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Corredores

David Almorza Gomar
David Almorza Gomar
Profesor Titular de Universidad de la Universidad de Cádiz, en el Departamento de Estadística e Investigación Operativa, adscrito a la Facultad de Ciencias del Trabajo. Ha sido Vicerrector de Alumnos de la Universidad de Cádiz (desde el año 2003 hasta el 2013) y Vicerrector de Responsabilidad Social y Servicios Universitarios de la Universidad de Cádiz (desde 2013 hasta 2015). Durante estos doce años, ininterrumpidamente, ha tenido entre sus competencias el Área de Deportes de la Universidad de Cádiz. Ha promovido la creación del Aula Universitaria de Fútbol de la Universidad de Cádiz, y en estos momentos ocupa el cargo de Director del Aula de Fútbol. Tiene el título de Entrenador Nacional de Fútbol con Licencia UEFA-PRO. Ha entrenado en las categorías Infantil y Cadete del Cádiz C.F. desde el año 2010 hasta la actualidad. Además, en el Cádiz C.F. ocupa el cargo de Coordinador de Delegados y Auxiliares de Fútbol Base desde el año 2014.
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análisis

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Es frecuente ver personas corriendo por las calles de las ciudades. Corren a todas horas. Comienzan temprano por la mañana, y el número de corredores aumenta. Son runners. No es una forma de vida, es una forma de correr la vida. Son deportistas de un deporte que precisa de pocos accesorios, pero de mucha disciplina.

Se puede practicar acompañado, no importa el número, pero también se puede practicar solo. Una ventaja sobre otros deportes. Además es gratis. No hay que reservar pista ni tiene horarios. Comienza y termina cuando apetezca. No precisa de material especial. Ni pelotas, ni raquetas, ni tampoco de palos como en el golf. Es el deporte de la crisis. Gratis total. La pista es la calle y no tiene edad. Por este motivo se han inventado elementos que son prescindibles pero que distinguen al runner profesional.

Boris Pérez tuvo una etapa de runner. Se enganchó a correr. No precisaba de nada pero su mujer le regaló un accesorio interesante: un reloj. Cuando volvía a casa descargaba los datos del reloj en el ordenador y disponía de toda la información necesaria. El reloj se conectaba con él mismo y con el satélite por medio de un GPS.

Cada día, cuando acababa de correr, veía en el ordenador sus evoluciones: el ritmo cardiaco, las calorías consumidas, los picos de carrera, la distancia total, etc. Todo como si de un entrenador personal se tratara.

El GPS también ayudaba. Le decía dónde había estado corriendo. El trayecto completo y a qué velocidad iba en cada momento. Cuando se paraba o cuando no se movía del sitio era velocidad cero. En los semáforos, por ejemplo. Toda la información de su recorrido.

Además era un reloj elegante. También lo podía usar para salir, ir al trabajo o de paseo. Cada día frente al ordenador Boris miraba a su mujer agradecido por el regalo. El regalo habría sido caro. Un regalo para un runner. El reloj decía dónde había estado en cada momento, dónde se paraba, cuánto tiempo estaba parado… y Boris lo pensó… y entonces dejó de usarlo, y con el tiempo dejó de correr, pero esa es ya otra historia.

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