El burgués, para quien la tranquilidad y la quietud debe ser un deber ciudadano, cuando se trata de un pensamiento social nuevo, de una demanda popular nueva (demanda acorde con la tradición e identidad nacional) va a estar inquieto y horrorizado.
Para ellos, todo cambio es odioso y quiere tranquilidad para seguir con su vida parasitaria… Igual sucede con capitalistas o prestamistas: usureros.
El quebrantamiento de la servidumbre del interés del dinero aniquila el sentido de ahorro necesario para la actividad humana, social y política, e impide al hombre ser autónomo y lo aboca a la inutilidad, tan buscada por usureros y demás prestamistas.
Pero, ¿es realmente tan aborrecible y estéril para el bien humano y social el gran capital? ¿no ha creado los medios de producción? No.
El Gran Capital, la Clase Usurera y Prestamista-Cambista ha crecido del trabajo humano y popular de manera parasitaria.
El Gran Capital es en sí mismo improductivo, porque el dinero en sí es una cosa improductiva.
Del trabajo y las materias primas han sido creados los bienes y valores.
Este es el motivo por el que estos parásitos, burgueses y capitalistas, quieran acapararlas o destruirlas, y el trabajo mediatizarlo para chupar su esencia creadora.
El quebrantamiento de esta servidumbre y esclavitud no es la última meta sino la más radical o drástica.
De la última hablaremos, Dios mediante, en la parte final de esta serie de artículos que constituirá un Decálogo contra la Usura y el Interés publicado por Diario 16.