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Como de costumbre

Miguel Ángel Cerdán
Miguel Ángel Cerdán
Licenciado en Historia. Profesor de Secundaria en la enseñanza pública. Articulista en diversos medios digitales e impresos de la Comunidad Valenciana.
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análisis

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Recientemente, en uno de esos festivales que proliferan como setas, sus organizadores tuvieron la idea de realizar una operación de marketing anunciando entradas gratis para los profesionales esenciales que lucharon en la pandemia de COVID. Los docentes no fueron incluidos. Nada nuevo. Como en aquella película de “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”, nadie ha reconocido, reconoce ni reconocerá la tremenda labor que los profesores y profesoras españoles han realizado durante estos aciagos años, y que sin su trabajo, sin sus enfermos, y sin sus muertos, España y su economía hubieran colapsado. Así de sencillo, así de simple.

Porque los docentes españoles han enfermado masivamente. Y han muerto. Aunque desde el poder y desde los medios se haya tenido especial interés en ocultar estas cifras. Extrapolando las cifras de Trazacovid, de la Generalitat catalana, cientos de miles de maestros y maestras de nuestro país se han contagiado de COVID, y una cifra indeterminada de ellos, cifra que se quiere sepultar en el silencio de la infamia, ha padecido y padece secuelas y ha fallecido. Y lo ha hecho por su labor en el aula, con decenas de alumnos y alumnas a su cargo, dando la cara presencialmente y jugándose el tipo todos los días, mientras los politicastros y otros “expertos educativos” desertores de la tiza tenían buen cuidado de sólo reunirse online y de no pisar,  ni “hartos” de vino, un centro educativo, no fueran a contagiarse. Unos docentes españoles que fueron los últimos en ser vacunados del llamado personal esencial y que tuvieron que sufrir la astracanada de Astrazaneca ahora sí, ahora no. Pues bien, olvidados en el mejor de los casos, vilipendiados e insultados en el peor, la labor inmensa y fundamental del profesorado español ha obtenido la respuesta de costumbre por parte,  más que de la sociedad española,  de esos poderes fácticos y sus correveidiles que temen el conocimiento y la cultura: el desprecio y el olvido.

Y mientras, se ha aprobado una nueva Ley Educativa, la enésima y lamentable Ley educativa que padece nuestro país, se ha impuesto una vez más por las bravas a los docentes a pie de aula, y se pretende con ella disimular lo indisimulable y culpar una vez más a los docentes. Porque habrá que reconocer más temprano que tarde, que el verdadero consenso educativo que hay en este país, entre  el PP y sus partidos satélites por un lado, y el PSOE y los suyos por otro, es invertir un 20 % menos que la media de toda la UE en Educación (un 4 % del PIB frente al 5 % europeo). Es lo que se desprende de los memorándums enviados por unos y otros a Bruselas. El resto es humo y agua. Puro postureo.

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