Coitus interruptus de Rosa Díez en la UAB

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Rosa Díez, la fashion victim.

El 5 de marzo de 2010, a las 12h.15, estaba planificada una conferencia de Rosa Díez en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). “La que no va de moderna, sino que es moderna” (Rosa Díez dixit), la “Napoleona Mayor” de la Granja de UPyD (en sentido orwelliano, por supuesto), debía disertar sobre “una alternativa para Cataluña”.

Cuando llegué al lugar del parlamento, el aforo estaba casi completo. Pero, sobre todo, estaba colapsado el pasillo que conducía al estrado, donde debía oficiar la Rosa-Napoleona (“Napoleona”, evidentemente, en sentido orwelliano,). Esta ocupación del espacio era premonitoria de lo que podía suceder y que, en efecto, sucedió, como voy a relatar.

Sobre la tarima del aula universitaria, esperaban ya, con la sonrisa puesta (por lo de las fotos y por lo de las cámaras de TV), los futuros grandes “cerdos orwellianos” de la Granja de UPyD-Cataluña: me refiero a los sectarios y autoritarios Antonio Robles, a su inseparable costilla de Adán, a Juan Ramón Periche (el palafrenero personal de A. Robles), así como a otros cuerpos a los que no pude poner nombre y que debían formar parte de la “quinta columna”, que prepararon la llegada, en paracaídas, de Antonio Robles, cual ave rapaz, para apropiarse de la Granja de UPyD-Cataluña.

Como he apuntado ut supra, la “Napoleona Mayor” de la Granja de UPyD (siempre en sentido orwelliano, claro), Rosa Díez, no pudo hacer su prestación lingüística y exponer a los presentes la “alternativa para Cataluña”, que ella iba a ofrecer a los ciudadanos de nuestra comunidad autónoma. En efecto, entre el público eran mayoría los que consideraban que “la que no va de moderna, sino que es moderna”, Rosa Díez, era una “persona non grata” en la UAB. Y a pesar de que intentase entrar en la sala, escoltada, como diría Luis María Anson, por una de “esas viejas rameras que hacen la calle por los pasillos del Congreso y a los que todos llamamos políticos«, me refiero a Antonio Robles, la mayoría de los presentes impidió, con sus cuerpos (que abarrotaban el pasillo que conducía al estrado) y con sus gritos (que velaban el verbo del Decano de la Facultad, que pretendía poner orden), que “la moderna” Rosa Díez pudiese entrar en el recinto y hacer uso de la palabra. Estos son los hechos y así se los he contado, como diría Ernesto Sáenz de Buruaga.

Es lamentable que, en un recinto como la Universidad, se prive a alguien de la palabra y se le censure. Los que hemos bebido en las fuentes de la cultura de la “liberté, égalité, fraternité”, nunca lo podremos admitir y lucharemos siempre contra ello, tanto en la universidad como fuera de ella. La libertad es un valor supremo y es, además, garantía de todos los derechos humanos. Por eso, siempre hago mía esa cita atribuida, sin fundamento, a Voltaire y que reza así: Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.

Precisado esto y después de haber narrado los hechos, me veo en la obligación de informar que a Rosa Díez se le pagó con la misma moneda que ella puso en circulación y de curso legal en la “Granja Orwelliana de UPyD”, que ella regentaba y gobernaba, como un genuino “Napoleón Orwelliano”, guiada por el sectarismo, el autoritarismo y la discrecionalidad. En efecto, ella acalló, vilipendió, censuró, marginó, expedientó y expulsó a todos aquellos que tuvieron la osadía de pensar y de tener criterio propio, y que pusieron por delante de las personas el proyecto encarnado por UPyD. Por eso, se le puede aplicar el aforismo popular según el cual donde las dan las toman.

La mensajera Rosa Díez traía, en su discurso-zurrón, una “alternativa para Cataluña”. El término “alternativa” implica que algo, en Cataluña, no iba bien, no funcionaba y elle iba a proponer, como dice el diccionario Vox, “una solución de repuesto”, algo diferente, algo nuevo, algo distinto. Ahora bien, para elaborar una alternativa para Cataluña, había y hay que analizar, desde muy distintos puntos de vista (económico, social, educativo, lingüístico, sanitario, cultural, etc.) la realidad compleja de esta comunidad autónoma, para conocer sus problemas, sus carencias y, en consecuencia, buscarles y darles una solución.

Que yo sepa, y fui afiliado-militante de la “primera hora”, en UPyD-Catalaña no había equipos de trabajo que hubieran analizado la realidad catalana y que hubieran propuesto alternativas. Además, la situación era aún mucho más grave: no sólo no se nos pidió nuestra opinión y criterio a los afiliados, sino que las “nomenklaturas de UPyD”, tanto de Madrid como de Barcelona, se dedicaron a marginar, a ningunear y a guillotinar a profesionales y especialistas en economía, en ciencias políticas, en sociología, en lingüística, en sanidad,… o a simples militantes con criterio propio y con propuestas concretas.

Todos estos profesionales y los simples militantes, que conocíamos la realidad multicolor de la realidad catalana por estar viviéndola y/o sufriéndola, éramos los únicos que, con conocimiento de causa, podíamos elaborar una alternativa para Cataluña, que la portavoz Rosa Díez podría haber presentado en la UAB o en cualquier otro sitio. Por eso, hay que decirle a Rosa Díez que así no se hacen las cosas, que así no se trabaja por los ciudadanos, que así no se hace política. Los discursos de charlatán de mercadillo, que lo mismo valen para un roto que para un descosido, son las señas de identidad de los partidos al uso y de los “políticos profesionales”, que consideran a los ciudadanos ganado lanar. UPyD debió ser otra cosa aunque, por sus actos, no se diferenciaba en nada de sus hermanos mayores. Y, por eso, UPyD y Rosa Díez acabaron como acabaron: lanzados a las tinieblas exteriores de la vida política. ¡Que tomen nota esos otros partidos o esos otros líderes, que pretenden también “péter plus haut que leur cul” y que hacen caso omiso de sus propios estatutos y de la Ley de Partidos Políticos. Les espera el mismo destino que a C’s y a su “roiteletAlbert Rivera.

2 COMENTARIOS

  1. – Roma no pagaba a traidores y yo no respondo a anónimos (sin nombre), a descarados (sin cara), a desalmados (sin alma, que se refleja en el nombre y en el rostro), a portadores de burka, a aquellos que «no tienen bragueta» y se parapetan tras el burladero del anonimato,…

    – Ud. sólo se merece el silencio como respuesta. No existe, ya que no tiene nombre.

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