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De Clara Campoamor al abismo

Pocos gobernantes en el mundo me producen un respeto más imponente que el de la abogada feminista que luchó contra la propia izquierda para el derecho al voto de la mujer, la misma mujer que con su voto a la derecha la echó del Parlamento

María José Pintor
María José Pintor
Periodista en cuerpo y alma, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco.
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análisis

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Hace 84 años que la mujer española pudo votar en unas elecciones generales por vez primera en su historia. Para llegar al sufragio femenino, la abogada feminista Clara Campoamor tuvo que lidiar con la propia izquierda y con su otra compañera en el Congreso, la socialista Victoria Kent.

El voto femenino arrebató su escaño a Clara Campoamor

La II República Española, hace ayer 84 años, celebró las primeras eleciones con sufragio universal. Mucho había dejado en el camino la Campoamor que no cejó en su empeño de conseguir el derecho al voto de la mujer.

La izquierda se lo advirtió: “si la mujer vota, votará lo que su marido o confesor le diga y, por tanto, votará a la derecha”. Y así fue. Clara Campoamor sabía que esto podría ocurrir,y por perder en esas primeras elecciones con voto femenino, perdió hasta su escaño.

Pero todavía quedaba lo peor. Con el golpe de estado del General Franco y la Guerra Civil del 36, Campoamor se vio obligada a abandonar España a la que ya no podría volver nunca.

No creo que ni antes ni después tenga la política española una representante más noble, generosa y coherente que Clara Campoamor.

En 1930 un periódico le pregunta sobre sus ideas políticas y la abogada feminista contesta: “República, república siempre, la forma de gobierno más conforme con la evolución natural de los pueblos”.

En cuanto a su defensa del sufragio y los derechos de la mujer, su voz se oiría con fuerza en el hemiciclo del Congreso para defender que no había “ni razón ni justicia capaz de negar tal derecho a la mujer y que era labor de unas constituyentes progresistas el reconocerlo. No siendo posible negar con argumentos, alguno de ellos escuchados con anterioridad en relación al sufragio masculino, (cuando el derecho a voto había sido reservado solo para los propietarios), este derecho innato a la propia naturaleza humana y su realización dentro del estado”.

Pues eso, de Clara Campoamor al abismo. Qué mal nos hemos portado siempre con los héroes de carne y hueso.

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