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Cuando lo público no está en la agenda

Julián Arroyo Pomeda
Julián Arroyo Pomeda
Catedrático de Filosofía Instituto
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análisis

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Una cosa es no creer ideológicamente en lo público y otra verse obligado a soportarlo por formar parte de la administración que gobierna una Comunidad Autónoma. Si no se cree en ello, cada vez languidecerá más, al no poner los medios necesarios para su sostenimiento. En lugar de ocuparse de lo común, será lo privado lo que se vaya imponiendo. De este modo se acabará aceptando el buen funcionamiento de las instituciones privadas, que saben gestionar, mientras que las públicas constituyan restos, que todavía permanecen. Todo el que tenga medios económicos decidirá su propia opción.

La conversión de lo público en privado depende mucho de las fuerzas políticas que gobiernan en cada Comunidad y de la permanencia en el tiempo, porque las cosas no se hacen de un día para otro y la política actúa poco a poco para destruir lo que no interesa y favorecer la alternativa. En este caso, Madrid es el espejo donde podemos mirarnos. Ahora, tanto Ayuntamiento como Comunidad van al unísono y con acuerdo total. No dejarán pasar la ocasión para actuar en consecuencia.

En la gestión de las vías públicas se ha optado, desde el principio, por el transporte privado, dando plena libertad no sólo a la circulación de coches, sino también a las empresas. Favorecer el consumo del coche privado es una política preferente, porque esto supone movilidad y economía ágil y potente. Para esto se remodelan plazas y calles a conveniencia. Estatuas representativas de ideas republicanas y de izquierda se derriban o cambian de ubicación para que su no visibilidad las relegue al olvido. En cambio, se proyecta una estatua dedicada al símbolo franquista de la Legión en la mejor plaza madrileña.

A las calles doradas, donde se encuentran los mejores comercios e interesa que la gente circule sin parar, se dedican millones de euros para hacerlas resaltar. Se cuida mucho su aseo y limpieza hasta convertirlas en un crisol. Lo que, por otra parte, está bien, siempre que no se haga a costa del abandono de muchas otras en el mismo Centro y no digamos en los extrarradios. A veces da asco caminar por estas, mientras que aquellas resultan muy saludables. El urbanismo también tiene política y en los mejores barrios el voto está asegurado.

Después del barrido electoral de la presidenta de la Comunidad de Madrid, creo que en sus dos años de mandato la actividad será grandiosa para poner en marcha lo que considere necesario. Ya se está preparando el desmantelamiento de los centros de Atención Primaria, que son los que conectan directamente con los ciudadanos de los barrios, en Sanidad. Hasta ahora eran prioritarios, pero ya no interesan. Producen demasiados gastos, que se podrían centralizar en grandes hospitales, tipo Zendal. En lugar de atender al mantenimiento de los hospitales clásicos se pone el objetivo en instituciones sanitarias privadas, que atienden mucho mejor y se encuentran bien gestionadas. Se permite a los mismos profesionales médicos trabajar en estas clínicas privadas, que hay que pagar de manera individual, pero tienen una atención esmerada. Ya ha salido que en Madrid van a cerrar 41 centros de salud y que 200 sanitarios irán al paro. No se paga lo acordado a trabajadores del 112. Desmantelar la Sanidad Pública es el objetivo.

En Educación todo vuelve a la normalidad el próximo curso, es decir, mayor número de alumnos por aula, carga de trabajo al profesorado, más burocracia y horarios recargados. Se construirán algunos centros nuevos, porque de esto sí que se puede presumir, mientras que los que tengan muchos años ya de antigüedad siguen sin inversiones por mantenimiento. Las aulas exigen siguen sobrecargadas, refrigeración no existe, se renuevan solo unas pocas tecnologías nuevas, los comedores son deficientes y el mobiliario cada vez se endurece un poco más. Los aparcamientos para automóviles, en cambio, son muy extensos y libres. Todos se sitúan en la calle. Y no digamos nada de las nóminas y las condiciones de trabajo del profesorado. Se buscaron atajos para burlar la nueva ley educativa en artículos que no se van a cumplir y los despropósitos producirán nuevas frustraciones.

Madrid aprovecha el verano para camuflar los recortes en servicios sociales, denominándolos reestructuraciones a causa de las vacaciones del personal. Es la comunidad que menos invierte en relación con otras regiones fue del 1,04% del PIB, según el índice DEC 2020. Todo es consecuencia de la bajada de impuestos, que es un arma de doble filo. Por una parte, deja la puerta abierta y libre a cuantos quieran invertir aquí. Por otra, se resienten los servicios con la disminución de los ingresos, que podrá recuperarse con las empresas que se sitúen en esta ciudad, pero, mientras tanto, los impuestos pagados por los madrileños no repercuten en los servicios de los que tienen derecho a disfrutar. La primera consecuencia son los recortes. Luego habrá que pagar la deuda. Así no se corrigen las grandes deficiencias que se van arrastrando año tras año y la falta de atención a las necesidades primarias, tan necesarias para la convivencia. Las reestructuraciones se podrían entender por el verano, si después se volviera a su estado anterior, pero ya no se hace, ha sido la excusa para recortar, sin que se note demasiado.

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