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Cristina Fernández, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti

Eduardo Rivas
Eduardo Rivas
Licenciado en Ciencia Política
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análisis

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Se cumplen hoy 91 años de la ejecución en Estados Unidos de la sentencia de muerte contra Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, quienes habían sido acusado de robo a mano armada y asesinato de dos personas.

El caso había concitado la atención del mundo, porque lo que estaba detrás no era una sentencia judicial sino la persecución de estos dos inmigrantes italianos por su condición de anarquistas. Se procuró una suerte de disciplinamiento social para que fuera un hecho ejemplificador que alertara a quienes quisieran seguir por esa senda.

Aunque parezca mentira, y muy lejos del anarquismo que promovían y practicaban Sacco y Vanzetti, un argumento similar de persecución política por sus ideas es esgrimido 90 años después al otro extremo del continente por otra pareja, o al menos por la mitad de ella porque la otra no puede defenderse.

En su discurso en la Cámara de Senadores de la Nación argentina donde se debatía el pedido de un juez federal para allanar algunas de sus propiedades en virtud del avance de la causa judicial que la tiene como imputada, la senadora procesada y ex Presidente de la República Cristina Fernández sostuvo que ‘La historia de la Argentina demuestra que pueden encarcelar gente, pueden meter a todos los opositores, me pueden meter presa. ¿Usted cree que realmente la Argentina va a ser más gobernable? Me atrevo a decir que no es así.’ dando a entender la existencia de una persecución política a quienes piensan diferente, que explicitó más tarde al sostener que ‘si algo faltaba para consagrar el uso del Poder Judicial para la persecución política era esta causa’, ubicándose en el centro de las preocupaciones del gobierno, de los ciudadanos y del universo.

Pero por si fuera poco, ubicó su caso judicial en un contexto regional, ninguneando al magistrado, afirmando que ‘Bonadío es un instrumento. Un títere. Esto es regional’, si estimado lector es el mismo Bonadío que años atrás ponían como ejemplo de juez, poniendo en un mismo pie de igualdad el caso de Rafael Correa de Ecuador, sobre quien pesa una orden de prisión preventiva, Luíz Inácio ‘Lula’ Da Silva, quien fue condenado por la Justicia en segunda instancia, y su situación personal, que acumula denuncias y procesos judiciales pero que aún no cuenta con orden de detención ni condena alguna.

No sólo no es así como lo plantea Cristina Fernández, sino que en su defensa se auto incriminó, puesto que se preguntó ‘¿Creen que los arrepentidos dicen la verdad? ¿Que la patria contratista y la cartelización de la obra pública empezó el 25 de mayo de 2003?’. Se le olvidó que los arrepentidos fueron funcionarios de su gobierno hasta el 10 de diciembre de 2015. Ahora nos preguntamos: si no fue así, ¿por qué no lo denunció? Fue cómplice de ‘la patria contratista’ durante sus 8 años de presidencia y guardó silencio. ¿Fue su cómplice?

Estas palabras recuerdan a Donald Trump, quien tras las acusaciones en su contra realizadas por su ex abogado afirmó que ‘Si alguien defraudó a un banco y va a pasar 10 años en la cárcel, pero puede reducir su condena diciendo algo malo sobre Trump, lo va a hacer. Si alguien inventa historias, va a inventar mentiras. Lo he visto muchas veces, he tenido a amigos involucrados. Inventan historias y pasan de tener 10 años (de condena) a ser héroes, les erigen una estatua. No es justo, pero lo hizo.’ Evidentemente en algo tenía razón Cristina Fernández, no es algo local sino internacional… argentino-estadounidense, y su defensa es la misma que la del Presidente Trump.

Ya se ve, entonces, que lejos está de poder considerarse un caso de persecución política como la que efectivamente sufrieron nueve décadas atrás Sacco y Vanzetti. Esto es tan sólo la prosecución de una causa judicial por averiguación de un posible delito, y Cristina Fernández no es más (ni menos) que una de las principales acusadas, se la investiga como Jefa de una asociación ilícita, una banda de ladrones que esquilmaron al estado argentino, como vértice de la cima de la pirámide de la corrupción que denuncian sus propios funcionarios. Porque a diferencia de los inmigrantes italianos, a quienes testigos falsos acusaron de haber cometidos los delitos, en el caso que nos atañe son sus propios colaboradores quienes la incriminan.

Algo más diferencia a Cristina Fernández, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Mientras los anarquistas fueron los últimos ejecutados por su pensamiento ácrata en Estados Unidos, ella que fue ‘la primera senadora allanada, la primera presidenta mujer y la primera en ser expulsada del bloque oficialista’, olvidó como mérito que fue la primera presidente mujer reelecta en la política argentina, además tiene ‘vocación de hacer cosas inéditas’ puede convertirse ahora, en la primer ex Presidente presa por corrupción.

Al igual que en el caso de Sacco y Vanzetti, puede tratarse de un cambio de época y también se recordará a lo largo de la historia.

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1 COMENTARIO

  1. Este individuo, Eduardo Rivas, es un lacayo de los corruptos, ladrones y sinvergüenzas que, desgraciadamente, nos gobiernan y nos roban en una gran mayoría de países, en este caso Argentina, y da vergüenza leer sus artículos. No sé que hace semejante personaje en este periódico

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