imagen dulce del asesino, es una lista interminable de peligrosos mensajes que van calando en las mentes de nuestros jóvenes.

Cabe preguntarse qué es lo que falla en nuestra sociedad y en la educación que le estamos dando a las nuevas generaciones para que el número de casos de violaciones siga subiendo sin cesar, para que los chavales vean como algo divertido y legítimo salir -literalmente- en manadas a violar a mujeres: las manadas de Manresa (4 hombres violaron a una menor de 17 años y 6 seis hombres violaron a una menor de 14 años), la manada de Sabadell (8 hombres participaron en la agresión hacia una joven de 18 años), la mandada de La Arandina (3 hombres agreden sexualmente a una menor de 15 años), la manada de Alicante (4 hombres violan a una joven de 19 años), la manada de Marina Alta (4 hombres violan a una menor de 15 años), la manada de Bilbao (6 hombres violan una joven) y un largo etcétera.  El pasado mes de abril fuimos testigos de un mensaje viral que se transmitió por la red social TIK TOK, siendo una de las más populares entre los jóvenes y por la que les llegan prácticamente toda la información del mundo que les rodea: se establecía el Día Internacional de la Violación a las Mujeres. Es inentendible que una red social permita que se haga viral dicho mensaje y que no tomen las medidas oportunas, porque que no os engañen, no tomaron ninguna, se indignaron a decir que eliminaron el contenido que infringía sus políticas. Pero, ¿qué contenido es exactamente el que infringe sus políticas? Porque hemos perdido la cuenta de la cantidad de mensajes, imágenes y videos machistas, violentos y denigrantes hacia la mujer que, tras ser denunciados, siguen en esta red social y otras, sin que haya perjudicado absolutamente nada a sus autores.

No son casos aislados. Es una consecuencia de permitir que el machismo tenga cada día más cabida en las instituciones. ¿Hasta cuándo vamos a seguir tolerando la hipocresía de los medios? ¿Hasta cuando vamos a seguir sorprendiéndonos de la noticia de una violación si días antes han difundido y vendido la idea de que algo habrá hecho la mujer para ser violada?  ¿Cuándo van a ser los medios lo suficientemente responsables y van a dejar de participar en esta barbarie?

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