¿Suele ocurrirte que cuando escribes tienes la sensación de que pierde importancia la idea general sobre la concreta; pasas de la idea sensacional a la cruda realidad; encuentras que la historia carece de razones, desarrollo, coherencia, consecuencias…?

Escucha.

Busca a tu alrededor. Es frecuente que el escritor novel rechace lo cotidiano y quiera comenzar escribiendo historias extraordinarias, inéditas, sorprendentes, e incluso, geniales, que justifiquen por sí solas el relato. ¿Por qué no haces lo contrario? Empieza por lo sencillo y cotidiano y déjate llevar hasta lo extraordinario. No mentía aquel que afirmaba que “la realidad supera a la ficción”. En el día a día encontrarás la clave de tus cuentos, relatos, microrrelatos, ficciones… Fíjate en la mayoría de las novelas actuales y te darás cuenta de ello.

No subestimes lo que escribas. Escribir constituye por sí solo un acto hermoso por lo que tiene de creativo y particular. En esta vida apenas escribe un 1% de la población mundial. Esto se debe a su dificultad pero también a la sensibilidad de aquellos que lo hacen. Los escritores (profesionales o amateurs. Los artistas de cualquier disciplina) están dotados de una imaginación especial que necesitan plasmar en algún sitio, ya sea en el papel o el ordenador (Microsoft Office Word). Despreciar o despreciarse por lo que uno escribe es no entender el arte.

No es necesario tener la historia demasiado atada para comenzar a trabajarla. Ni idealices lo primero que se te pase por la cabeza, ni lo desprecies. Sé metódico. Anota la idea general, busca las razones del protagonista, tu objetivo último, prueba un buen inicio, construye los personajes y comienza a escribir diferentes partes. No como partes definitivas sino como los bocetos a carboncillo que realizaría un pintor antes de tallar en mármol. Ya verás como no te parecerá tan baladí. Entenderás enseguida lo que significa la multicreación o “el arte de crear, creando”. 

Te pongo un ejemplo para que te animes.

¿Sabes quién es Richard Bach? Richard Bach es el autor de Juan Salvador Gaviota, un Best Seller mundial (más de 30 millones de ejemplares vendidos en treinta idiomas) que ya forma parte de los grandes clásicos de la literatura universal. Pues bien, el libro de Bach fue rechazado por los autores 18 veces. ¿Por qué? Cualquiera sabe. En una entrevista Bach dijo: “De Ray [Bradbury] aprendí también a aplicar a rajatabla mi primer principio como escritor: no pienses, deja que las ideas fluyan. El segundo principio es: diviértete. Y el tercero: no te preocupes, sigue el impulso y piensa que la historia te ha venido dada de algún modo, no te preocupes por lo que pueda pensar el editor o los lectores. Si hubiera tenido en mi mente a los editores cuando escribí Juan Salvador Gaviota, posiblemente habría arrojado el libro por la ventana…”

En definitiva, no hagas una montaña de inconvenientes de un rato de escritura. Escribe para ti. Adéntrate en tus propias reflexiones, desmenuza el día a día, cuenta anécdotas, realiza breves descripciones físicas, incluso incorpora pequeños diálogos que aporten a tu escritura más viveza expresiva. Dedícate a ti mismo una página diaria y considéralo como una caja de herramientas, de bocetos o el principio de un diario íntimo. Ponle tú la etiqueta. Eso te ayudará a forjarte como escritor, a sincerarte contigo mismo y a valorar más tu escritura. Lo importante es no perder la ilusión por escribir, como reconoce el escritor Teo Palacios:

La verdad es que a mi alrededor han cambiado muchas cosas (han pasado casi nueve años). El entorno cambia, las circunstancias cambian. Por entonces era, como todos los que se acercan por primera vez al mundo editorial, bastante inocente con respecto a lo que me iba a encontrar. Poco a poco vas abriendo los ojos; entendiendo muchas cosas, molestándote otras profundamente, incapaz de comprender por qué se hace esto o aquello en alguna ocasión. He perdido inocencia y temores, he ganado experiencia. Pero lo importante, que es la ilusión por contar historias, sigue intacto”.

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