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“Cuando un escritor se cansa de sí mismo empieza a escribir una novela”

El escritor colombiano Evelio Rosero publica ‘Toño Ciruelo’, un descenso al mal personalizado en un amigo de infancia

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análisis

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El bogotano Evelio Rosero es, hoy por hoy, una de las voces literarias más prestigiosas de las letras latinoamericanas y con cada nueva novela acrecienta su reputación después de haber conseguido, entre otros, el Premio Nacional de Literatura en Colombia en 2007 o el Independent Foreign Fiction Prize del Reino Unido en 2009. Quien haya leído Los ejércitos, La carroza de Bolívar o Plegaria por un Papa envenenado no alberga ninguna duda de que está ante uno de los grandes de la literatura contemporánea en español. Con Toño Ciruelo, editada como toda su obra por Tusquets, se sumerge en el germen del mal como elemento intrínseco del ser humano.

 

Ha decidido con Toño Ciruelo descender a las profundidades del mal con mayúsculas. ¿Por qué?

Ese descenso, o por lo menos la intención de descender, ha permanecido a lo largo de mis obras, de diversas maneras y con distintos argumentos. Con todo, yendo más allá, esa decisión o interés es general a todas las literaturas, desde el primer libro, desde la misma tradición oral. Incluso en la Biblia, y sobre todo en ella, el descenso al mal está a cada vuelta de página. Como un ejemplo se me ocurre ahora ese pasaje de Susana y los horribles viejos que la acusan injustamente.

 

¿Qué atractivo guarda todo lo que rodea a un asesino para sentirnos en general inmediatamente atraídos por él?

El de la muerte: disponer arbitrariamente de la vida de un semejante, del otro. Eso ya ocasiona una curiosidad inmensa, que busca ahondar en todos los detalles y las causas; es, digamos, una morbosidad humana, visceral. Hamlet, cualquiera de los cuentos de Conan Doyle con su infatigable Sherlock, se afincan en ese atractivo primario.

 

¿Quién es Toño Ciruelo? ¿qué ha querido plasmar con este personaje tan visceral y absorbente?

Es el resultado de la realidad y la imaginación. Digamos que Toño estudió conmigo, en el bachillerato, y eso es realidad, el detonante esencial. Pero el Toño final ya no es mi compañero de estudio. Es el seguimiento a distintos monstruos o asesinos en serie de la historia de mi país, desde hace varios años. Ambas “informaciones” sustentan mi novela. No creo, sin embargo, que Toño Ciruelo les dé la medida. Siempre la realidad alcanza cotas más altas que las de una novela. No había pasado un mes de terminada la novela cuando ocurrió en Bogotá un crimen cruel y espantoso. Rafael Uribe, un miembro de la clase alta bogotana, asesinó a una niña humilde, de ascendencia indígena, raptándola en su mismo barrio y luego violándola y torturándola. Eso me escalofrió. La realidad es carne y hueso, la literatura solo representa, o intenta representar.

“Incluso en la Biblia el descenso al mal está a cada vuelta de página”

 

Una pregunta de difícil respuesta: ¿se puede nacer con el mal inserto en nuestro ADN o esto es un proceso mucho más lento y macerado que se desarrolla poco a poco con la influencia de factores exógenos?

Yo creo que ambas causalidades son ciertas o posibles, y hay muchas más. No es prudente imponer una sola. Está, además, el azar. Estuve no hace mucho en la Cárcel del Pedregal, en Medellín, donde hay un grupo de internos-lectores que me invitaron a charlar. No solo hay los rostros duros e insensibles que cualquiera puede esperar. También hay bondad, misticismo. Arrepentimiento real. Muchos de esos internos cometieron un crimen sin premeditarlo nunca, digamos que por azar, por una suerte de destino, en fin; jamás lo volverían a hacer. En todo caso, la sociedad es la responsable mayor; me refiero a la miseria, la falta de educación; es un tema delicado, pero cualquier telenovela sobre la vida de Pablo Escobar puede implicar una apología del crimen, si sus destinatarios son muchachos incultos, en la pobreza, que quieren a toda costa “triunfar” al estilo Escobar.

 

¿Puede una persona mala mutar en buena con el paso de los años y viceversa?

Perfectamente, de acuerdo al azar al que me referí. Muchos actores de la violencia colombiana coinciden en un mismo testimonio: se lanzaron a matar después de ver cómo violaron y mataron a sus madres y hermanas; es decir, después de padecer la injusticia y la atrocidad ellos mismos se arrojaron a cometer los crímenes que habían padecido. Detrás de muchos asesinos de la guerra hay una historia de dolor y de injusticia. Con el proceso de paz que ahora se inicia en Colombia muchos de esos actores son ahora “gestores de paz”, trabajan por el bien, reconocen el error del pasado. Que ojalá tengamos la mayor de las suertes con la paz, porque también la paz tiene sus enemigos.

 

Toño llama a las puertas del narrador, su amigo Eri Salgado, en la más tierna infancia. ¿Es a esa edad cuando se construyen nuestros más temidos demonios que nos acompañan ya para siempre?

Siempre se ha dicho que la infancia es el principal estadio de la vida de cualquier hombre; y es así, es determinante, aunque por supuesto no lo es todo; pero si en mi infancia en lugar de libros me hubiese encontrado rodeado solamente de pistolas y cuchillos y escopetas con seguridad me hubiese convertido en cazador, por decir lo mejor.

 

La trayectoria de este personaje fatal lo une inexcusablemente a la de su país, Colombia, a lo largo de las últimas décadas. ¿Ha intentado exorcizar con esta novela algún tipo de demonio que lo perseguía?

Yo diría, en este caso, que no de manera consciente; pero siempre cada novela es un exorcismo, hasta de nosotros mismos; cuando un escritor se cansa de sí mismo empieza a escribir una novela, y a veces para cansar a los demás. Pero sí, en Toño Ciruelo hay un propósito de exorcismo, el de ese pasaje de la infancia, el de mi amigo que, con el paso algunos años, cuando ya estaba en la universidad y habíamos dejado de vernos, se convirtió en asesino. Esa fue la raíz.

“Siempre la realidad alcanza cotas más altas que las de una novela”

 

Los límites del ser humano son inextricables. Pero, ¿qué es más fácil, abrazar las profundidades del mal sin condiciones o luchar por superarnos día a día y crecer hacia arriba hasta toparnos con nuestros límites?

Allí está el meollo, que para algunos es más fácil acudir a lo primero, y para otros la segunda alternativa es la mejor. Todo depende del entorno primero, la educación, la instauración del espíritu, del humanismo, en la más tierna infancia, cuando se aprende a leer.

 

No sólo presta un especial mimo al qué cuenta sino también al cómo lo cuenta. Su estilo personal es ya un marchamo que se empieza a conocer incluso fuera de las fronteras de su país. ¿Hacia dónde va el estilo literario de Evelio Rosero?

Siempre intento ser distinto en cada novela; el común denominador es el estilo, que procuro cuidar al extremo, que me apasiona pero también me causa mucha controversia a la hora de escribir; no es para jactarse, es un dolor; y a veces el resultado no es lo que queríamos. Cada palabra tiene no solamente su significado sino su color, su sonido, yo diría que su olor. Pero a veces quisiera avanzar en mis novelas capítulo por capítulo, a gran velocidad, y no palabra por palabra, a modo de tortuga. Sueño con escribir una novela en la que no tenga que corregir absolutamente nada, que la escriba de principio a fin, sin más incertidumbres de estilo, sin más indecisiones. Ojalá lo logre. Por ahora sigo imaginando en mis novelas, cuando ya las voy a acabar, entre seis y diez finales distintos, y entre diez maneras de asumir una escena, una simple descripción. Y cumplo con cada una de esas posibilidades, las escribo. Adelanto y echo para atrás y vuelvo a avanzar. No es para reír. Así me tocó escribir.

 

¿Sigue gozando la literatura latinoamericana en general de buena salud, quizás una salud de hierro heredada del ya lejano ‘Boom’? ¿o sencillamente no existe la literatura latinoamericana como un ente homogéneo?

Existe la literatura latinoamericana, y el lejano ‘Boom’ fue decisivo para nosotros; aprendimos con esos grandes autores, aunque me parece que ya algunos de ellos están mandados a recoger, o siguen sobrevalorados, y sin embargo cumplieron en su momento con el cometido: la instauración de una presencia literaria de fuerza universal.

Toño Ciruelo
Evelio Rosero
Tusquets
272 páginas
18 €

 

Comprar: 5704650

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