sábado, 20abril, 2024
17.6 C
Seville
Advertisement

Chaves Nogales o la literatura del periodismo

La Diputación de Sevilla y Libros del Asteroide presentan la ‘Obra completa’ del periodista sevillano fallecido en el exilio londinense en 1944

Juan-Carlos Arias
Juan-Carlos Arias
Agencia Andalucía Viva. Escritor
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Hay españoles que pasan de puntillas a la Historia sin explicarse, ni explicarnos, por qué. Ese silencio se turba cuando emergen méritos del personaje que lo reivindican, antes y después de la muerte. Y tales activos, esos atributos positivos, hay veces que intentan enmendar algo inmerecido, injusto. Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897-Londres, 1944) es uno de esos compatriotas que, tras resucitar del ninguneo, nos sorprende y asombra con su doble excelencia, periodística y literaria. Muchos creemos que también fue profeta. Como mínimo, un acertado clarividente. 

La explicación del malditismo que sufrió este sevillano de mundo tuvo que ver con su entrega y compromiso en pro del mejor periodismo. Además, mantuvo una militante apuesta por la Segunda República (1931-1939). Al hispalense se le quedó pequeña la capital de la Giralda. Su coraje y valía lo residenciaron en muchos lugares del globo, como veremos. Hijo de familia de clase media, su padre, Manuel Chaves Rey, fue periodista de El Liberal, cronista y académico. Dirigía el rotativo un tío materno de Chaves, José Nogales, también abogado y reputado emprendedor.

La madre del maestro de periodistas (así se cita a Chaves en numerosos estudios), Pilar Nogales, fue pianista. Al periodista y escritor aún le sobrevive una hija, Pilar, de los cuatro que tuvo. Recientemente cumplió cien años. Heredó de su padre la preocupación por los extremos políticos españoles. Por su sangre corren los mismos genes proféticos. 

El sevillano vivió, en primera línea y persona, los grandes acontecimientos de la Belle Epoque, los felices veinte del pasado siglo, hasta la enésima conflagración española (1936-39) y segunda mundial (1941-45). Estuvo ahí, pegado al pálpito de la noticia. Su firma empezó a publicarse en los rotativos La Noche y El Noticiero Sevillano. Un empresario lo fichó para montar en Córdoba La Voz. Allí, entre 1921 y 1923, también escribía ya libros. Y en Córdoba recibió un premio por su primer libro, La ciudad

Hizo crónicas, sin obviar lo relevante, de las desigualdades sociales del sur español, reivindicaciones jornaleras, preparativos de la Expo del 1929 sevillana, del costumbrismo, de lo lúdico ferial y lo religioso pascual o romero. También fue testigo del resurgir del andalucismo. El que renació con doble contagio: del catalanismo conservador de Francesc Cambó y el más vanguardista de Blas Infante, aunque hundiera ciertas raíces en el paraíso idílico de Al-Ándalus.

Sobre el dictador ferrolano escribió Chaves, exiliado en París, en 1938 algo premonitorio: “Franco significa la guerra y nada más que la guerra: hoy, la Guerra Civil; mañana, la guerra europea”

Durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), Chaves se afincó en Madrid. Fue redactor y director de periódicos. Trabajó en Heraldo de Madrid, Ahora, La Gaceta Literaria y Estampa. Recorrió toda España. Fue reportado, posteriormente, a hechos relevantes ligados a la Segunda República: cambio social, conquista de Ifni, revolución asturiana, violencia anarquista, revueltas, saqueos, más su fugaz esplendor cultural, educativo y científico. Tuvo nexos con lo más granado de la intelectualidad de entonces: Ortega, Valle-Inclán, Baroja, Azorín, Unamuno, Madariaga, Gómez de la Serna, González-Ruano… 

También estuvo presente en el germen y desarrollo del nazi-fascismo europeo en Italia, Francia y Alemania. Visitó toda la URSS tras la Revolución de Octubre (1917) y el norte de África. Su amistad y apoyo al que fuera presidente republicano Manuel Azaña marcó su estigma para el franquismo (1939-1975). Sobre el ferrolano escribió Chaves, exiliado en París, en 1938 algo premonitorio: “Franco significa la guerra y nada más que la guerra: hoy, la Guerra Civil; mañana, la guerra europea”. 

Cuando abandonó España, asentado en su primer exilio galo, el régimen dictatorial de Franco lo condenó, vía Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo, a una inhabilitación absoluta y perpetua. Sus obras no se podían editar en España. Tenerlas hubiera sido motivo suficiente para ser ejecutado, o para ser –al menos- condenado.

La excelencia de escribir

La obra de Chaves Nogales es una fuente para el intelecto que convierte en cómplices a sus lectores. De las crónicas periodísticas y textos literarios se trasvasan a los ojos ese ‘estar ahí’, ese olfato -secreto y potencial- que cualquiera puede desarrollar. Además de su legado escrito, Chaves ha centrado reportajes televisivos, homenajes, dramatizaciones radiofónicas, documentales, tesis doctorales y estudios. Ratifican que su obra es perenne. Su mensaje se entiende a la perfección. Hasta en los días de pandemia que sufrimos hoy en día, cuando la verdad es escurridiza. Estos son los días en que aflora lo peor y mejor del humano, como en las guerras armadas. 

El autor sevillano atrapa. Subyuga con un don infrecuente entre otros literatos o periodistas. Hace vívidos, y comprensibles, los hechos que relata con una economía textual admirable. La expresividad de su mensaje hace que se nos ilustre la mente, enriquecida por sumar originalidad. Vivimos, pues, la historia del informador mientras la leemos. Chaves integra al lector en un viaje periodístico que informa. No opina, ni tergiversa. Da alas a un espíritu indómito y aventurero que vehicula el periodismo para contar…

La entrevista fue una técnica periodística que dominó Chaves. Tuvo interlocutores que deleitarían al mejor informador o reportero: Abdelkrín, Goebbels, emperador Haile Selasie, ministros republicanos españoles, Charles Chaplin, Maurice Chevalier, Alfonso XIII, Humberto de Saboya, Winston Churchill o el arzobispo de Canterbury.

Iñaki Gabilondo resumió en El fin de una época, el perfil con que lo dibuja el veterano locutor: “Uno puede ser periodista de izquierdas, pero periodista. Periodista católico, pero periodista. Periodista del Opus, pero periodista. Incluso periodista masón, pero periodista al cabo…Y Chaves fue eso, Periodista”. El lema de Chaves fue “andar y contar”.

A Chaves se le aborda ahora, entrado el siglo XXI, no solo para saber qué pasó durante los días, lugares y hechos que narra. También por el doble efecto de comprender lo que nos puede pasar. Da escalofrío releerlo en esta España cainita, solidaria, mendaz o cívica -ante la pandemia- del 2020. El periodista y escritor encarna los mejores valores del agitado y trágico siglo XX en sus primeras décadas: ¿Son vigentes esos activos?

El barroco de la palabra no está presente en la obra de Chaves Nogales. Siempre escribe inspirado, justo, directo. Lo imaginamos en forma, como el Picasso que pintaba compulsivo, el Mozart que componía lúcido, o el Miguel Ángel que esculpía eufórico.

Ese duende [así llaman los flamencos a tener alma. Ese sentimiento del artista convertido en puro arte] representa una iluminación que hace partícipe al lector de Chaves Nogales de sus escritos, como decíamos. Al sevillano, digamos, que le podrían escribir sus receptores/as. Es una especie de retroalimentación. Un feed back nutritivo que vale la pena experimentar. 

Hay detalles en sus artículos y libros que añaden esa pasión por innovar y trasmitir de Chaves Nogales. Nos referimos a neologismos, o palabros según los cursis. Varios ejemplos en su obra contextualizan al “sevillanismo”. A ese capitalino rancio, conservador, barroco, intrincado e intolerante en la ciudad que le vio nacer.

Chaves combatió ese localismo definiéndose como ‘periodista liberal’, hablando varios idiomas, luciendo impolutos trajes, pajarita y sombrero. Sus ojos claros sumaban además para captar la esencia de sus interlocutores y entrevistados. Fue un tipo con carisma y trasparente. Así concurren quienes lo tuvieron cerca en vida. No tuvo bando ni siglas. Su bandera fue la defensa del Estado de Derecho y las libertades del ser humano. Aporta contrapeso al poder más arbitrario como un ‘intelectual liberal’.

Antonio Machado hizo paralelismo a esta regla de Chaves con una Sevilla sin sevillanos para conceptuar los males de una metrópolis rica de Historia, perfiles y personajes. Pero muy pobre de vanguardias y talento que la saquen del provincianismo más caduco. Era la Sevilla menos admirable. Hablamos de ese aldeanismo penetrado por la ‘tradición’ más rutinaria. Para el escritor Paco Robles, esa historia es “algo que se repite dos tardes”. Chaves inspiraría en Robles sus libros ‘Feria de las vanidades’ y ‘Tontos de capirote’. Abordan la fiesta y la pascua hispalense con un prisma que pilota entre la autocrítica y el desvarío.         

Otro palabro que repite Chaves en sus artículos más didácticos sobre el costumbrismo imperante en la Baja Andalucía es “logrero”. Así simboliza al personaje que hoy podría ser un “conseguidor” o un traficante de influencias, si nos atenemos a como lo define nuestro Código Penal. Diafanidad es otro concepto novedoso. No precisa mucha explicación para aclarar cualquier cosa, o bien trasparentar lo más oscuro. 

Tras abandonar España, Franco lo condenó a una inhabilitación absoluta y perpetua. Sus obras no se podían editar en España. Tenerlas hubiera sido motivo suficiente para ser ejecutado

En los escritos de Chaves Nogales las descripciones personales, de hechos, lugares y situaciones son tan densas que dejan al lector desarrollar su propia opinión. Ahí se proyecta su espíritu crítico. Todo ello tras estar delante de una insobornable honestidad y rigor periodístico. Repetimos, la obra de Chaves Nogales es la vida misma. Cruda, feliz, dolorosa, gozosa…

Las primeras obras de Chaves son narraciones maravillosas y biografías ejemplares de algunos grandes hombres humildes y desconocidos (1920). La ciudad (1921) describe a una Sevilla que la escrutan ojos alternativos. La vuelta a Europa en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja (1929), La bolchevique enamorada (El amor en la Rusia roja, 1929), Lo que ha quedado del Imperio de los Zares (1931), ¿Qué pasa en Cataluña? (1931), Bajo el signo de la esvástica e Ifni: La última aventura colonial española (1934) maridan viajes y reportajes de altura.

El maestro Juan Martínez que estaba allí (1934). Es el testimonio de un español atrapado en la Revolución Rusa desde Constantinopla. Chaves lo usa para narrar la cárcel que entraña cualquier conflicto bélico que pilla por casualidad. Ese estar en lugar inapropiado en momento inoportuno. 

Uno de los ejes de la obra de Chaves fue la biografía de un torero sevillano que trascendió su oficio. Juan Belmonte, matador de toros; su vida y sus hazañas (1935). Numerosas reediciones de la obra no consideran que la tauromaquia jamás le interesó el escritor. Le subyugaba el personaje.

En parte, el éxito de esta obra se consolidó con un delicioso epílogo de Josefina Carabias.  Semana Santa en Sevilla (1935) y Andalucía roja y la Blanca Paloma (1936) entrañan un regreso a la tierra en la que vio la luz Chaves. Y rige durante estos días pandémicos. Cuando se prohíben las aglomeraciones humanas. Cuando la verdad del periodismo flaquea.

A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España (1937). Esta obra compila relatos de la guerra fratricida española en sus primeros meses. Es un descarnado alegato contra la barbarie de la guerra, incluidas las del bando republicano en el que militaba Chaves. El libro acentúa la crueldad y la locura que se implantó en toda España. Chaves la atribuyó ‘a la peste del comunismo y del fascismo’. Añadía “no tener ninguna solidaridad con los asesinos: para un español quizá sea eso un lujo excesivo”.

Esta excelente obra se publicó por primera vez en Chile. Es texto, recomendado en universidades españolas y americanas, se dramatiza en radio y ratifica que Chaves repetía la verdad, no la propaganda de los bandos contendientes. No inventaba nada. Por hacer esa crónica él mismo escribió que “había contraído méritos bastantes para haber sido fusilado por los unos y por los otros”. Fue Chaves un personaje auténtico, es decir, incómodo por independiente, convencido demócrata y freelancer.   

La defensa de Madrid (1937) y Crónicas de la Guerra Civil, (1936-1939) son más recopilatorios de artículos, en distintos medios, de Chaves. La agonía de Francia (1941) hace crónica del país que acogió del primer exilio de Chaves. El peor París de la historia se retrata con mucho oficio y perspicacia sobre el devenir colaboracionista del régimen de Vichy que lideró el mariscal Philippe Petain.

La Diputación de Sevilla publicó su Obra narrativa completa en dos volúmenes (1993) y su Obra periodística en tres libros (2013). Todo fue posible al empeño plausible de la descubridora y rescatadora para los miles de lectores que tiene este sevillano universal.

Nos referimos a María Isabel Cintas Guillén, doctora en Filología y catedrática prejubilada de Literatura en el Instituto Bécquer sevillano. Según evidencia con su trabajo silente esta profesora e irredenta investigadora.

Dedicó miles y miles de horas a recuperar a una persona, viajó por muchos países, entrevistó a decenas de personas, visitó bibliotecas, archivos. Recuperó a Manuel Chaves Nogales. Hasta hace poco injustamente olvidado en un nicho anónimo londinense, adonde le condujo el cruel exilio. 

Hoy Chaves Nogales en un fenómeno best-seller que vende a unos lectores cada vez más fidelizados. Es un literato que ejerció el mejor periodismo. Numerosas editoriales (Espasa Calpe, Libros del Asteroide, Renacimiento, Almuzara, Diputación de Sevilla, Espuela de Plata, Alianza…) ven cómo las tiradas del sevillano se agotan a los pocos días de comercializarlas. El negocio sobre Chaves Nogales va viento en popa. 

Valía y talento femenino pro Chaves

Escribíamos que Manuel Chaves Nogales parecía como un Ave Fénix que renace de sus cenizas londinenses desde el cementerio de Fulham. Tuvo estigma por ser decididamente republicano. Por amigo de Azaña y por ser periodista neutral en un oficio donde es difícil ser imparcial y practicarlo con el rigor del contraste. No pestañeó Chaves ante la verdad. Ni ocultó detalle relevante como viajero. Con el avión fue enviado especial pionero. 

Su exilio parisino no arredró al sevillano. Allí trabajó incansable para recuperar una dignidad de librepensador que se arrebató al español con una dictadura rencorosa e intolerante. Trabajó, entre otros medios, para L’Europe Nouvelle, Cooperative Press Service y Candide. Creó una gacetilla para diplomáticos llamada Sprint que informaba sobre la guerra española. Sus días parisinos concluyeron tras perseguirlo la Gestapo.

Hace vívidos, y comprensibles, los hechos que relata con una economía textual admirable. La expresividad de su mensaje hace que se nos ilustre la mente

Después huyó a Londres, en 1940. Allí falleció en 1944 de peritonitis, a una semana del desembarco de Normandía. Tenía 47 años. Al entierro del periodista-escritor acudieron los embajadores de todos los países latinoamericanos acreditados en Reino Unido. Fue un homenaje a su persona y por ser el más neutral fedatario periodístico de la guerra española y mundial.

Chaves Nogales, en sus últimos meses británicos, no desfalleció para brindar al periodismo su mejor aporte. En Londres creó una agencia de noticias (Atlantic Pacific Press Agency), donde colaboró el también exiliado sevillano Luis Cernuda, para el público hispano parlante. Su ubicuidad extendió las colaboraciones a medios británicos (Evening News &  Evening Standard y BBC).

Tanto en París como en Londres tuvo hueco profesional para ejercer como corresponsal europeo de rotativos iberoamericanos: Ahora (Chile), Bohemia (Cuba), El Tiempo (Bogotá), El Nacional (México), La Nación (Buenos Aires), Folha da Manha (Brasil) y El Progresista Liberal (Guatemala). 

El tesón de María Isabel Cintas Guillén sacó del olvido, decíamos, a Chaves Nogales. La catedrática e investigadora ya se acercó al personaje con su tesis doctoral ‘Manuel Chaves Nogales. Cuatro reportajes entre la literatura y el periodismo’. En 1998 mereció la máxima nota: Cum Laude.

Fue gracias al reto de su director de tesis, el también catedrático de Literatura en la Universidad de Sevilla, Rogelio Reyes Cano. Cintas desarrolló un trabajo casi detectivesco. Reconstruyó un auténtico puzle sobre su objetivo. Compiló crónicas y libros de Chaves dispersos en periódicos, revistas y libros de varios países. El empeño le llevó hasta conocer todas las huellas escritas y vitales del sevillano. El periodista escribió tanto, en tantos medios y en tan pocos años que tal labor resultó faraónica, inacabable.

Cintas, con el mimo de una madre y la precisión del cirujano, compiló su obra y se multiplicó, a costa de su bolsillo, para lograr un conocimiento del público del inolvidable periodista y escritor.  

Sevilla apenas le dedica una calle al ‘maestro de periodistas’. Le hurta mayor y merecido reconocimiento. Sorprende que, en la capital andaluza, la Biblioteca Pública más importante honre a la ‘Infanta Elena’, cuyo único mérito sería ser familiar del rey actual y forofa de la hípica y los toros. ¿Debería renombrarse como ‘Chaves Nogales’? De no ser así en gratitud al único Nobel de Literatura hispalense, Vicente Aleixandre, por ejemplo. El político Felipe González nomina otra Biblioteca pública, sin escribir libros, sin calle o avenida en su honra. ¡Paradojas hispalenses!  

La catedrática Cintas es de las que no quiere atribuirse ningún mérito que no le corresponda. Ella fue quien sacó del anonimato al maestro de periodistas, junto al apoyo documental de un fondo bibliográfico que importó de América Editorial Renacimiento. Debe decirse ahora que el sevillano es un éxito al que acuden muchos padrinos [recuérdenlo, el fracaso siempre es huérfano].


Detallamos la obra de Cintas sobre Chaves:

-Edición y estudio introductorio de la Obra Narrativa Completa, Fundación Luis Cernuda, Diputación de Sevilla, 1993, dos tomos (Varias reediciones).

-Edición y estudio introductorio de Obra Periodística, Diputación de Sevilla, 2001 (Varias reediciones).

-‘Un liberal ante la revolución’ Cuatro reportajes, Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2001.

-Prólogo y edición de Juan Belmonte, matador de toros, Sevilla, Renacimiento, 2009.

-El periodista comprometido. Manuel Chaves Nogales. Una aproximación. Facultad de Comunicación-CEA, Sevilla, 2009.

-Chaves Nogales. El oficio de contar. Fundación José Manuel Lara, 2011.

-Artículos y conferencias. Alma del web http://manuelchavesnogales.info/ difusora de Chaves. Entre otras joyas podemos encontrar deliciosos cuentos inéditos http://manuelchavesnogales.info/cuentos_ineditos.html   


La macroedición

Escribíamos que el Chaves es un periodista plus, quizá el más precoz entrevistador y enviado especial español. Al día de hoy sería un celebrado ‘influencer que agitaría las conciencias. Nos alertaría –quizá- de los devastadores efectos de la política que practican los mediocres, la violencia de las mentes que embisten e hipocresías de dogmas que sólo aplauden, y benefician, poderosos y millonarios. Denunciaría las mentiras, chapuzas y negocios sin escrúpulos sobre la pandemia.

En internet se constata que ‘Chaves Nogales’ es una marca que tiene millones de visitas, miles y miles de lecturas. Continuamente se publican toda clase de trabajos para los hispano y anglo parlantes. Los libros de Chaves se tradujeron a varios idiomas en los cinco continentes. La resurrección del sevillano palpita de nuevo, como sus crónicas vívidas. 

Desde su obra enseña no sólo a las nuevas generaciones de reporteros. Igualmente, el subgénero de la biografía y la entrevista tienen Chaves un referente. La semblanza sobre un torero mítico, Belmonte, sigue en los estantes y manos de facultades de Literatura, Filología, Comunicación y Periodismo como texto de obligada lectura. La obra de Chaves sigue publicándose, comprándose, valorándose. Se verifica así su plena vigencia. ¿Ejercerá influencia sobre la borrasca ética y moral social que impera hoy? 

La editorial barcelonesa Libros del Asteroide, que ya publicó títulos de Chaves (A sangre y fuego, la biografía Juan Belmonte, El maestro Juan Martínez, Agonía de Francia, Viaje por Europa, Revolución de Asturias) colmatará, desde noviembre, mucho más. Completará un homenaje oficioso para conmemorar los 75º años de su muerte en Londres, lejos de Sevilla, como Antonio Machado descansa en Collioure (Francia).

Será la publicación más completa del autor sevillano. Lo hará en conjunción con la Diputación de Sevilla, organismo que sigue apostando por las luces culturales de esa provincia gracias a la revista ‘Archivo Hispalense’, galardones que convoca e iniciativas que alienta. La coedición sobre Chaves está coordinada por Ignacio F. Garmendia, que intervendrá este 12 de noviembre en la presentación de estas Obras completas, junto al nieto de Manuel Chaves Nogales, Antony Jones Chaves; los prologuistas, Antonio Muñoz Molina y Andrés Trapiello; el editor de Libros del Asteroide, Luis Solano; el presidente de la Diputación, Fernando Rodríguez Villalobos, y el diputado provincial de Cultura y Ciudadanía, Alejandro Moyano. La edición ha contado también con la colaboración de la Universidad de Sevilla a través del CICUS.

Los cinco tomos de las Obras completas reúnen varios miles de páginas, 68 artículos inéditos, la globalidad de los textos periodísticos y nueve libros. ¡Más Chaves! Más literatura; mucho más periodismo.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
Advertisement
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído