Giorgio Gori, alcalde de Bérgamo, afirmó en una entrevista que el partido de la Champions League Atalanta-Valencia fue una bomba biológica. Hay que recordar que el encuentro se celebró en el estadio de San Siro, en Milán. La región de Lombardía es uno de los mayores focos de contagio de Italia. A pesar de que la pandemia aún no había mostrado su cara más cruel en el país transalpino, las personas que ya lo portaban y que eran asintomáticas estaban ahí.
El partido se celebró el 19 de febrero y en Italia ya había habido casos positivos. Sin embargo, la UEFA decidió que la jornada se iba a jugar con público porque aún parecía que estaba muy lejos, en China. Pero el virus ya estaba en Lombardía. Fue una irresponsabilidad que esa jornada se jugara y, en este sentido, Gori fue contundente: «Si el virus ya circulaba, los 40.000 aficionados que fueron a San Siro se contagiaron. El virus pasó de unos a otros».
El Valencia fue el primer equipo de la liga española que dio positivos. En concreto, un tercio de la plantilla. El Atalanta también los ha tenido. Muchos aficionados valencianistas también contrajeron el COVID-19 y periodistas como Enrique Mateu ha pasado 25 días ingresado en el hospital.
Por tanto, la UEFA fue irresponsable al permitir que la primera jornada de octavos de final de la Champios League y de dieciseisavos de la Europa League se celebraran. El negocio no se puede anteponer a la salud y el mundo del fútbol fue renuente a suspender las competiciones, primero con la celebración de partidos a puerta cerrada, algo que no evitó que se continuaran produciendo contagios en las plantillas. Ahora, en plena crisis, vemos cómo los dirigentes futbolísiticos están intentando que las competiciones vuelvan cuanto antes sin tener en cuenta la salud de futbolistas y aficionados. Todos se echan las manos a la cabeza por las pérdidas que van a tener en un claro gesto de insolidaridad con el resto de la población o de los sectores empresariales que también están sufriendo pérdidas por el cierre de sus negocios.
