Hay mucho miedo en el ambiente. O eso me parece a mí. Y es que no hay mejor manera de medir las consecuencias de tus actos que mirando las reacciones del enemigo.

Tras saberse el resultado positivo de la consulta a las bases de Izquierda Unida sobre un pacto con Podemos han empezado a sonar las voces de alarma de los que ni por asomo quieren que la unión de la izquierda en este país sea una realidad. Y eso es buena señal. Algo se está haciendo bien.

Cuando todo el poder económico y mediático se vuelca en atacar un posible pacto de los partidos de izquierda es que esa unión va a ser beneficiosa para las clases populares, lo tengo claro.

En estos días los vocingleros del Ibex 35 y de la Troika no han parado de asaltar las páginas de los diarios y los debates de los medios de comunicación tratando de hacer de “consejeros” de Alberto Garzón y de abrirle los ojos advirtiéndole que el señor Iglesias lo engullirá en sus entrañas, como hizo la ballena con Jonás, usando ese discurso apocalíptico que cada vez convence menos a una sociedad que ya no se cree sus mentiras.

Garzón por su parte estuvo genial en su respuesta cuando afirmó que “el potencial de esta confluencia es el de cambiar el país. Y eso, a algunos, nos les gusta”. Y es que parece ser que ahora los que siempre se han alegrado de las derrotas de IU parecen más preocupados que nunca por su desaparición. Como el dirigente del PP García Albiol, que acusaba a través de tuiter a Garzón de ser “el enterrador” de IU, a lo que Garzón contestó que en todo caso sería “el enterrador” del PP y de sus políticas antisociales.

Porque no nos dejemos confundir. La confluencia está hecha, no como dijo la señora Susana Díaz por odio hacia el PSOE ni para acabar con él, sino para ponerle fin a la hegemonía del Partido Popular, presentando un frente de unidad popular que crea de verdad en las políticas rupturistas que pongan por delante a la ciudadanía frente al poder de la plutocracia y de los que gobiernan este país sin presentarse a las elecciones. Porque lo que el Partido Socialista no puede pretender es seguir vendiendo humo y ponerse el traje de obrero durante las campañas electorales y después aliarse con los del “frac naranja”, con esos que llevan puesto el traje de mayordomo de los poderosos. O se está con la gente o contra la gente.

En Podemos usábamos un eslogan que a mí me encantaba y que cada vez tengo más claro que es una realidad:

“El miedo está cambiando de bando”

y cuando los correveidiles del Ibex 35, los hooligans del periodismo, tratan de esparcir este miedo en la sociedad es que este pacto de izquierdas ya es un éxito antes incluso de pasar por el urnas el próximo 26J.

El camino no ha hecho más que empezar. Puede parecer un poco naif, pero la generosidad y el sentido común e incluso el sacrificio deben ser las banderas de un proceso de confluencia que ya ha hecho temblar a más de uno.

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