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¿Copiar es malo?

Ahora, quien no paga, aunque el precio sea en soportar anuncios o ceder la privacidad, no tiene derecho a nada. Hasta las bibliotecas públicas pagan derechos de autor.

Josep Jover
Josep Jover
Abogado especializado en Derechos Humanos de Tercera Generación y gestor de conflictos. Es uno de los juristas más importantes en Derecho de la Unión europea donde ha llevado frente al TJUE novedosos casos
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análisis

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Verán, gran parte de la obra de Agatha Cristie está inspirada el buena parte de la obra de Sir Arthur Conan Doyle. Solo hay que leer Estudio en escarlata y el Misterioso caso Styles, las obras que dan el disparo de salida a Hércules Poirot y Sherlock Holmes.

Dos personajes extraños a la sociedad inglesa, cerebros brillantes, solitarios pero con un gran y único amor imposible; ambos con un «ayudante», mando militar inglés, retirado por prescripción médica y con un par o tres de inspectores de Scotland Yard que actúan de teloneros. Ambos viviendo en Londres con veinte años de diferencia y sus clientes son la clase alta inglesa, mayoritariamente.

Su única diferencia, veinte años. Pasamos de la época victoriana a la eduardiana, y el mismo salto lo encontramos con Miss Marple que vive, de nuevo con una nueva reina, Isabel II. El primero acaba en los albores del Siglo XX, el segundo, es el detective de entreguerras, y la tercera vive sus deducciones desde finales de los cuarenta a la década de los sesenta.

Las tramas de muchas de las novelas de la segunda están directamente inspiradas en el primero, y sin embargo eso no ha obstado para que ellos sean, muy posiblemente los escritores más leídos del siglo XX, al menos, de las novelas de detectives.

Y en el continente, casi contemporáneo con Agatha Cristie tenemos al belga Georges Simenon y su Maigret, que bebe de Conan Doyle y también de Maurice Leblanc, el creador de Arsenio Lupin. Lupin es la imagen en el espejo de Sherlock Holmes, y sobre el trabajo de ambos crea Leblanc un detective parisino, un policía común que no tiene nada de común.

Y sacándoles el jugo a todos, para las décadas de los setenta y los ochenta, Manuel Vázquez Moltalbán crea su Pepe Carvalho acompañado del inefable “biscuter”, el detective gallego del barrio chino barcelonés, en la España pre-olímpica.

Y ese conjunto ha inspirado a generaciones de escritores y guionistas que han bebido de su trabajo y de sus ideas durante más de un siglo. Incluso hoy, sagas como Star Wars o Harry Potter no hubiesen  sido posibles sin ese flemático inglés victoriano o ese ladrón y gentelman de los locos años veinte. Gracias a ellos, hemos aprendido a amar la literatura y nos hemos aficionado a escribir.

Y todos ellos, han hecho esto posible porque no existían las multinacionales de la propiedad intelectual, esos intermediarios cuya única obsesión es hacer dinero a costa de los creadores, inocentes reenes forzosos de una legislación que han modificado y exprimido hasta la saciedad, y que recientemente sus tentáculos los han extendido al deporte y hasta al periodismo; y hablo hasta de las imágenes que se toman en la guerra.

Continuamos viviendo de la música de los sesenta, setenta y ochenta porque al ampliarse el período de 50 años a 75 de protección de la propiedad intelectual en la música, no es rentable invertir en nuevos valores, si no es que va a ser un negocio millonario desde el primer momento.

Ahora, quien no paga, aunque el precio sea en soportar anuncios o ceder la privacidad, no tiene derecho a nada. Hasta las bibliotecas públicas pagan derechos de autor. Y si no se puede copiar, las generaciones que vendrán, fabricarán solo “remaques” de lo políticamente correcto, porque copiar y arriesgarse es el mejor ejercicio para avanzar, y si no, que se lo pregunten a Pablo Picasso que dijo aquello que «Los buenos artistas copian, los grandes artistas roban», y es que la genialidad no está en robar, está en que no te lo descubren porque has hecho algo nuevo y maravilloso. En la situación actual, posiblemente Picasso se hubiese tenido que quedar en Málaga o Barcelona, haciendo dibujos para los «giris» en las Ramblas.

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