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Cinco de abril de dos mil dieciocho

Domingo Sanz
Domingo Sanz
Nacido 1951, Madrid. Casado. Dos hijos y tres nietos. Cursando el antiguo Preu, asesinato de Enrique Ruano y la canción de Maria del Mar Bonet. Ciencias Políticas. Cárcel y todo eso, 1970-71. Licenciado en 1973 y de la mili en 1975. Director comercial empresa privada industrial hasta de 1975 a 1979. Traslado a Mallorca. de 1980 a 1996 gerente y finanzas en CC.OO. de Baleares. De 1996 hasta 2016, gerente empresa propia de informática educativa: pipoclub.com Actualmente jubilado pero implicado, escribiendo desde verano de 2015.
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análisis

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La sucesión de acontecimientos que seguirán alimentando otros nuevos en cascada nos obliga a la prudencia. Por eso, para titular esta crónica comentada nos hemos limitado a la fecha y que sea usted quien añada el adjetivo que prefiera.

Intentaremos respetar la cronología.

1.- A las nueve de la mañana Pepa Bueno le pregunta a Maroto si él mismo cursó un master, tal como figura en la web oficial del PP. Reconoce que no, tras decir que lo que a él le importa es lo que figura en la web del Congreso. No lo habría hecho “mejor” el entrevistado si le hubieran pedido que diera una patada en directo a la pantalla con la web del PP. Esta tarde ya no figura que el diputado tenga un master y el partido de M. Rajoy comienza a ser incalificable, de tantos y tan deplorables adjetivos como se le pueden aplicar.

2.- Antes de lo de La SER, El Confidencial había abierto la mañana con novedades que volvían a negar las palabras de Cifuentes el día anterior, obligada a defenderse ante los diputados de la Comunidad de Madrid.

3.- “Floja”, “borde”, “antipática” y “maleducada” son algunos de los insultos que la gente le ha dedicado a Letizia, reina de esto que llaman España, a la salida de un acto público con la clase médica y la Ministra de Sanidad.

4.- Alicia López de los Mozos, “supuesta” (según “El País”) presidenta del supuesto tribunal del supuesto master de la muy real Cifuentes declara que ella no firmó el acta que ha sido exhibida para justificar el título de la entonces delegada del Gobierno en la C.A. de Madrid y hoy, aún, su presidenta. Es decir, que le han falsificado la firma. Acto seguido, la misma Universidad, de tan desprestigiado nombre y por tantos motivos, traslada las actuaciones a la fiscalía. ¿Aún no ha dimitido ninguno de los tres de aquella rueda de prensa tan apresurada para blindar a Cifuentes?

5.- Durante la tarde, La Sexta ofrece una exclusiva sobre la que no vuelve a aparecer información, probablemente por el exceso de noticias bomba que a esas horas ya se acumulaban. Al parecer, por primera vez y en sede judicial durante la investigación del caso Púnica, una de las personas de mayor confianza de Esperanza Aguirre ha declarado el robo de dinero público, ya es hora de abandonar los eufemismos, para pagar al conocido Alejandro de Pedro acciones de promoción de la propia Aguirre en redes sociales, un formato clásico entre las corruptelas de M. Rajoy y los suyos.

6.- Antes o después de lo anterior se hace público que la Audiencia Nacional ha sacado de la cárcel a Hervé Falciani, residente en España desde 2013 y cuya detención fue solicitada a principios de 2017 por las autoridades suizas, pero que la policía española solo ha decidido cumplir el día 4 de abril de 2018. Son tantas las especulaciones sobre la relación entre esta medida, sin duda ordenada por el propio Zoido, y el exilio en Suiza de Marta Rovira, que las autoridades helvéticas han tenido que salir durante esta misma tarde a declarar que se olvide España de ningún intercambio de prisioneros. Con otras palabras, por supuesto. No está de más recordar que Falciani, gracias a la información que sacó de la banca suiza donde trabajaba, hizo recuperar al Estado español más de 300 millones de euros ocultos en Suiza.

7.- Hacia las siete de la tarde estalla la noticia atómica de la jornada. El tribunal alemán deja libre a Puigdemont, con unas medidas cautelares que hacen pensar más en que lo que quieren es protegerlo de una Justicia española a la que la alemana acaba de enmendarle la plana, que no evitar que huya un perseguido que, evidentemente, no tiene la menor escapatoria posible. Pocas veces se ha producido mayor alegría en millones de personas que se corresponda con un bochorno equivalente de líderes como Rajoy, Sánchez y Rivera, y millones de sus seguidores. Pocas veces la definición de vergüenza colectiva ha encontrado un hecho que le viniera tan como anillo al dedo.

8.- Como si la decisión del Tribunal alemán hubiera sido el pistoletazo de salida de una carrera, una hora después se sabe que el Tribunal belga que estaba tomando declaración a los líderes catalanes exiliados en Bruselas ha decidido su libertad sin fianza y rebajando incluso las medidas cautelares que les impuso poco antes de que, en medio de la burla general a duras penas contenida, el juez Llarena retirara la primera Euroorden emitida, el 5 de diciembre.

9.- Preguntado por la liberación de Puigdemont, el ministro de Justicia declara que el Gobierno respeta las decisiones de la Justicia, aunque no les guste, porque la Justicia es independiente en Europa y en España. El problema para el ministro es que, hoy mismo, los jueces y fiscales españoles han realizado una jornada de movilizaciones con anuncio de huelga si él mismo no satisface sus reivindicaciones. Y la primera reivindicación de las siete asociaciones de jueces y fiscales convocantes es que se refuerce la independencia judicial respecto del poder político.

10.- Para rematar la jornada más aciaga que se recuerda de nuestra Justicia, desde Bruselas llega la noticia de que la policía belga ha iniciado diligencias contra España por geolocalizar sin autorización el coche de Puigdemont en aquel país. Me temo que Zoido lo tendrá más difícil de explicar que Cifuentes con su master. ¿Quién dimitirá antes?

Mientras esas diez cosas ocurrían, M. Rajoy se reunía en Moncloa con las limpiadoras de los hoteles, las autodenominadas “kellys”, un colectivo laboral super explotado y al que desde los sindicatos CC.OO. y UGT han avisado para que no se dejen usar y abusar por un gobierno en fase de respiración asistida.

Otra noticia de la mañana ha sido el auto de procesamiento de la jueza Lamela contra Trapero por sedición y organización criminal, pero ha ido cotizando a la baja a lo largo de la jornada.

A las diez de la noche cientos de miles de catalanes se rompen la caja riendo de las parodias sobre la monarquía española a cuenta del maltrato que la reina Letizia aplicó a la abuela de sus hijas en la catedral de Palma, según la parodia montada en el mejor programa de humor de la televisión española, “Polonia”, aunque sea catalana. Inspirados por la risa, muchos de esos mismos catalanes recuerdan a aquel ex ministro, hoy “exiliado” de oro en París, cuando piensan que si no hubiera declarado la españolización de los niños catalanes, Europa no estaría ordenando ahora la catalanización de los adultos españoles.

Por separado, cada una de las diez noticias que han jalonado este cinco de abril daría de sí para triunfar en las portadas. Esta coincidencia no es causalidad, sino el resultado de una situación que se ha tornado explosiva tras cuatro décadas durante las cuales, en España, los políticos han demostrado una incapacidad absoluta para establecer los acuerdos que hubieran permitido ir adaptando las leyes al simple paso del tiempo, comenzando por la Constitución. Como ocurre en los países de esa Europa Occidental en la que ingresamos durante los años 80 aunque tal parece que, también a nivel de país, hicimos trampa en el examen para conseguir el título de entrada.

Este comportamiento ha convertido nuestra democracia, que debería ser, antes que cualquier otra cosa, una forma de adoptar las decisiones políticas, en la piel de una manzana enteramente podrida. No es extraño que los conflictos hayan comenzado a estallar cuando la legislación española ha tenido que someterse a la revisión comparada con las legislaciones de países con muchos más lustros de libertad y democracia a lo largo de su historia.

Cuando usted esté leyendo esto quizás se hayan acumulado suficientes eventos nuevos que habrán vuelto a competir por las primeras pantallas. Entre otras cosas, nada ni nadie podrá impedir que, en breve, se descuelguen las espadas que tienen escritas en sus hojas los nombres de Gurtel/PP y Urdangarin/Monarquía, cuyas sentencias se presumen muy afiladas, quizás sangrantes.

A diferencia de la de los años 70 del siglo pasado, en esta ocasión la clase política representativa de un modelo condenado a muerte ofrecerá mucha más resistencia que aquellos miles de cargos de la dictadura franquista, que aceptaron que su tiempo había terminado. Tampoco es de poca importancia el hecho de que hoy no estamos tan seguros de hacia dónde nos dirigimos como lo estuvimos entonces, aunque hoy sabemos lo mucho que nos equivocamos.

En cualquier caso, cada vez es más evidente que España está abocada a una nueva transición, en la que el papel de Europa podría ser, quizás ya lo haya sido, decisivo. Por una vez. Por fin. La manera en que esta humillación total sea digerida por la sociedad española determinará claramente nuestro futuro. A los dirigentes políticos que han protagonizado el 155 y jaleado la justicia represiva española contra los independentistas catalanes les corresponde retirarse inmediatamente de la escena y dejar paso a otros que, además de democráticamente no tan sucios, no nos obliguen a escuchar como se desmienten a sí mismos mientras se disfrazan de coherencias imposibles. Sus tres nombres principales son M. Rajoy, P. Sánchez y A. Rivera, y muchos de los seguidores que les rodean.

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