La primera edición del ‘Cooltural Fest’, que se ha celebrado en Almería entre el 17 y el 19 de agosto, no ha respondido a las expectativas. Algunos fallos de organización han ensombrecido el ilusionante proyecto, que nacía para dar una vuelta de tuerca al concepto de feria típica andaluza. La idea de introducir música ‘moderna’ en plena feria hay que reconocer que era atrevida, bien para darle un soplo de aire fresco o bien como alternativa a quien no le guste la machacona música de estas ferias. Pero habría que haber estudiado más las experiencias de otros festivales pequeños para llegar al éxito.

 

El primero de los inconvenientes fue la ubicación. Todos pensamos que Almería es una ciudad manejable y cómoda para caminar hasta que conocimos cuán lejos estaba el recinto ferial, a una hora andando desde el centro. Olvídate de pillar un taxi, porque en estos días apenas hay, y del coche privado, pues te obligan a aparcar muy alejado de la entrada. Por tanto, la única alternativa era y fue el típico autobús municipal lleno hasta reventar que (¡ohh, descuidos del destino!) no tenía parada en el Cooltural, sino en la puerta del ferial, a diez minutos andando, para que así te deleitaras con todos sus cachivaches, atracciones, puestos de fritanga y polución lumínica y acústica en grado sumo.

 

Pero bueno, lo importante, decían, es que el Ayuntamiento por fin apostaba por la música en directo y para ello había cedido el recinto de conciertos. Pues bien, se trata de una zona al fondo a la derecha del ferial con un gran escenario, pero solo uno, sin más alternativa entre grupo y grupo más que ponerse a beber, si es que tenías suerte de que alguien te pusiera una copa, que de eso luego hablamos. Efectivamente, el espacio se quedó pequeño para un cartel prometedor. Por ejemplo, el Santander Music también es un festival pequeño pero con el doble espacio y con alternativa entre bandas, aunque sea un set de pinchadiscos. Y sitio había en el ferial almeriense, teniendo en cuenta que la fiesta de electrolatino anexa casi competía en metros cuadrados con el Cooltural.

 

Otro fallo importante fueron las temidas colas. Una hora de media para recoger la pulsera el primer día, el viernes. Cinco o seis personas trabajando a su ritmo para dejar pasar a 9.000 asistentes fue una previsión menesterosa, incluso irrisoria; como en las barras, en las que se agolpaban decenas de personas para lograr un vaso de Cruzcampo (sí, Cruzcampo p nada) o alguna copa de licores cuyas marcas solo ves en el minibar del abuelo. Debieron de contratar a algunos camaretas luego porque el sábado iba algo mejor la cosa. Sea como fuere, la cola de las barras laterales se mezclaban con la gente que iba a ver los conciertos, algo reprochable hasta que recuerdas que el espacio no daba para más. Y lo mismo ocurría con los servicios, pegados a la zona de bailes. Así que cuando piensas que no acreditaron a muchísimos medios, a nosotros tampoco, por falta de espacio, hasta te lo crees.

 

LOS GRUPOS

 

Fueron los grupos y su buen hacer los que edulcoraron los numerosos fallos organizativos. Iván Ferreiro y su banda conmocionaron a un público entregado con los clásicos ‘El viaje de Chihiro’, ‘Toda La Verdad’, ‘Extrema Pobreza’ y las más nuevas canciones ‘Casa, Ahora Vivo Aquí’, ‘Tupolev’ o ‘Dies Irae’. Rufus y Shinova, aún siendo más desconocidos para los asistentes (de todas las edades y condiciones, por cierto) pusieron todo de su parte para que la frustración de la larga espera se mitigara.Pero lo mejor de la noche fue sin lugar a dudas Sexy Zebras. La banda madrileña no dejó indiferente a nadie por sus enérgicos temazos de rock latino sin contemplaciones y sus irreverentes mensajes entre tema y tema, como los conocidos ‘El Semental’, ‘Quiero Follar Contigo’, ‘La Polla’ o ‘Hijo de Puta’. La nota final del viernes la dio Varry Brava, una de las estrellas españolas de esta temporada festivalera, que aunque están de gira con su disco ‘Furor’, no dejaron de dar la nota con los cuasihimnos juveniles ‘No gires’, ‘Chicas’ y ‘Playa’, entre otros.

Aunque el sábado seguía haciendo mucho calor, soplaba un poco de viento de Levante, excelente ocasión para que Carlos Sadness luciera su característica melena. Ukelele en mano, el ecléctico artista barcelonés combinó pop intimista, indie, folk e incluso rap, recordando así viejos tiempos. Saltándose la tónica habitual, Sadness brilló más con los temas de su último disco, ‘Diferentes tipos de luz’, que con los anteriores. Así, destacó con sus recientes temas ‘Física Moderna’, ‘Hale Bopp’, ‘Semitransparente’ o ‘Te quiero un poco’, una canción con la que homenajea a la diseñadora Miranda Makaroff. (Aunque nosotros somos más de Nicco, alias Celeste).

Luego fue el turno de Sidonie, los más puretas del cartel. Ahí estaban sus ‘Fascinado’, ‘Nuestro baile del viernes’, y ‘El Peor Grupo del Mundo’. Tardaron en irse desde que anunciaron que acababan ya. Así que después de ‘El Incendio’ llegó ‘Un día de mierda’, ‘Carreteras infinitas’ y ‘Estáis aquí’, con la que consiguió levantar a la mayoría del público.

Pero el cartel de la noche fue Izal. Y le costó arrancar, 15 minutos tarde para ser exactos, que Mikel achacó a problemas técnicos “propios de la primera edición de un festival”. Pese a la ‘poperización’ del grupo originario de Madrid, o quizá gracias a ello, el Cooltural pudo comprobar que tiene una legión de fans, a la que iba lanzando odas a favor de la diversión, la fiesta y el folleteo (consentido, eso sí). ‘La mujer de verde’ ya no cierra sus conciertos. El lugar lo ha ocupado ‘El Pozo’, tras el cual el recinto se fue vaciando poco a poco, que falta hacía. Muchos decidieron entonces irse a la feria, otros para casa y otros a pillar algo de comer pese a los colas que soportaron los cuatro puestos de cómida rápida situados en la entrada del escaso espacio vital festivalero.

Volviendo a la música, tras la fuga izalera hubo más hueco para la actuación de La Maravillosa Orquesta del Alcohol, (La M.O.D.A.), con la que ya hemos coincidido en nuestro periplo 16festivalero. El folk rock de estos burgaleses está calando mucho este año y ellos lo saben cuando comprueban que muchos más que sus acólitos saben llevar hasta el final los versos de temas como ‘1932’, ‘Catedrales’, ‘Hijos de Johnny Cash’ o ‘Héroes del Sábado’. Aplaudido su recuerdo al poeta Federico García Lorca.

Además de los héroes nocturnos, una de las notas positivas del Cooltural fueron sus dos escenarios diurnos, situados en la playa en el centro de la ciudad. En este capítulo nos quedamos con el acústico de Viva Suecia. A las 13 horas del domingo y a 40 grados a la sombra, solo protegidos por una carpa que también se quedó corta, actuaron los murcianos, que bien podían haberlo hecho en el ferial. No obstante, ellos se sintieron arropados por sus vecinos almerienses, sobre toco cuando abrieron el micro para sus temas ‘Hemos Ganado Tiempo’, ‘Permiso o Perdón’ o ‘Bien Por Ti’, con el que cerraron el concierto.

El broche final del festival andaluz lo colocó Dinero. Y la queja final también. Problemas con el sonido del escenario que les dejaron el paseo de Almería casi nos deja sin función. Cuarenta minutos tarde, el vocalista, Sean Marholm, visiblemente cabreado, se subió a las tablas con ganas de dar la caña rockera prometida, no sin antes manifestar que nada estaba funcionando salvo ellos y el millar de personas que les acompañaban. Y así fue. Dieron lo mejor de ellos mismos, especialmente en sus logradas y aplaudidas canciones ‘En invierno’, ‘Bajo cero’ y ‘Una noche’. Y el público a tope de power también. Qué buena y paciente gente la almeriense. Ellos y la ciudad sí que son ‘cool’. Con eso nos quedamos.

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