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Crónica de viaje (I)

Mónica Molner Andrés
Mónica Molner Andréshttp://www.monicamolner.com/
Médica, divulgadora y escritora encantada de compartir lo que pasa por su cabeza y por su vida con quien quiera leerla. Apuesta por la educación sexual y por el empoderamiento de sus pacientes.
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análisis

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¿Cómo no me iba a inspirar esto? Contrastes que te escupen a la cara.

Una mujer pide atención y disculpas en el vagón de cercanías que nos lleva al aeropuerto, breve monólogo que finaliza pidiendo ¡COMIDA!

Mientras ella habla, nuestras mentes ya iban ensayando el “no tengo suelto” y en nuestras mochilas cargadas de aventura, no hay alimentos.

Bajas respondiendo a las preguntas que tus hijas lanzan a tu conciencia y mientras, sin dinero y sin comida, ella desaparece antes de darnos cuenta.

Ya en el avión, la realidad te golpea cuando ves la cantidad de productos sin abrir que las azafatas van recogiendo. Cómo nos encanta pedir todo lo que sale gratis (aquí me acuerdo de los dius en la consulta de la Malva).

Le pregunto a la azafata si todas esas sobras por estrenar se donan a alguna ONG, ilusa, “En China no hay pobres”, con mi cara por respuesta, me sigue justificando que incluso los miembros de la tripulación tienen prohibido llevárselo y que es una práctica habitual de las compañías aéreas.

La fiesta que podría haber montado aquella mujer del vagón con los amigos de su hijo, porque a todo esto, yo creí su historia aún sabiendo que podía haber sido un discurso imaginado. De nuevo ilusa, pienso en los change.org para que toda esa comida sobrante llegara a bocas hambrientas, pero la utopía se rompe cuando imagino a los directivos de las compañías aéreas en sus cochazos y sus vidas despreocupadas importándoles una mierda que haya gente cuyos estómagos hacen eco.

Nos ha tocado vivir en la parte del mundo donde hay más sobrepeso y obesidad mórbida y me ruboriza estar ante la expresión de la escasez. Quizás los años de voluntaria trabajando con la gente que vive en la calle te encienden esa luz de la que carecen todavía demasiados.

No habrá chinos teóricamente pobres, pero mis ojos han visto escenas de película surrealista donde era evidente la carencia en alegría de vivir y desde luego, resulta mucho más complicado ver obesidad que aquí, los vecinos occidentales.

Hasta que haya algún máximo responsable de aerolíneas, con mucha pasta y mucho corazón, tendremos que pedir sólo lo que vayamos a consumir para no soñar entre las nubes con la de Chamartín.

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