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Conductas irregulares

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análisis

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Siguiendo con su vergonzosa y asquerosa tarea diaria de faltar al respeto, insultar, avivar el  odio y el enfrentamiento y hacer todo el daño posible a todo el o la que no piense como él y los que le financian su inmunda labor de encizañar, el repelente y nauseabundo Jiménez Losantos ha arremetido contra Yolanda Díaz, actual ministra de Trabajo y con toda seguridad la mejor ministra que ha pisado nunca ese ministerio. Como no tenía por donde atacarla, habida cuenta de su ejemplar gestión al frente de su departamento, dialogando con todos los agentes sociales y llegando a acuerdos donde por primera vez no tienen que perder y llevarse la peor parte los más débiles, es decir, los trabajadores y sin que tampoco se resientan los intereses de los empresarios, un equilibrio que jamás se había dado en este país, lo cual es toda una proeza, ha arremetido contra ella  por su aspecto físico llamándola: “esa comunista que cada día se pinta más y el día menos pensado va a parecer un retablo, va a parecer el Ecce Homo de Borja”.

Anteriormente la había criticado comparándola con una hiena: “Es una tipa sonriente, de buen tipo, que se gusta, que sonríe siempre pero también las hienas sonríen” o también: “ esta no ha trabajado en su puñetera vida, ni sabe lo que es crear una empresa, ni un puesto de trabajo, ni cotizar a la Seguridad Social, esta no sabe absolutamente nada”. No se sabe si es que no se ha molestado en leer unas líneas de su biografía, de su curriculum, que es muy completo dicho sea de paso, o peor todavía, que lo ha leído y como no ha encontrado nada negativo, donde morder e infectar  con su tóxica saliva, ha tirado, como suele, de insultos y descalificaciones. Pero si alguno de sus oyentes quiere saber quien es realmente Yolanda Díaz puede consultarlo en Internet y sabrá la verdad. Escuchando a Losantos nunca la sabrá porque la verdad y lo que escupe esta desgracia nacional son como el aceite y el agua. 

A las declaraciones de esta ministra en el sentido de que los empresarios deberán devolver todas las ayudas si despiden tras un ERTE, algo muy razonable, el odioso Losantos dijo que era “un delito como un piano y una decisión absolutamente criminal”. Tampoco se libró la ministra de Educación Isabel Celaá de recibir las soeces críticas de este repulsivo personajillo que cree tener derecho a insultar y menospreciar a quien le dé la gana. No se sabe si todo ese odio sale de él, es de cosecha propia, o tiene a sus amos que le azuzan para que muerda de forma “quirúrgica” como dice la Ayuso de su gestión de la pandemia. Como la ministra Celaá, con un curriculum y una carrera profesional  igualmente brillante donde no podía hacer presa,  Losantos, el feroz guardian, decidió arremeter también contra su físico diciendo que “ iba vestida de pobre de los 70, parecía que venía de Marinaleda, con un tinte horroroso. Ni Bono antes de convertirse en Bonillo”. 

Nos preguntamos si no habrá un solo espejo o alguna superficie pulida en casa de Losantos, porque si lo hubiera y se hubiera mirado alguna vez aunque sea de pasada, habría visto a un hombrecillo de rostro grotesco, simiesco y caricaturesco, que quizás podría compararse a esos seres deformes que los talladores de coros góticos solían hacer para representar la fealdad, los vicios, la corrupción y depravación humanas.  No entendemos que alguien al que la naturaleza trató con tanta saña dándole ese cuerpo pequeño y mal hecho y ese rostro repelente de mico, sea capaz de criticar el aspeco físico de otras personas, que no tienen culpa alguna de ser como son. Pero lo hace a diario y cree que hace gracia porque sus empleados se las ríen todas y le aplauden y jalean sin descanso. A la que nunca criticará Losantos, entre otras u otros, es a Fátima Báñez, exministra de Empleo y Seguridad Social del PP, que tampoco es precisamente un modelo de belleza, ni tiene que serlo, y su monumental puerta giratoria o mejor podría llamarse Arco Triunfal que le montó la CEOE con Antonio Garamendi al frente para agradecerle los servicios prestados a la patronal española. 

La  que fue ministra de Empleo y Seguridad Social  en el gobierno de Mariano Rajoy, no confundir a éste providencial prócer con un tal “M. Rajoy” que aparece en los trístemente famosos papeles de Bárcenas y que nadie sabe quién puede ser. Ni el mismísimo Zahi Hawass, el legendario egiptólogo se atrevería a resolver tal enigma. Como todos sabemos, la exministra Báñez, artífice y ejecutora de la reforma laboral de 2012 que despojó  a los trabajadores de los  cuatro derechos que le quedaban, una ministra que llegó a invocar la Virgen para salir de la crisis, ha sido recompensada por la CEOE con un sueldo anual de 240.000 euros. Y eso que llego en abril de este año a llevar a cabo, en principio, actividades sin ánimo de lucro en la Fundación de la patronal. No es mal sueldo para ser sin ánimo de lucro.

Parece ser que Antonio Garamendi, el presidente de la patronal, la nombró a dedo y le asignó ese simbólico sueldo por su cuenta, lo cual no gustó mucho a algunos empresarios que pensaban que tratándose de un trabajo solidario para la  Fundación CEOE, trabajaría de forma altruista. Pero Garamendi es un hombre generoso, que se lo digan al satánico, infernal, perverso, demoníaco, luciferino y mefistofélico gobierno bolivariano, chavista y comunista de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, y también a los  sindicatos, y pensaba que no había que ser ratas, ni mezquinos con quien tanto había hecho por ellos  implantando esa reforma laboral que tantas alegrías ha dado a los empresarios a costa de los trabajadores. ¿A costa de quién si no? . Pero no quedaron ahí los premios a la Báñez, también recibió un puesto en el consejo de administración de Iberdrola. Y todavía puede recibir algún premio más, solo hay que esperar a que los beneficiarios de su gestión ministerial caigan en la cuenta de que tienen que corresponder a tanta generosidad. Sin duda la Virgen, a quien invocó en su día para salir de la crisis, ha atendido sus plegarias sacándola de la crisis, de todas las crisis habidas y por haber, a ella y también a sus descendientes, que nada tienen que temer por su futuro. 

Lo que no se entiende es que haya gente que escuche a diario el programa de radio de Losantos, y se exponga de forma insensata a tan nociva  emisión de odio, de resentimiento, de maldad pura y dura,  que excede varias veces la dosis recomendada por la razón y el sentido común, y que puede causar un sinnúmero de enfermedades y trastornos gastrointestinales. Eso por no hablar, naturalmente, de graves transtornos mentales y de conducta. Su programa no es otra cosa que un infame  espacio radiofónico  donde en vez de informar y analizar con rigor la actualidad política, lo que hacen a diario y magistralmente desde hace muchos años Iñaki Gabilondo, Carles Francino, Angels Barceló, Pepa Bueno…entre otros, a falta del talento y de la clase de los y las anteriormente citados, se dedica  con total entrega a lo que sabe, a su triste y repugnate tarea que no es otra que insultar, ofender, provocar, crispar,  incitar y avivar el odio y el enfrentamiento entre españoles, a chulearse y adornarse con una horrorosa verborrea que no tiene filtro de ningún tipo, ni moral ni ético, ni de la más elemental educación. Y no pasa nada, porque aquí todo vale y nadie paga por sus insultos y descalificaciones a menos que sean marginales raperos o titiriteros.  

Su agresividad, sus burlas a cuenta de su físico o cualquier otra circunstancia aprovechable para insultar y hacer mofa y escarnio siempre han sobrepasado con holgura los límites de la libertad de expresión. Por eso no entenderemos nunca cómo una emisora de radio como la COPE, propiedad de la Iglesia, haya tenido y mantenido durante tantos años a alguien que no ha hecho otra cosa que lanzar mensajes que incitan al odio, a la división y a la confrontación entre españoles.  

Cuando estaba a punto de acabar estas líneas, aparece en televisión el rey don Felipe VI echando su tan esperado discurso navideño. Un discurso que había despertado muchas expectativas entre los que creemos que debería dar un paso al frente hablando claramente de los desmanes, fechorías y tropelías de su padre y prometiendo que él, como cualquier ciudadano, tampoco escapará de la acción de la justicia. Porque como dijo el mismo  émerito en el más memorable de sus monólogos de nochebuena: “Cuando se producen conductas irregulares, que no se ajustan a la legalidad o a la ética, es natural que la sociedad reaccione, afortunadamente vivimos en un Estado de Derecho, y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. La justicia es igual para todos”. 

No pedimos que esas palabras se cumplan, somos conscientes que sería pedir demasiado. Hemos abandonado toda esperanza de que este Estado de Derecho actúe con arreglo a la ley. No nos creemos, otro de sus más celebrados chistes, dignos del genial Eugenio, eso de que “nadie está por encima de la ley”. No tenemos ninguna esperanza de que este rey diga nada que no sean palabras grandilocuentes, hinchadas, pomposas y rimbombantes y vacías como como el espacio interestelar o las arcas públicas. Palabras que nada significan si no van acompañadas de acciones concretas y que a nada comprometen. Paja y solo paja. ¿Y qué esperábamos?. Quizás deberíamos ver menos películas de género fantástico y ciencia – ficción. 

Por poner un ejemplo de lo que se está diciendo, Don Felipe VI, continuando con la broma iniciada por su padre, habló de “la importancia del cumplimiento de las leyes, y de preservar los valores éticos” Y también de que “los principios morales y éticos que los ciudadanos reclaman de nuestras conductas, nos obligan a todos sin excepciones”. “Están por encima de cualquier consideración de la naturaleza que sea, incluso de las personales y familiares”. También hizo mucho énfasis en el “espíritu renovador que ha inspirado su reinado desde el primer día”.  Nos preguntamos dónde estará ese “espíritu renovador”, que no lo vemos por ninguna parte. “Ni el virus ni la crisis económica nos van a doblegar, España es un país extraordinario” llegó a decir viniéndose arriba en un momento de su monólogo. Y en ese plan, que diría el maestro Francisco Umbral.

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