En la diplomacia y el mundo empresarial español, así como en la UE y en Cuba se ha recibido con gran preocupación la posibilidad de que la Administración Trump aplique el capítulo tercero de la Ley Helms-Burton; Ley que se aprobó en la época de Bill Clinton (1996) y abre el camino a la reclamación de las propiedades incautadas por la Revolución cubana (1959) en los tribunales norteamericanos. El capítulo tercero siempre ha sido una espada de Damocles que se ha mecido sobre instalaciones estratégicas de Cuba y sobre inversiones hoteleras e industriales, tanto cubanas como españolas y de terceros países.

Washington quiere aumentar el “efecto” presión sobre La Habana y ha anunciado que otorga sólo un mes de prórroga a la suspensión del capítulo tercero de la Helms-Burton. Y entre las vueltas de tuerca impulsadas por Trump se encuentra también el cierre de la Embajada, las cortapisas a viajes y remesas, así como el traslado de la gestión consular a Bogotá.

Este episodio culmina el recrudecimiento del embargo norteamericano a Cuba (1960), que dura ya casi 60 años y, paralelamente, lamina la política de “deshielo” impulsada por la Administración Obama. Desde su llegada al poder, el presidente norteamericano ha mostrado una obsesión patológica por desmontar las políticas de su predecesor, aunque en el caso de Cuba puede que se le vuelva en contra.

El efecto bumerán de esta decisión no sólo agudizará el aislamiento de Estados Unidos con países como Rusia, China y los no alineados, sino que profundizará en las diferencias que mantiene con la UE y añadirá aún más leña al fuego de su política comercial. También proporcionará más argumentos a los cubanos para reverdecer sus justificadas denuncias del “bloqueo”, promoverá la reclamación de indemnizaciones por las autoridades de la Isla, tras décadas de efectos devastadores, favorecerá la promoción de sus brigadas en el exterior para denunciarlo y captar adhesiones de solidaridad, al tiempo que reintroducirá un factor de tensión en la política internacional y, en particular, en la política de Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe.

Los viejos halcones de Washington saben que la Mayor de las Antillas no es Venezuela, Nicaragua o Bolivia, algo que ignora el actual equipo de la Casa Blanca, que puede encontrar en Cuba el bumerán de Trump.

1 COMENTARIO

  1. por mucho que el castrismo cubano quiera hacer creer que tiene la sarten por el mango todos sabemos a la perfeccion que no, que lo que tiene en sus manos es una patata pero «bien» caliente. yo apoyo a donald trump en su jugada para promover ñla democracia en cuba cuestion esta ultima que usted como pèriodista se niega a aceptar porque eres «ANTI-SISTEMA·» no lo niegues .

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