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Cuca Zamarra

Julián Molina Illán
Julián Molina Illán
Psicólogo, Fisioterapeuta, Enfermero, Filólogo, e Historiador del Arte.
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análisis

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En Murcia decimos que algo es “cuco” cuando es gracioso, simpático, o cuando una persona es pilla. También tenemos un significado poco edificante para el término “zamarro”. No me hace especial gracia expresarme en estos términos, pero es que las declaraciones de esta señora (“Cuca” Gamarra) sobre la jubilación rayan en lo criminal y no es para menos ofenderse.

O tal vez debería decir que rayan en la más absoluta ignorancia, o en la maldad, o en ambas cosas. Propone esta señora, sin orden ni concierto, que la jubilación tendría que extenderse hasta los 70 años para dar oportunidad a las personas que quieren y están bien para trabajar a esa edad, más allá de los 65 años que está ahora. Lo primero que hay que decirle a esta señora es que la edad legal de jubilación es a los 67 años, algo que se alcanzará muy pronto, no a los 65. Lo segundo y más importante es que la jubilación no es un deber, sino un derecho. Es decir, la gente no tiene el deber de jubilarse (salvo los funcionarios a los 70 años). O dicho de otro modo, si una persona llega a los 67, 70, 75 años… y no quiere jubilarse ¡no se la puede obligar! La edad no es motivo de despido procedente. Lo que ocurre es que lo normal es que la gente esté deseando jubilarse, no deseando seguir trabajando; pero si una persona quiere, puede trabajar hasta la edad que le dé la gana. El problema no es seguir trabajando, sino poder dejar de trabajar. Si esta señora hubiera trabajado alguna vez en su vida lo sabría. Pero, ¿qué es trabajar? Hago esta pregunta porque seguramente la señora Gamarra probablemente creerá que ella también trabaja, y que todo el mundo está en su misma situación. No, señora Gamarra, lo que usted hace no es trabajar. Usted tiene libertad de horario, hace lo que le da la gana, dice lo que le da la gana y es, casi, dueña de su destino. Se dedica a lo que quiere y lo que le gusta, puede dejarlo cuando quiere y cuando quiera. Está bien pagada, tiene prestigio, autoestima laboral, su jefe casi no es su jefe, se siente permanentemente halaga por quienes la quieren y la admiran; le piden selfis y autógrafos, la invitan a todos los actos, prácticamente no paga nunca… No señora Gamarra, eso no es trabajar. Déjeme que la ilustre. Trabajar es estar toda la vida estudiando para que nadie te lo valore ni te lo reconozca. Trabajar es que nadie te respete, ni te admire. Trabajar es no tener recompensa, salvo un sueldo de mierda con el muchas veces no se llega a fin de mes. Trabajar es hacer lo que a uno no le gusta. Trabajar es una acumulación continua de frustración por no ser escuchado ni poder desarrollarse como persona. Trabajar es esforzase física y psicológicamente más allá de lo que se puede. Trabajar es no tener metas porque hace tiempo que se ahogaron en las lágrimas del olvido. Trabajar es ser estafado por la vida, por la sociedad, y por políticos como usted. Trabajar es que te digan que ganas demasiado, aunque pases hambre, y que no se te puede subir el sueldo. Trabajar es hacer el trabajo de un compañero o compañera enfermos a los que nadie sustituye. Trabajar es que te tiren a la basura después de treinta años de servicio porque ya estás viejo, y si te descuidas, sin indemnización. Trabajar es tener que aguantar a jefezuelos que han ascendido hasta su máximo nivel de incompetencia y que no saben hacer la “o” con un canuto ¿Lo entiende, señora Gamarra, o hace falta que siga?

Pero es que hay más, señora Gamarra, mucho más. La jubilación es un gasto, sí. Y no se debe pagar con deuda, sí. Pero a lo mejor se debería pagar eliminando sueldos como el suyo, o atajando el fraude fiscal de sus amigos (unos 40.000 millones al año). Señora Gamarra, ¿de verdad hacen falta tantos centros comerciales y tantas autopistas redundantes, o aeropuertos sin aviones? ¿Para qué quiere usted tantos asesores, para decir las gilipolleces que dice? Señora Gamarra, hay un pacto generacional según el cual los que trabajamos hoy (los que trabajamos de verdad, digo) pagamos las infraestructuras, la sanidad, la educación, las pensiones… su sueldo incluso, para que un día el Estado nos proteja con una prestación muchas veces miserable. La idea es que después de haber trabajado muchísimos años, aún quede un poco de vitalidad para poder disfrutar. Usted quiere romper ese pacto y que los que trabajamos de verdad, y sufrimos, lo hagamos hasta la muerte. Y todo porque usted disfruta con lo que hace y está dispuesta a hacerlo toda la vida ¿Se ha preguntado si los demás queremos que usted haga lo que hace toda la vida?

Pero no solo quiere usted cargarse a la población trabajadora teniéndola en el tajo hasta que ya no pueda más, es que también quiere hacer caer sobre los empresarios la carga de unos trabajadores viejos, enfermos, absentistas e improductivos ¿O acaso cree usted que un albañil, un fontanero, o un camarero de 70 años es tan productivo como cuando tenía 25?

Por último, tenemos la tasa de paro juvenil más alta de Europa ¿Cuándo y dónde tiene usted pensado que los jóvenes se incorporen a un mercado laboral en donde los viejos no se jubilan nunca? Señora Gamarra, no sé si las cosas que dice las dice por absoluta incompetencia, o por pura maldad, pero sobran sus asesores, y sobre todo, sobra usted ¡Jubílese! Se lo pido por caridad cristiana.

Un saludo a todo el mundo.

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