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Cine para el cambio de hombres en tiempos de coronavirus

‘Lionheart’ narra la historia de una mujer que tiene que abrirse paso entre hombres, no importa el lugar del mundo en el que se mueva, en una sociedad, la nigeriana, fuertemente influenciada por la cultura y las tradiciones

Juan Miguel Garrido
Juan Miguel Garrido
Fundador de Hombres por la Igualdad de la Diputación de Sevilla
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análisis

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El diario “El País” se hacía eco de la pregunta, “Por qué la desconocida Lionheart es la película mejor valorada en Netflix, por encima de El Irlandés o Historia de un matrimonio”.

Lionheart es una película nigeriana que nada tiene que ver con sus compañeras de plataforma, El Irlandés, de Martín Scorcerse, e Historia de un matrimonio, de Noah Baumbac. La primera, una película más del mundo y submundo dominante de los hombres, donde machismo, violencia, represión y testosterona salpican cada segundo de la historia; la segunda, Historia de un matrimonio es una patriarcal y mentirosa película que cuenta el doloroso proceso de separación de una pareja norteamericana moderna y liberal, incluso en lo igualitario, pero donde los ojos de la cámara son continuamente traicionados, dejándonos ver justo lo contrario de lo que pretende contar, la mala malvada y desagradecida mujer protagonizada por Scarlett Johansson, que con su egoísmo e irracionalidad provoca la separación sin motivo lógico alguno (como casi todo lo que hacen las mujeres), y su marido Adam Driver un joven y talentoso director de teatro, gracias a cuyo valor y trabajo ella pudo llegar donde llegó. Ella bella y agradable corta en capacidades, histérica, esconde en su interior el terrible monstruo femenino que a poco que las cosas empeoran sale a relucir ante la nobleza y bondad de él.

Corazón de León, que es el nombre de una empresa de transporte de viajeros, nos cuenta la historia de Adele, una joven nigeriana hija de una familia adinerada, formada en los Estados Unidos, que regresa a casa para trabajar en la empresa familiar de transporte que dirige su padre, y que ha de hacerse cargo de la dirección de esta ante la repentina enfermedad de su progenitor.

La historia, hermosa en la fotografía y en los mensajes, aparentemente simple y superficial tiene muchas razones para ser vista, y es justamente en lo no visible, más allá de la importancia de las dificultades que una mujer ha de afrontar cuando pretende caminar por el mundo de los hombres, donde reside la belleza e importancia de la película.

La cinta nos habla de un país y un continente el africano no tan lejano, desconocido y lleno de perjuicios a ojos occidentales, donde la vida existe. Una realidad alejada de esa distorsionada idea de África como un lugar de salvajes, donde la gente sufre, es feliz, ama y tiene idénticas ilusiones y preocupaciones que nosotros. Historias similares a las nuestras que nos enseñan que más allá del color de la piel, la cultura, la religión y los perjuicios, existe un mundo que nos vincula, identifica e iguala como seres humanos más de lo que pensamos. Corazón de León nos enseña lo equivocados que estamos cuando juzgamos la vida en base a prejuicios y estereotipos sean de género, religiosos, creencias, sociales, o culturales.

Los ojos de la cámara son continuamente traicionados en Historia de un matrimonio, dejándonos ver justo lo contrario de lo que pretende contar, la mala malvada y desagradecida mujer protagonizada por Scarlett Johansson, que con su egoísmo e irracionalidad provoca la separación sin motivo lógico alguno.

Los ojos de la cámara son continuamente traicionados en Historia de un matrimonio, dejándonos ver justo lo contrario de lo que pretende contar, la mala malvada y desagradecida mujer protagonizada por Scarlett Johansson, que con su egoísmo e irracionalidad provoca la separación sin motivo lógico alguno

Una mujer, no importa el lugar del mundo en el que se mueva, en una sociedad, la nigeriana, tan diferente y similar a la nuestra, fuertemente influenciada por la cultura y las tradiciones, tiene que abrirse paso entre hombres. Machismo, patriarcado y los cientos de micro machismos que conforman el día a día de las mujeres, son expuestos de forma sutil. El enfermizo paternalismo masculino, el mirar a la mujer como un sujeto raro, un ser extraño que confirma la regla según la cual el mundo público no es un lugar para las ellas.

Pero también nos habla de la esperanzadora posibilidad de la existencia mas allá de las imposiciones, de hombres que no atienden a esas poderosas razones y apuestan por otra forma de entenderse y entender.

Es notable el esfuerzo del padre de Adele para que su hija sobreviva en este mundo tremendamente hostil con las mujeres, su intento de protección llamando a la figura de su hermano para que ante los ojos de los hombres sea quien dirija la empresa, cuando en realidad cede todo los poderes a su hija, y su tío no tiene otra misión que protegerla. Nos muestra también lo equivocado e influenciado que estamos los hombres, a pesar de las buenas intenciones, al pensar que las mujeres necesitan de siempre de nuestra protección.

Nuevamente nos pone ante los ojos la realidad de que no importa el país, o el lugar del mundo donde nos situemos, el patriarcado y el poder de los hombres están omnipresentes, que vivimos en un mundo gobernado bajo sus reglas y que las mujeres tienen el lado más difícil de la vida y la supervivencia.

Lionheart es una película alegre, amable de ver, que quizás no nos muestre toda la realidad de aquel país, pero que con mucho amor, tacto y belleza nos enseña otra historia, no por ello menos cierta y verdadera, la de una mujer en un mundo de hombres, que quiere hacer las cosas no como los hombres, sino como las mujeres.

Ahora que en occidente parece que estamos comenzando a  ser conscientes de que solo somos una parte más del mundo igual que las demás, que las pandemias no son sucesos de esos pobres países africanos, sino también nuestras, no estaría mal que nos acomodemos en el sillón de orejera que tanto nos gusta, encendamos la tele y aprovechásemos los hombres para  ver estas películas, reflexionar y comenzar a mirar la vida en todas sus facetas y vertientes, el cine también, con la necesaria perspectiva de género que nos permita entender cuanto de injusto y desigual es el mundo que los hombres gobernamos.

Corazón de León a diferencia de las otras dos películas, dignas representantes de una masculinidad hegemónica y tóxica, es el soplo de amabilidad y futuro que necesitamos para tener ilusión en un tiempo lleno de nubarrones grises y tormentas. 

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