La noticia ha saltado a las páginas económicas de los medios de comunicación con gran rapidez, a tenor del enorme impacto de la misma. La adelantaba El País, ayer: el Boletín del Congreso recoge una proposición no de ley del PSOE que aboga por «la eliminación gradual del pago en efectivo, con el horizonte de su desaparición definitiva«. La respuesta del Banco Central Europeo no se ha hecho esperar: una iniciativa así vulnera los principios del tratado de la Unión Europea el que establecen que los billetes y monedas de euros son de curso legal. Por su parte, el Bundesbank también ha entrado a la palestra «limitar el efectivo no sirve para luchar contra los criminales».

La cuestión es ¿veremos la desaparición de billetes y monedas?

Es evidente que el uso de efectivo se ha visto seriamente afectado por la pandemia que asola a todas las regiones del mundo: se ha extendido la percepción de los usuarios de que el virus se pueda propagar más fácilmente en billetes y monedas. De hecho, las entidades subieron el límite a 50€ para pagar sin contacto para facilitar el pago con tarjeta: durante las semanas más duras del confinamiento, prácticamente toda la actividad comercial de proximidad, que es la que mueve en gran medida el efectivo en pequeñas cantidades, se suspendió.

Los billetes no trasmiten el virus

Con todo, los científicos han señalado que la probabilidad de transmisión a través de billetes es baja en comparación con otros objetos que se tocan con frecuencia. Hasta la fecha, no hay casos conocidos de transmisión de Covid-19 a través de billetes o monedas. Además, no está claro si dicha transmisión es material en comparación con la transmisión de persona a persona o la transmisión a través de otros objetos o por proximidad física.

El hecho de que el virus sobrevive mejor en materiales no porosos, como el plástico o el acero inoxidable, significa que las tarjetas de débito o crédito o datáfonos también pueden transmitir el virus. El jefe del instituto alemán de salud pública señaló que «la transmisión viral a través de billetes no tiene un significado particular», ya que las gotículas en el aire de los individuos infectados son el principal riesgo de infección. Además, los expertos señalan que lavarse las manos después de tocar el efectivo u otros objetos pueden ayudar a reducir el riesgo de transmisión.

Brecha digital

Con todo, y abordando el tema desde una perspectiva más general, alejada de la crisis coyuntural que plantea la COVID-19, ¿qué consecuencias puede tener un escenario de desaparición progresiva del efectivo? Nos preocupa, en concreto, un impacto que suele pasar desapercibido. La brecha digital que separa a personas mayores de las más jóvenes en lo que respecta al uso del dinero y hábitos financieros, en general.

Es sabido que un gran porcentaje entre la población mayor está más habituada al uso del efectivo y tiene poca destreza en el manejo de las nuevas tecnologías financieras. Si no queremos acentuar esta brecha, deberíamos mejorar la educación tecnológica de esa parte de la población para que haya un verdadero acceso universal a las finanzas personales vía online, con todas las ventajas que ello conlleva, máxime en estas circunstancias.

Países emergentes

También cabe tener en cuenta que en muchos de los emergentes mercados y economías en desarrollo donde las autoridades han pedido recientemente un mayor uso digital en los pagos, el acceso a tales alternativas está lejos de ser universalEsto podría suponer un potencial fortalecimiento del dinero en efectivo.

En suma, nos parece una medida muy extrema la prohibición del efectivo. Es evidente que su uso tiende a disminuir a medida que otros medios de pago cobran protagonismo. Ya no sólo las tarjetas sino las alternativas que plantea la tecnología incorporada a las finanzas, las llamadas Fintech: aplicaciones que permiten el pago a través de dispositivos móviles, por ejemplo. Descarga aquí el estudio de ASUFIN al respecto.

Los consumidores defendemos el uso del efectivo

La asociación europea de consumidores, BEUC, a la que ASUFIN pertenece, defiende el derecho de los consumidores a elegir su forma de pago. En un informe publicado en 2019 hace 4 recomendaciones para garantizar el acceso al efectivo:

  • Todos los comercios físicos deberían estar obligados a aceptar pagos en efectivo y garantizar que sean en moneda de curso legal en la UE.
  • El acceso al efectivo por parte de los consumidores debería ser gratuito, al menos cuando utilicen la red de cajeros automáticos de sus respectivos bancos.
  • Debería existir una disponibilidad mínima y una distribución regional equilibrada de cajeros automáticos en cada Estado Miembro de la UE.
  • Debería promoverse la “retirada de efectivo en las tiendas” como opción complementaria al uso de los cajeros automáticos, evitando la exclusión financiera en pequeñas poblaciones.

Es evidente que estamos ante una tendencia imparable, sin embargo, el efectivo no debería desaparecer, preservando el derecho de los consumidores a elegir y, en un mundo completamente digitalizado y trazable, a preservar su intimidad.

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