De todas las intervenciones diarias en las que se tiene que ver implicada una dotación policial en la calle, ¿cuántas requieren de determinadas capacidades que sólo pueda resolver satisfactoriamente un hombre en detrimento de una mujer? Por lo general y por genética los hombres suelen tener más fuerza que las mujeres, pero que más allá de eso, la destreza, habilidad, capacidad de acción, reducción, defensa y, también en ocasiones, la fuerza, no están ligados al género. Además de que la gran mayoría de intervenciones lo que requieren es un adecuado trato con la ciudadanía y una posición tolerante dirigida a resolver el problema en vez de potenciarlo, y para eso no hay distinciones.

Entonces, ¿por qué desde distintos sectores de la Policía se hace creer que el hombre está más preparado que la mujer para patrullar basando su simplista argumentación en la mayor “fortaleza” física del hombre? Pues la respuesta es sencilla, la Policía como muestra o microcosmos representativo de la sociedad en la que vivimos es machista. Y aunque pongan el grito en el cielo al escuchar estas palabras todos aquellos que desde dentro del colectivo, llenan su boca con palabras y servicios del tipo conciliación familiar, secretaría de la mujer, unidad de protección a la mujer, etc… en el fondo subyace el machismo programado que sufrimos todos alrededor.

Y es que no hay compañera policía que no te pueda contar que ha sentido la discriminación en el servicio por colocarla en un turno o grupo por cumplir una cuota o porque haga falta una mujer que pueda realizar cacheos a mujeres como la ley dictamine, y no por sus cualidades profesionales. No hay mujer que haya sido madre que no haya sentido la presión y falta de empatía por parte de sus jefes y compañeros por las ausencias más que necesarias para poder ejercer su maternidad con la tranquilidad y comprensión que merece. También es cierto que hay otras tantas que han encontrado dicha comprensión y no tienen queja al respecto, pero es que no hablamos de aquellas que viven lo que debería ser la normalidad sino de aquellas que padecen la lacra de una concepción retrógrada del género.

Desde la Agrupación Reformista de Policías no sólo estamos concienciados con el respeto a la figura a la mujer dentro del colectivo policial y su reivindicación de derechos, sino que apelamos también a la eliminación de uno de los mayores problemas de nuestro tiempo como es la muerte de mujeres víctima de la violencia de género. Y queremos que de una vez por todas se le conceda el tratamiento que merece. Y para ello, una de las medidas principales que reivindicamos es la consideración de la erradicación de las muertes por violencia de género como CUESTIÓN PRIORITARIA DE ESTADO. Además de una reforma de los actuales protocolos de tratamiento a la mujer respecto a la función policial para que una vez denunciado cualquier caso las víctimas sean atendidas en establecimiento distinto a la comisaría de policía, bajo el control de una comisión de seguimiento inmediato y presencial compuesta por personal de asuntos sociales de la comunidad, psicólogos, abogados y policías comprometidos/as con la supervisión de jueces adscritos a este tipo de violentos.

Y para demostrar desde la Administración el compromiso con la erradicación de dicha lacra desde ARP solicitamos la responsabilidad subsidiaria del estado en este tipo de delitos con ocasión de lesiones o muertes. Esta última medida sería un avance muy importante teniendo en cuenta que si esto ya ha ocurrido de manera satisfactoria con las víctimas de ETA, ¿por qué no se puede dar con las del “terrorismo machista” si en los últimos treinta años se asesinó a más de dos mil mujeres casi triplicando el número de víctimas de ETA en cincuenta años?

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